Capítulo 9

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Gonzalo

Caminé apartando las ramas que estaban a mi altura mientras arrastraba uno de los jabalíes que había conseguido cazar. Cuando me encontraba en las tiendas dejé el jabalí y Carlos y Alejandro se fueron a recoger madera para otro fuego. Entré silenciosamente en la tienda de la princesa y vi a Miles arrodillado a su lado.

- Tranquila, yo te guardo el secreto. No le diré nada a Gonzalo.

- Eh... - Ella me miró y luego volvió a mirar a Miles.

- No, no, no. En serio, puedes confiar plenamente en mí. Tu secreto está a salvo conmigo.

- Vale pero Miles... - Volvió a avisarlo de mi presencia.

- ¿Qué? - Preguntó él girándose - ¡Gonzalo, amigo! ¿Cómo te va la vida?

- ¿Qué secreto es ese que no puedes contarme? - Le pregunté alzando una ceja.

Miles se levantó, se acercó a mí y puso una mano sobre mi hombro.

- Si te lo dijera no sería un secreto.

- Umm... Ya conseguiré sonsacártelo...

Miles estalló en carcajadas e hizo que me riera también.

- Ve a ayudar a los demás con los jabalíes - dije.

- ¿Jabalíes? ¿Cuántos cazaste?

- Dos, y... ¿Por qué supones que los cacé yo?

- Sé cómo cazas, y sé cómo cazan ellos. Digamos que es... Intuición.

Nos reímos y él salió de la tienda. Dirigí mi mirada hacia la princesa y no pude evitar sonrojarme.

Me rindo... Miles tiene razón. Ella me gusta.

Lo había decidido. Dejé de luchar contra ese sentimiento y me rendí ante la evidencia.
Me acerqué a ella y sonreí.

- ¿Te gustaría tener una cena romántica conmigo? - Le espeté con una sonrisa ladeada.

- ¿Qué? ¡No! - Respondió frunciendo el ceño.

- Perfecto, voy a por la comida.

- ¿Para qué narices me preguntas si después no aceptas la respuesta?

Me reí y me di la vuelta para mirarla.

- No acepto un "no" por respuesta.

Soltó un suspiro. Sonreí y salí de la tienda. Miré a mis compañeros y dije:

- ¿Ya está hecho?

- Aún está en proceso - confirmó Miles.

Me reí y me senté a esperar a que estubiera listo.

(...)

Ryder comenzó a repartir un buen trozo a cada uno. Cogí otro plato y heché otro buen trozo. Me levanté y me dispuse a entrar en la tienda de la princesa. Alejandro me miró y me detuve al oír su voz.

- Gonzalo, ¿no comes con nosotros? - preguntó.

- No - dije. Retomé mi camino, pero Alejandro hizo que me detuviera, de nuevo.

- Pero... ¿A dónde vas con dos platos? ¿Te vas a comer todo eso?

- No... Voy a cenar con otra persona, ¿vale?

Se encogió de hombros y comenzó a comer su parte. Suspiré y entré en la tienda.

- Ya estoy aquí - dije sonriente.

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