Gonzalo
Mis compañeros aposentaron a la princesa y luego cogieron las espadas para salir a cazar. Observé todos sus movimientos con impaciencia. Cuando al fin se fueron me dirigí decidido a mi tienda. Entré y la vi arrodillada en el suelo. El corazón se me hizo un puño en cuanto vi que las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos marrones. Al verme, su rostro se tornó en ira. Me arrodillé junto a ella e inexplicablemente le quité la mordaza con cierta dulzura que pude notar al instante...
- ¿Estáis locos? ¿Por qué narices me habéis secuestrado?
- Lo siento, yo sólo hago mi trabajo - respondí analizando mi respuesta.
¿Acabo de disculparme por secuestrarla?
- ¿Quién os han enviado? - Preguntó entre dientes.
- No puedo decírtelo.
- ¿Por qué no?
- Es secreto de confesión - vacilé.
- ¿Qué? - Me miró con rabia y con confusión.
Me reí y pude ver cómo enfurecía todavía más.
- ¿De qué te ries malnacido?
Solté una carcajada sin poder evitarlo.
Inconscientemente acerqué mi mano a sus meijillas para limpiarle las lágrimas que aún reposaban en su rostro. Ladeó la cabeza e intentó moverse hacia atrás, pero se detuvo al tocar, con la espalda, la tela de la tienda.- Tranquila, no voy a hacerte nada.
- No me toques.
- Está bien, está bien... - sonreí de lado.
Me levanté y me fui a buscar algo de leña para hacer un fuego, sin alejarme mucho del campamento.
Caminé por el denso bosque y comencé a recoger la madera que se encontraba en mi camino, y que podría servir. Apilé unos cuantos trocos y caminé de vuelta a las tiendas. Al llegar, mi mirada se fijó en mis compañeros, que inesperadamente ya habían regresado. Carlos y Alejandro se recostaron sobre la hierba y apoyaron la espalda en un árbol.- ¿Ya habéis vuelto?
- Sí, solo pudimos cazar esto - Ryder se acercó con un conejo en las manos.
Miré al animal y luego miré a mi compañero.- ¿Sólo esto?
- Sí, y nos ha costado lo suyo.
No pude evitar reírme y asentí.
- Está bien, coged la madera que traje y haced un fuego para cocinarlo.
Miré a mi alrededor detenidamente.
- ¿Y Seaben?
- En su tienda - respondió Carlos.
Arqueé las cejas.
- ¿En su tienda? - Cuando vi que todos mis compañeros asentían formulé otra pregunta: - ¿Qué le ocurre?
- No lo sabemos, cuando llegamos se retiró a su tienda sin decir nada - contestó Alejandro.
Asentí extrañado y entré en la tienda de Seaben. Estaba sentado en el suelo con las manos tapándole la cara.
- Seaben, ¿qué ocurre?
- Nada, Gonzalo.
- Algo te ocurre - me agaché y puse mi mano sobre su hombro -. Puedes contármelo.
- No, no puedo... Me da vergüenza...
- No tienes por qué tenerla. Nos conocemos desde hace muchos años. Vamos, confía en mí.

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Unión
RandomEn un reino perdido, las fortalezas luchan por conquistar territorios sin tener en cuenta lo que pueda suceder, pensando solamente en el poder. Aurora, princesa legítima de Warwick, debe casarse con Francisco, príncipe heredero de Ashword, pero algu...