Capítulo 16

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Indalecio

Observé detenidamente a los tres miembros de la banda arrodillados ante mí. Si la princesa había desaparecido tras ser encarcelada y vigilada... Es imposible que fuera sin ayuda alguna. Además, faltaban dos de ellos, y uno, era el líder. Comencé a caminar y suspiré.

- ¿Y vuestro líder?

- No lo sabemos, señor, ha desaparecido - respondió uno.

- La princesa también, ¡qué casualidad¡, ¿no?

Los miré y ninguno se atrevió a levantar la vista.

- Al principio no creí que fuerais ninguno de vosotros, pero ahora, veo evidencias. Pagaréis por la traición, aunque vosotros al menos dais la cara...

- Nuestro líder huyó con ella.

Me sorprendí por esa respuesta ante mi amenaza. Me giré y los miré.

- ¿Quién ha dicho eso?

- Yo, señor - un chico pelirrojo se levantó sonriendo.

- ¿Cómo te llamas?

- Carlos, majestad.

- ¿Delatas a tu líder?

- No es mi líder, ni mi compañero, ni mi amigo. Ya no es nadie para mí.

Sonreí y me acerqué a él.

- Los demás, largaos antes de que ordene encarcelaros - dije mirándolos desde mi sitio -. Y en cuanto a ti... Tengo una propuesta que hacerte, Carlos.

El sonrió y yo me reí ante su gesto y esperé a que los otros se fueran para hablar.

- Bien, ¿qué te parecería hacer un trabajo para mí en solitario?

- Estoy a sus órdenes, señor.

Pensé en mi objetivo de llegar a tener el poder que tenía mi hermano, el rey de Warwick. Si no lograba obtenerlo por la fuerza, debería hacerlo por otros medios. Y desde mi punto de vista, más sencillos.

- Te casarás con la princesa Aurora.

- ¿Cómo? - dijo sonriendo.

- Eso es cosa mía. Ahora eres mi hijo. Te casarás con la princesa y el trono, será mío.

Él asintió. Yo me reí y posé una mano en su hombro.

- Y... ¿Qué deseas como recompensa por tu servicio? Te daré lo que quieras.

Me trasmitía confianza. Había traicionado a su líder y parecía capaz de hacer cualquier cosa. Así que, le daría la cantidad que me pidiese.

- Me basta con una noche con la princesa. Sería suficiente para saldar la pequeña deuda.

Me sorprendí al ver que no quería dinero y volví a reírme.

***

Unos días después...

Gonzalo

Miré a mi alrededor. Todo el pueblo estaba allí, llorando en silencio por su reina. Aurora permanecía con la mirada fija en el suelo, ya no lloraba. Me partía el alma verla así, no sabía como podría reconfortarla ni qué decirle para intentar animarla, aún sabiendo que no lo lograría, tenía que intentarlo.
Abril la abrazaba mientras sollozaba. Caminé hasta ellas y la llamé casi susurrando:

- Aurora...

Ella levantó la vista y me miró con melancolía.

- No puedo casarme con Fran - dijo de una forma neutral.

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