Gonzalo
Me recosté sobre la hierba fresca y miré hacia el cielo. Miles, Alejandro y Ryder se encontraban en mi... En la tienda de la princesa. Aún no entendía por qué le había dejado mi tienda a la princesa, puesto que era lo único que tenía...
Suspiré en cuanto oí unos gritos que provenían de la tienda. Miles salió alvorotado y comenzó a caminar hacia mí.
- ¡Gonzalo!
- ¿Qué te pasa Miles...? - Respondí a modo de pregunta.
- ¡La princesa se ha vuelto loca! Nos grita, nos escupe... ¡Haz algo con ella!
- ¿Qué pensabas que iba a hacer? ¿Llenaros a besos? - Solté irónicamente ignorando su última frase.
- ¡Haz algo con ella! - Gritó. Pero no me moví.
- Ah, ¿ahora mismo? - respondí en cuanto vi que se cruzaba de brazos.
- No, dentro de un año... ¡Pues claro!
- Vale, vale. Ya voy... - Resoplé y me levanté.
Caminé lentamente hacia la tienda. Entré y Alejandro y Ryder me miraron antes de irse. Ella giró la cabeza hacia mí y yo me acerqué y me arrodillé junto a ella.
- ¿Has dormido bien?
¿Le acabo de preguntar cómo ha dormido?
- ¿A ti qué te importa? - Respondió.
Antes de que pudiera decir nada Miles entró en la tienda rápidamente.
- ¡Gonzalo! - Gritó.
- ¿Qué quieres ahora? - Respondí molesto.
- Sal fuera.
- ¿Para qué? ¿Qué ha pasado?
- Te buscan.
- ¿Quién?
Agarró mi brazo derecho y me levantó. Seguidamente intentó tirar de mí hasta llevarme fuera de la tienda. Pero no me movió. Me reí y él dejó de tirar de mi brazo para cruzarse de brazos y mirarme molesto.
- Hay que entrenar más - me burlé.
- Gonzalo, es serio.
- Está bien, está bien - agité las manos arriba y abajo lentamente para tranquilizarlo -. Como sea una tontería me voy a enfadar.
Salí de la tienda y miré hacia el pequeño camino que cruzaba el bosque de norte a sur, para ver al príncipe de Ashword delante de su caballo con los brazos cruzados.
- No puede ser verdad - mascullé para que no oyera y luego sonreí y caminé hacia él. Hice una reverencia y seguidamente lo miré.
- Alteza... Es un... Placer verle por aquí - se rió con un cierto tono de burla y respiré hondo para no perder la calma.
- Estoy buscando a mi prometida - al ver que mostraba una expresión de indiferencia continuó explicando -. La han secuestrado y decidí buscarla por mi propia cuenta.
- Oh, lo siento mucho. Pero no podemos ayudarle.
- Vaya, qué decepción... Tenía la esperanza de que un viejo ayudante podría ayudarme.
- Por desgracia ya no estoy a su servicio.
Me miró molesto. Pero parecía que no iba a rendirse fácilmente.
- ¿Sabes? Eras muy buen espadachín, no entiendo por qué te fuiste.
- Yo no me fui, tú... Vos me hechásteis. Como otros, yo no soy un cobarde.
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Unión
RandomEn un reino perdido, las fortalezas luchan por conquistar territorios sin tener en cuenta lo que pueda suceder, pensando solamente en el poder. Aurora, princesa legítima de Warwick, debe casarse con Francisco, príncipe heredero de Ashword, pero algu...