Noche en el bar

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Subí a mi cuarto me di una ducha rápida, me sequé el pelo, me lo ricé con la plancha y me puse a mirar vestidos, pero ninguno me convencía, y solo quedaba media hora.

-¡MIGUEL!- grité fuerte y al cabo de un segundo ya lo tenía pegado a la puerta.

-¡¿Qué pasa?!- entró alarmado.

-Nada, no sé que ponerme- dije yo haciendo ojitos.

-¡¿Me has gritado como si te estuvieran matando solo porque no sabes que ponerte?!- gritó fuera de sí y rojo de la rabia.

-Es que es muy importante, tengo que ir provocativa, ya sabes, atraer a los malos- dije haciendo pucheros- ¿me perdonas?

- Si, pero no vuelvas a darme un susto como este jamás- dijo.

-Echo, echo, ahora ayúdame.

Finalmente escogí un vestido rojo chillón y bastante cortito, pero me quedaba bien, cuando terminé de arreglarme quedaban solo 2 minutos para en punto, así que baje hacia abajo y ya estaban todos preparados.

-¿Qué armas traéis?- preguntó Iván.

-Yo llevo cuchillos- les dije mostrándoles el muslo, donde tenía como dos cinturones amarrados y dos cuchillos a cada pierna.

-Vale- dijo Miguel- yo llevo un revolver pequeño, ¿Y tu Iván?

-Lo mismo que tú- respondió.

-Okey, ¡vayámonos de fiesta!- grité corriendo hacia el coche, mientras Miguel negaba con la cabeza divertido.

Miguel manejó el auto un cuarto de hora aproximadamente y nos detuvimos en un lugar, no muy elegante la verdad, es de esos lugares donde hay fulanas por todas partes, ¿sabes? Pues eso.

Entramos y comenzamos a inspeccionar el lugar, había gente bailando al centro de la pista, otra estaba en la parte de las butacas hablando y por último arriba había también butacas y sofás rojos que eran de la sala VIP. Allí los reconocí, los dragones, tienen un tatuaje detrás de la oreja que los distingue de los demás, es un dragón pequeño en color negro.

-Chicos, los he encontrado- les dije chillando por la música.

-¿Dónde?- preguntó Miguel.

-En el espacio vip.

-Okey, ahora tú tienes que llamar su atención y cuando alguno de ellos se te acerque te lo llevas al callejón de afuera y le sacas información- dijo Iván.

-Suerte- dijo Miguel mientras tomaban un trago.

Me encaminé hacia otro lugar de la barra y me bebí un chupito de tequila y subí a una mesa para llamar la atención y me puse a bailar, los chicos se iban acercando y pude ver que los dragones me miraban con deseo.

-Hey bonita, ¿quieres ir a pasar un buen rato?- preguntó un chico.

-Preciosa, te invito a una copa- dijo otro y así todo el rato hasta que uno me llamo la atención.

-Nena, ¿te vienes?- me preguntó uno de los dragones que hacía poco había bajado.

-Claro- dije yo sonriéndole coquetamente.

Me cogió de la cintura y miré hacia la barra donde Miguel e Iván me miraban, yo les guiñé un ojo y me fui con el tipo a bailar. Estuvimos un rato moviéndonos donde él me tocaba y yo lo provocaba, me giré y empecé a besarle violentamente y él a mí también.

-¿Nos vamos al callejón de atrás? Allí nadie nos verá- dije yo entrecortadamente por el beso.

-Claro nena- dijo él cogiéndome de la cintura y con una sonrisa triunfal.

Afuera nos continuábamos besando hasta que me empezó a subir el vestido, si me lo subía un poco más vería los cuchillos, así que me aparté.

-¿Qué ocurre preciosa?- susurro con voz seductora.

-Ahora me toca a mí- le sonreí agachándome.

Los ojos del tipo brillaron con deseo y lujuria, pero no esperaba que cogiera los cuchillos y se los clavara uno en cada mano.

-¡Perra de mierda!, ¿¡sabes quién soy!?- gritó con dolor.

-Oh si, si sé quién eres y por eso te he buscado, quiero información- susurré lo suficientemente fuerte para que me escuchara y cogí otro cuchillo.

-A ti no te doy nada perra- dijo y yo le di un golpe en toda la cara, rompiéndole la nariz.

-Me vas a decir donde os hospedáis y porque queréis eliminar a todas las bandas- dije convencida.

-No te diré nada- se negó escupiendo sangre.

-Muy bien tú lo has querido- cogí el cuchillo y le hice un corte en el muslo.

-Ahhh- gritó.

-¿Me dices o no?- insistí dando vueltas al cuchillo con mis manos.

-¡Estás loca!- gritó.

-Meeeec, esta no es la respuesta que quería oír- cogí el cuchillo y le corté el otro muslo.

-Ahh- volvió a gritar- no te diré una mierda.

-Meeec, respuesta incorrecta- dije y le corté un poco la cara haciendo que sangrara muchísimo más que antes.

Sin piedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora