Abril
Subí las escaleras del castillo de la mano de Álvaro. Él agarró mi cintura para darme la vuelta. Me miró y sonrió.
- ¿Te lo has pasado bien?
Asentí y sonreí.
- ¿Cuándo podemos volver a vernos? - Preguntó acariciándome la cara con suavidad mientras sonreía ladeadamente, lo que hizo que me mordiera el labio inferior.
- Pues... No sé... - Gesticulé nerviosa.
- ¿Mañana te parece bien? - Propuso él.
Asentí.
- Perfecto porque no aguantaría un sólo día sin verte.
Rodeó mi cintura con sus brazos y me pegó a su pecho antes de susurrarme al oído:
- Te quiero Abril, te amo.
Noté que mis mejillas comenzaban a arder. Él se separó de mí un instante y comenzó a reír.
- ¿Qué... Qué pasa? - Pregunté.
- Te has sonrojado. Estás sonrojada.
Bajé la vista y me reí.
- Me gustas cuando te sonrojas - susurró.
Se inclinó y pegó mis labios con los suyos. De pronto, el sonido de un caballo que se acercaba cada vez más hizo que nos separásemos de golpe.
- ¿Qué es ese ruido? - Pregunté frunciendo el ceño.
- Ni idea... Parece un caballo.
Extrañados, nos fuimos acercando hacia el lugar de donde provenía el sonido. Cruzamos el jardín del castillo y traspasamos el enorme portal que separaba la fortelaza del extenso terreno que la rodeaba. A unos treinta pasos aproximadamente, divisamos un caballo blanco que tiraba de un carro medio deshecho, guiado por un chico.
- ¡Shoooooo, Josemari, shooooo! - Boceaba el extraño.
Poco a poco, el caballo fue amenizando su paso hasta detenerse a pocos pasos del castillo y de nosotros. Se detuvieron y me apresuré a detenerlos, si su objetivo era entrar en el castillo.
- ¡Eh! - Llamé su atención - Lo siento, no puede entrar en el castillo sin permiso explícito del rey.
El chico me miró y sonrió. Era moreno, alto, y de ojos verdes. No era muy atlético pero tampoco muy flaco.
- No vamos a entrar, sólo traemos un paquete.
Fruncí el ceño pensativa.
¿Un paquete?
La parte trasera del carro comenzó a moverse, y de ella salió otro jóven, de pelo castaño, ojos azules, alto y atlético. Agarró la mano de alguien que al parecer también iba en el carro, supuestamente para ayudarle a bajar.
- Vamos Aurora, hemos llegado - dijo sonriéndole.
Un momento... ¿Aurora? ¿Como que Aurora?
Al ver a mi mejor amiga me paralicé y noté que me fallaban las rodillas.
- ¡Aurora! - comencé a correr hacia ella con las lágrimas amenazando por salir. La abracé y comencé a llorar cuando ella hizo lo mismo.
Estuvimos llorando sobre dos minutos seguidos, cuando de pronto me separé de ella para secarle las lágrimas y preguntarle:
- ¿Cómo estás? ¿Te han hecho daño?
- No tranquila, estoy bien. Solo necesito darme un baño ahora mismo.
Nos reímos y yo miré a los dos extraños que nos observaban risueños.- Muchas gracias por traerla de vuelta sana y salva...
ESTÁS LEYENDO
Unión
RandomEn un reino perdido, las fortalezas luchan por conquistar territorios sin tener en cuenta lo que pueda suceder, pensando solamente en el poder. Aurora, princesa legítima de Warwick, debe casarse con Francisco, príncipe heredero de Ashword, pero algu...