Sin piedad

La muerte de mi hermana

-Vamos- les dije a mis padres que me miraban atónitos.

-¿Qué ha sido eso, María?- preguntó mi madre.

-¿Realmente la tienes?- cuestionó mi padre.

-Así es, la secuestré hace dos días más o menos- dije.

-¿Y cómo es que no nos enteramos?- preguntó mi padre con voz de tenerme un castigo preparado.

-Bueno... sobre eso... todo fue muy rápido, hacía mucho tiempo que lo llevaba planeando- les dije nerviosa.

-¿No será verdad lo que le dijiste no?- se horrorizó mi madre.

En mi familia siempre me enseñaron que no debes meterte con la familia de los demás que no esté involucrada en asuntos de la mafia, pero esta vez no lo dejaría pasar.

-Si lo que me estas preguntando es si la quiero torturar, la respuesta es sí- me indigné.

-No lo harás- me dijo mi padre con voz autoritaria.

-Oh sí, sí que lo haré- les dije segura.

-No y punto- gritó mi madre.

-¿¡ACASO VOSOTROS VISTEIS COMO TORTURABAN A ANA!?- grité.

En el coche se hizo un silencio muy incomodo, pero si nadie pensaba decir nada, esa sería yo.

- ¡NO TENÉIS NI IDEA DE LO QUE VI! ¡COMO GRITABA POR MI AYUDA MIENTRAS YO NO PODÍA HACER NADA PORQUE ESTABA ATADA!

Este tema era mi debilidad, era incapaz de hablar de él sin ponerme triste, sin sentirme impotente. Eso contando con que mis padres no me entendían es normal que me enfurezca.

- ¡YO ERA LA QUE TENÍA QUE HABER MUERTO, NO ELLA! ¡GRITABA QUE LA AYUDARA! ¿Y sabes que hacía Cher mientras gritaba?- reí sin gana- ¡SE REÍA COMO SI FUERA GRACIOSO. CADA DÍA DE MI EXISTENCIA ME CULPO POR NO HABER HECHO NADA, Y A ÉL NO LO PIENSO DEJAR INMUNE!- grité exasperada- como dije antes, ojo por ojo y así será siempre, que sienta todo lo que yo he sufrido...- terminé con un susurro y las lágrimas bajando por mis mejillas.

Mamá también lloraba y mi padre no se movía.

Me cogí la pierna que me estaba haciendo daño por la puñalada y me fui de ese horroroso edificio.

- Te juro que vengaré tu muerte aunque me cueste la vida- le dije a Ana que sabía que me escuchaba desde algún lugar.

Me fui a un hotel, todo el mundo me miraba porque estaba sangrando.

-¿Necesitas ayuda?- me preguntó un chico.

-No- le respondí groseramente.

-¿Seguro?- insistió y entonces me giré para verle la cara.

Era realmente sexy, como un ángel caído del cielo en el momento oportuno.

-Bueno, si que puedes hacer algo para despejarme la mente...- dije en un susurro.

-Claro, mi nombre es Noel ¿el tuyo?- preguntó tendiéndome la mano.

-María- se la rechacé porque tenía las manos llenas de sangre.

-Encantado, ¿Qué te ha pasado?- me preguntó.

-Larga historia, ¿me podrías hacer el favor de reservarme una suite?- le pregunté.

-Claro- dijo dirigiéndose al hotel.

Mi móvil no paraba de sonar, mis padres no paraban de enviarme mensajes, así que finalmente les envié un mensaje, tampoco les quería preocupar.

"Estoy bien no me llaméis más si no es muy urgente, necesito tiempo, tú me entiendes papá, volveré en un tiempo, gracias por ponerme dinero en la tarjeta, os quiero."

- Ya está- llegó Noel otra vez.

-Gracias, ya nos veremos por ahí- le dije con una sonrisa.

-¿No querías que te distrajera?- me preguntó.

-Sí, pero mañana, ahora estoy muy cansada y me tengo que desinfectar esto - le dije encaminándome hacia el ascensor.

-¿Mañana te va bien?- me preguntó.

-Cuando quieras- le respondí mientras se cerraban las puertas.

Este chico me sonaba muchísimo pero no sabía de qué, lo había visto antes pero no sé dónde, puede que todo sea el cansancio.

Llegué a la habitación, me quité toda la ropa hasta quedar en ropa interior y me dirigí al baño. Cogí las cosas para curarme como me enseñaron cuando era pequeña, por si alguna vez tenía algún problema. Me curé la herida que por suerte fue limpia, así que se curaría deprisa, y me lo vendé.

Cuando terminé con la pierna llamé a un chico que tiene 27 años, muy simpático y muy buena persona.

-Roger- dije sonriendo.

-¡MARÍA! Cuanto tiempo- respondió.

-Así es, ¿me podrías hacer un favor?- le pregunté.

-Claro, lo que quieras- dijo serio.