Herida

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Yo salí disparada hacia el salón, asustada por pensar que le pudiera pasar algo, y lo que me encontré me dejó muy sorprendida. Allí había dos tipos que la tenían sujeta y la estaban apuntando con una arma en la cabeza.

-Déjala- dije con una voz tan fría y cortante que me sorprendí, pero que quieran disparar a una niña, mi niña, me pone enferma.

-Oh, pero mirad que tenemos aquí...- dijo él otro.

-Como le hagáis un simple rasguño, lo pagaréis muy caro- aseguré mirando como Lucia lloraba.

-Yo que tú me preocuparía por salir viva de esta Colins- dijo mi nombre como si fuera veneno.

-No es algo que me preocupe demasiado, ya que sois unos simples inútiles que se creen fuertes.

-Ui, pero que boca más sucia- se burló el chico que no tenía cogida a Lucia.

Saco una arma y me apuntó. Lucia chilló de miedo.

-Esto que hacéis está siendo traumático para la niña, o ahora mismo escondéis las armas o seguiréis el camino de vuestros compañeros, que por cierto, uno aún está en esa habitación- dije señalándola.

-Que zorra- dijo- ahora ya sé quién es la culpable de las desapariciones...

-Sí, pero no estaréis vivos para contarlo.

Saqué el cuchillo que tenía escondido en mi espalda y se lo lancé en la cabeza del chico que apuntaba a Lucia con una pistola, él cayó sin vida en el suelo.

-Escóndete Lucia- le grité, pero se escuchó un disparo y después, dolor, pero tuve tiempo de tirarle otro cuchillo y matarlo.

-Lucia- la llamé gritando y ella vino corriendo, cuando me vio se puso a llorar me había dado en la barriga y sangraba muchísimo, espero que no haya tocado ningún órgano. Me estaba empezando a agobiar, pero no podía entrar en pánico, aún no.

-Lucia, escúchame...- le decía mientras ella sollozaba asustada- Ve a la puerta y ciérrala bien, y ve a buscar mi teléfono.

Ella se marchó, escuché como cerraba la puerta y se acercó con mi móvil, yo ya empezaba a marearme y llamé al chico que sabía que vendría inmediatamente.

-¿Si?- contestaron desde la otra línea.

-Noel, necesito tu ayuda- dije con la poca voz que me quedaba mientras Lucia lloraba.

-María, ¿Qué está pasando?- preguntó alarmado.

-Me han encontrado y me han disparado, te necesito aquí ahora- ordené en un susurro.

-Estoy en camino- anunció.

Pasaron los minutos más eternos de mi vida, intentaba no cerrar los ojos, pero me era casi imposible, hasta que oí llamar a la puerta.

-Lucia ve a abrir- le dije y ella negó asustada.

-Ve, solo es Noel- le aseguré y fue a abrirlo.

Y entonces lo vi entrar y cuando me vio su cara entro en pánico.

-Joder- se preocupó cargándome mientras yo hacía muecas de dolor.

Me tumbó en la cama y rompió mi jersey.

-María, no es por asustarte, pero no tiene muy buena pinta- estaba muy serio analizando la herida.

-Déjame ver...- dije levantando la cabeza para mirar la herida- Tienes razón, espero que sepas curar heridas.

-Sí, sí- dijo y entonces se fue para volver con medicamentos.

-Allá vamos - me dio un pañuelo para no gritar.

Me perforó con la pinza la herida para sacar la bala, yo grité como nunca antes, me caían las lágrimas del dolor, ya que no teníamos ninguna anestesia.

-Se que duele, pero ya casi esta- me terminó de curar la herida y yo estaba sudando muchísimo- Duerme ahora, yo me encargo de todo lo demás.

-Una cosa, antes de que te vayas, cierra la habitación del chico con llave, que no me dio tiempo y no quiero que Lucia lo vea- él asintió y para mi todo se volvió negro.

Narra Noel:

¿Cómo ha podido pasar esto? Lo tenía que suponer, me tenía que haber quedado con ella.

En ese momento no podía encargarme de todos los hombres muertos que estaban en el salón porque Lucia estaba histérica y no paraba de llorar. No la quería dejar sola.

Una semana después...

El teléfono de María no paraba de sonar, hacia más de una semana que sonaba sin parar así que finalmente lo cogí.

-¿Si?- pregunté al teléfono.

-¿Quién eres tú?- respondió una voz de hombre, supongo que su padre.

-Noel ¿Por qué?- pregunté.

-Noel ¿Qué más?- replicó y yo no sabía que decirle, pero poco me importaba ya.

-Noel Tomson- le respondí y se hizo un silencio en el teléfono.

-¿! Qué le has hecho a mi hija!?- gritó alterado.

-Tranquilizase, yo no le he hecho nada, es más podría decir que somos medio amigos- le respondí.

-Quiero hablar con ella pásamela- dijo.

-No puede ponerse señor- respondí sarcástico.

Sin piedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora