Llego tarde

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-Joder, más duro- dije yo a punto de alcanzar el clímax.

Entonces de repente paró y lo sentí dentro de mí, oh dios mío, esto es lo más, creo que es el mejor sexo que he tenido en mi vida, no llevaba más de cinco embestidas que yo me corrí y al cabo de poco tiempo él también. Se tumbó sobre mí aún estando dentro de mí y realmente se sentía bien, me gusta tenerlo dentro, pero todo lo bueno se termina, salió de dentro y se tumbó a mi lado y me acurruqué con él.

-Supongo que tomas las pastillas ¿no?- preguntó.

-Sí, no te preocupes - le dije besándolo de nuevo.

-Eres increíble- me susurró en medio del beso.

-Lo sé, y si te soy sincera tú si has sido mi mejor polvo- le dije.

-Y tu el mío - afirmó y yo sonreí.

- ¿Otro?- le pregunto inocente, pero la verdad es que volvía a estar encendida, no sé que me pasaba con este chico.

-Esto ni se pregunta- susurró y se lanzó otra vez encima.

A la mañana siguiente me desperté al lado de Noel, estaba muy hermoso dormido y sin poderlo evitar le acaricié el pelo y le empecé a dar besos. Él abrió un poco los ojos y sonrió.

-Buenos días, princesa- dijo con voz ronca.

-Buenos días, príncipe- le dije siguiéndole la corriente y él sonrió. Y madre mía que sonrisa de buena mañana, con sus ojos casi cerrados y la voz ronca.

-¿Cómo amaneciste?- me preguntó.

-La verdad es que mejor de lo que me he levantado en años- dije yo besándolo otra vez.

-Me encanta que me beses- gruño acercando mi cara con sus grandes manos de nuevo.

-A mí también me encanta que me beses y me excita muchísimo- dije sobre sus labios.

-Oh nena, a mí también y no sabes cuánto- dijo con una sonrisa muy sexi.

-Pero...- dije yo tocándole la nariz- me tengo que ir, tengo trabajo que hacer y me mataran si no llego temprano, que por cierto ¿Qué hora es?- pregunto.

-Las 12 del mediodía- se sorprende mirando el reloj.

-¡Oh dios mío, me van a matar!- grito corriendo por la habitación vistiéndome.

-¿En serio te tienes que ir?- me preguntó haciendo pucheros.

-Lo siento cariño, nos vemos otro día ¿sí?- pregunto mientras lo beso.

-Claro, te llamo.

-Y yo esperaré tu llamada impaciente- le dije besándolo otra vez.

-Adiós preciosa- dijo él despidiéndose desde la cama.

-Adiós príncipe- dije riendo y me marché.

Corrí por la calle hasta llegar al maldito parque y de mientras miraba el móvil donde tenía miles de llamadas los chicos, así que los llamé, al segundo pitido me lo cogieron.

-Vengo para ya, lo siento, me dormí- dije antes de que me gritaran, pero no lo evité.

-¡¿Dónde coño estas?!- gritó Miguel.

-Ahora mismo de camino con el coche y si no paras de gritar tendré un accidente por tu culpa- dije.

-Date prisa- respondió enojado y colgó.

La que me espera cuando llegue... voy lo más rápido que puedo, porque hay coches por el medio y todos tocan el maldito pito. Si ahora mismo no tuviera prisa, pararía el coche y les diría cuatro cosas. Sé que soy un peligro, pero soy muy buena conduciendo y me pone de los nervios que me toquen el maldito pito, no sé ni porque existe. ¡Me ponen histérica!. Al fin llegué, bajé del coche y entré. Allí en el comedor se encontraba Miguel con los brazos cruzados y el ceño fruncido e Iván que estaba sentado en el sofá mirándome con una sonrisa.

-Veo que anoche tuviste acción...- dijo Iván.

-¡Cállate!- grito Miguel- ¿Tú que entiendes por trabajo?- preguntó muy muy muy enojado.

-Yo... ya he dicho que lo siento- dije sentándome al lado de Iván, pero él se apartó hasta el otro extremo.

-Apestas a sexo- se asqueó y yo reí.

-Ya lo creo, que chico, por lo menos me dio 10 orgasmos- suspiré con solo recordarlo.

-No me jodas... ¡Que amo!, le preguntaré como lo hace... porque yo al primero estoy exhausto...- dijo pensativo.

-¡Yo no quiero estar más con vosotros!, ¡no os tomáis nada en serio! Me largo de aquí- gritó Miguel subiendo las escaleras y bajando con todas las maletas hechas.

-No te vayas, Miguel nosot...- demasiado tarde Miguel ya había cerrado la puerta con fuerza haciendo un sonido espantoso y luego oímos el coche irse.

Nosotros nos quedamos unos minutos en silencio sin decir nada.

-Mierda- dijo Iván.

-Ya lo creo, mi padre nos va a matar- me quejé yo resoplando- Puede que esta vez me pasase un poco, pero me dormí, yo también soy persona para equivocarme.

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Sin piedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora