Lucia

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-¿Cómo te llamas peque?- pregunté mirándola con simpatía.

-Lucia- respondió con la voz más hermosa que había escuchado jamás.

-Yo soy María, y a partir de hoy no dejaré que te pase nada malo, ¿Aquellos hombres te lastimaron?- me preocupé.

Negó con la cabeza a punto de volver a llorar.

-Pues ya no más pequeña, a partir de hoy tú serás mi prioridad- le dije y ella se acurrucó en mi cuello. No sé en qué momento pasó, pero teníamos una conexión que no esperaba tener.

-Tengo miedo...- susurró

-No te pasará nada mi amor- le dije dándole un beso- ¿tienes hambre?- pregunté y ella asintió con su cabecita.

-Pues vamos a ver ¿Qué quiere comer mi princesa?- le pregunté.

-mmmmm....- dijo pensando- crepes- chilló emocionada y con un brillo en sus ojos.

-Pues a que esperas para ayudarme a hacerlos ¿los quieres de chocolate?- pregunté guiándola de la mano a la cocina.

-¡SI!- chilló y yo reí.

-Lo suponía, yo también los quiero de chocolate- admití mientras la sentaba en el mármol de la cocina.

Mientras cocinábamos comíamos chocolate y yo le explicaba cosas para que riera y ella me las explicaba a mí de su antigua escuela.

-¿Cómo se llaman tus padres?- le pregunté comiendo.

-Pedro y Samira Smith- dijo la pequeña.

-mmmm....no sé por qué me suenan de algo, los encontraremos ¿okey?- le pregunté y ella asintió con su cabecita, tenía toda la cara manchada de chocolate así que fui a buscar la cámara de fotos y le hice una y se la mostré.

-Mira que sucia andas- le dije divertida y ella se puso a reír- Vamos que iremos a darte una ducha- le di la mano y las dos nos fuimos al lavabo, cuando la terminé de duchar le di una camiseta mía y la puse en la cama.

-Buenas noches, pequeña- le dije.

-Maria...- susurró.

-¿Si?- pregunté girándome.

-¿Te puedes quedar a mi lado hasta que me duerma? Tengo miedo de los monstruos...- susurró avergonzada (que bonita, me la como).

-Claro que sí, pero te diré un secreto, esta habitación está hecha para que los monstruos no puedan entrar- le dije pellizcándole la nariz.

-¿En serio?- sonrió tímida.

-Así es, y ahora a dormir que mañana no te levantaras- le dije estirándome a su lado.

Al cabo de unos minutos ella se quedó dormida y yo me fui a la ducha, cuando terminé recogí la mesa y limpié todo lo que había desordenado y abrí el portátil.

"Sr. Colins cuando fuimos al lugar que nos mandó, alguien ya había hecho el trabajo por nosotros.

Miguel"

Normal esa fui yo, pero había más mensajes.

"Puede ser... según me dijeron ya empezaron a secuestrar a gente y una de ellas ha sido una niña, supongo que iba con ellos, ¿había rastro de ella?

Sr. colins"

Claro que no, si la tengo yo...pff... que pesados.

"No, y paramos a mirarlo muy detenidamente, puede que no fuera en el coche con los demás. Quien intervino era astuto porque les pincho las ruedas del coche para que no escaparan, pero vimos sangre que no pertenecía a ningún cuerpo por lo tanto tiene que estar herido, y creo que hizo el trabajo uno solo porque todos estaban muertos desde la misma perspectiva. Eso es todo lo que hemos descubierto hasta ahora.

Miguel"

Que imbéciles no saben hacer nada bien, sin mí están perdidos ¡espera un momento!

"Creo que sé quien ha sido, me lo tenía que haber supuesto, María si estás leyendo esto no hagas ninguna tontería, terminaras lastimada, no te involucres donde no te llaman.

Sr. Colins"

Después de este mensaje no hay nada más, será capullo, que no me involucre dice, yo ya estoy dentro le guste o no.

"Estoy dentro Sr. Colins te guste o no, me importa una mierda cada uno de ustedes y por cierto miguel otra vez cuando revises un crimen hazlo mejor que por algo te entrenaron, imbécil.

Anónimo"

Cerré el ordenador y me fui a la cama con Lucia, ella dormía plácidamente y entonces me empecé a cuestionar mi vida, he pasado de trabajar para mi padre a trabajar sola. He pasado de matar a vivir con una niña. Mi vida ha dado un giro de 180 grados...

Sin piedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora