Capítulo 7

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Álvaro

Entré en el palacio y Teresa, una de las criadas, vino a recibirme.

- Buenos días, ¿puedo ayudarle en algo? - Me preguntó con una voz melancólica.

- Sí, he... He venido a ver a Abril, ¿podría decírle que estoy aquí?

Asintió y subió las escaleras. Al cabo de un rato vi bajar a Abril con los ojos llorosos y las lágrimas aún en sus mejillas. En cuanto la vi no pude evitar correr hacia ella. La abracé y le di un beso en la frente.

- Me he enterado, seguro que está sana y salva, no te preocupes - le dije en un intento de tranquilizarla. La miré y le sequé las lágrimas con una mano mientras le sonreía.

- Ha sido todo culpa mía - dijo agachando la cabeza.

- No, no ha sido culpa tuya.

- Sí, si no me hubiese ido aún estaría aquí - dijo antes de llorar.

La abracé más fuerte y cogí su cara entre mis manos con delicadeza, e hice que me mirara.

- Mírame... - Le dije con un tono suave - No ha sido culpa tuya, ¿de acuerdo?

Suspiró.

- Oye, ¿qué te parece si damos un paseo juntos por el pueblo? - Pregunté al ver que no decía nada.

- Está bien... Me vendrá bien tomar el aire.

Le tendí mi brazo con una sonrisa y lo aceptó.

(...)

Entramos en una taberna y nos sentamos en la mesa más próxima a las ventanas. Le ofrecí una silla y cuando se sentó me senté en la de enfrente.

- ¿Te apetece comer algo? - Le pregunté cogiendo sus manos entre las mías.

- No, gracias.

- ¿Y algo de beber?

- Quizás un vaso de agua.

Asentí sonriente y llamé al camarero, que en seguida me atendió. Pedí el agua y la trajo en un minuto. Abril le dio un trago mientras la miraba. Ella me miró con una mueca.

- ¿Ocurre algo? - Su voz hizo que reaccionase.

- No es nada... Bueno... Es que...

- ¿Qué pasa?

- Yo... - La miré sonrojado.

- ¿Sí?

- ¡Abril! ¡No me lo puedo creer!

- ¡Thomas! ¡Cuánto tiempo! - Abril alzó la vista hacia el extraño y sonrió.

- Lo mismo digo. ¡Estás hermosa! - Cogió sus manos y Abril se sonrojó.

Mis mejillas cojieron calor rápidamente y noté que me tensaba.

- Ejem... - Carraspeé e inmediatamente Abril me miró con una sonrisa.

- ¡Oh! Lo siento... Thomas, este es Álvaro.

- ¿Es tu pareja? - sonrió. Vi a Abril sonrojarse al igual que yo.

- No, no... Somos amigos - respondimos al unísono y nos reímos.

- Encantado, Álvaro - me extrechó la mano y me levanté para aceptarla. Cuando le solté la mano me miró y luego miró a Abril -. Me he enterado de lo de Aurora. No te preocupes, estoy seguro de que está sana y salva.

- Yo... Lo siento Thomas, pero...

- No, tranquila... Lo siento yo... No volveré a mencionar ese asunto. Disculpa -. La interrumpió.

Asintió, y al ver la expresión de mi cara me cogió la mano.

- Fue un placer volver a verte de nuevo Thomas. Pero ahora tenemos que irnos.

- Claro... Nos veremos en otro momento - le guiñó un ojo. Lo que hizo que mi mandíbula se tensase.

- Por supuesto... - Sonrió.

- ¡Ah! Y... Para mí también fue un placer verte de nuevo -. La miró detenidamente a los ojos y luego me miró a mí -. Encantado de conocerte, de nuevo.

- Lo mismo digo -. Respondí intentando forzar una sonrisa.

Comenzamos a caminar hacia la puerta y la abrí. Le cedí el paso a Abril y la cerré detrás de mí. Ella me miró con cierta curiosidad.

- ¿Qué querías decirme? - Me preguntó.

- ¿Eh?

- Ibas a decirme algo antes de que apareciese Thomas.

- Ah... No es nada importante -. Me rasqué la nuca y di un paso hacia delante. Abril agarró mi brazo para detenerme.

No debería haber hecho ese gesto.

- Puedes contármelo, somos amigos...

- ¿Amigos? Ah... Sí... Claro...

- Álvaro, ¿qué te pasa? - Caminó hasta detenerse delante mía y me miró con preocupación.

- Es que... - Bajé la mirada y suspiré - Nada... Déjalo.

Comencé a caminar con su mirada puesta en mí. Me detuve un minuto y me giré hacia ella.

- Sólo una pregunta... ¿Te gusta ese tal Thomas?

- ¿Qué? ¿Thomas? ¡Por supuesto que no! ¿Por qué piensas eso?

Suspiré aliviado y, decidido, caminé hacia ella, agarré su cintura y la besé.

- Te quiero Abril. Te amo. No sé por qué narices no te lo he dicho antes. Parezco un idiota, ¿verdad?

Se rió y me besó.

- Yo también te quiero.

Sonreí y me sonrojé.

- No sabes lo feliz que me haces Abril.

Agarré su mano y comenzamos a caminar por la ciudadela.


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