Francisco
Me vestí y unos ligeros golpes en la puerta comenzaron a sonar.
- Adelante - dije.
La puerta de mi habitación se abrió y de ella asomó una cara conocida. Era William. Mi fiel siervo y compañero de viajes desde hacía un año.
- Has tardado mucho - repliqué.
- Lo siento...
- Sólo te había pedido que prepararas mi caballo par salir una tarde... No lleva tanto tiempo.
- Lo se... Es que he tenido que hacer otros recados y...
- Da igual... - interumpí.
Wiliam agachó la cabeza y la alzó de nuevo para preguntar:
- Y... ¿Puedo saber a dónde va?
- No es de tu incumbencia.
- Lo siento, señor. No quería importunarle.
- No, lo siento yo... - confesé sentándome en el sillón que había en mi habitación - Estoy alterado y lo estoy pagando contigo.
Al ver que no decía absolutamente nada, continué:
- Si quieres saberlo, voy a buscar a Elisabeth. Necesito hablar con ella, oír su voz, su risa... - alcé la vista hacia el techo ilusionado por un momento, pero la voz de William logró que volviera a la dura realidad.
- No es asunto mío, pero... Creo que usted está enamorado.
Suspiré y me crucé de brazos.
- Lo se, no lo voy a negar, pero... Tengo que cumplir como futuro rey y casarme con Aurora - me detuve un segundo y miré a William fijamente -. Lo intento, deveras lo intento... Pero no puedo quitarme a Elisabeth de la cabeza. Yo la quiero a ella. Y por mucho que intento disimularlo no puedo. Cada día me esfuerzo por aprender a amar a Aurora pero no doy...
Me miró con comprensión. Era el único que me conprendía, a pesar del poco tiempo que llevaba sirviéndome. Era el único en quien confiaba.
- Bueno, me voy ya que se me va a hacer tarde.
- Como quiera.
Me levanté y bajé las escaleras para salir del castillo y dirigirme a los establos. Cogí mi caballo ya preparado y me dirigí al pequeño pueblo que había en el centro de la fortaleza, al sur del castillo, protegido por las murallas.
(...)
Recorrí la plaza principal de la ciudadela hasta que mis ojos se fijaron en una figura femenina conicida a unos pasos de distancia. Me bajé del caballo y suspiré. Comencé a caminar con paso ligero, acercándome cada vez más a esa mujer. Sin duda, era Elisabeth. Sonreí y puse mi mano sobre su hombro para que se diese la vuelta.
- ¡Elisabeth! - Exclamé con alegría.
Ella se giró y al mirarme se tapó la boca un instante.
- ¡Fran! ¿Que haces tú aquí?
- He venido a buscarte.
- ¿Qué te dije la última vez?
- Lo sé... Pero no puedo dejar de pensar en ti.
- ¡Me da igual! ¿No lo entiendes? Tú deberías estar con tu futura esposa. No aquí.
- Pero es que yo te quiero a ti.
- Fran... Ya te lo he explicado. Estás comprometido.
Negué con la cabeza y ella soltó un suspiro.
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Unión
RandomEn un reino perdido, las fortalezas luchan por conquistar territorios sin tener en cuenta lo que pueda suceder, pensando solamente en el poder. Aurora, princesa legítima de Warwick, debe casarse con Francisco, príncipe heredero de Ashword, pero algu...