Misión suicida

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-¿En qué?- pregunté interesada.

-Todos se encuentran en Italia, tienen planeado terminar con todas las mafias y todas las familias que estén implicadas, es decir nosotros nos encontramos en su lista.

-¿Cómo lo sabes?- pregunté.

-Es obvio- dijo rodando los ojos- los tenemos que parar antes de que sea demasiado tarde.

-Pero entonces si quieren eliminar todas las mafias, no seremos los únicos que iremos a por ellos y aparte he oído los dragones son una de las mafias más poderosas que ha existido- recordé.

-Y tienes razón, nadie nunca se pone en su camino, al menos no si quieren seguir vivos, tenemos que actuar deprisa- dijo mirando unos datos en su portátil.

-Pero entonces yo no veo lo peligroso, es un trabajo como cualquier otro, pero con gente mejor- me acomodé en la silla.

-No, ahí estás equivocada, piensa bien, si todos van a por ellos las otras mafias no desperdiciaran la ocasión por matar a más mafias que no sean los dragones- me corrigió.

-Tienes razón, esto será una maldita guerra de suicidas- me emocioné- ¡ME ENCANTA! ¡POR FIN UN TRABAJO COMO DIOS MANDA!-grité eufórica.

-Para Maria, esto es serio- dijo mirándome.

-Vale, vale... ¿Qué hombres me acompañarán?- pregunté.

-Iván y Miguel, son los mejores y los que nos han demostrado que son muy ágiles e inteligentes- dijo aún haciendo cosas en el ordenador.

-Papa ¿Qué estás haciendo?- pregunté curiosa.

-He comprado los boletos para ir a Italia, esta madrugada viajarás, prepárate las maletas- me ordenó.

Yo me levanté y me fui a mi habitación, cogí ropa cómoda, algunos vestidos de fiesta, vestidos normales y chándal. Y me fui al gimnasio de casa a entrenar hasta la hora de irnos.

Ring ring...

-¿Si?- contesté al móvil jadeando de haber estado entrenando.

-Maria ¿estás bien?- preguntó él de la otra línea.

-¡Noel! ¿Por qué me llamas? Y sí, estoy bien, lo único es que me has pillado haciendo ejercicio- dije.

-Ah, bueno te quería decir que no sabrás de mí en algún tiempo, aunque tampoco sé muy bien porque te lo digo- murmuró lo último.

-No te preocupes, ya nos veremos- (si es que aún estoy viva) pensé.

-Si, si, yo te llamo- dijo y cuando él estaba a punto de colgar.

-Me ha gustado conocerte- añadí sin poder contenerme.

-A mí también- me dijo frío y colgó.

En la madrugada cogimos el avión.

-¿Estáis preparados?- preguntó Iván igual de emocionado que yo.

-¡si!- grité.

-¡shhhhh!- se molestó Miguel que era el mayor- estáis llamando demasiado la atención así que cerrad vuestras bocazas.

-Si señor- dijimos Iván y yo al mismo tiempo y me puse a escuchar música a todo volumen.

Llegamos a nuestra respectiva casa en la que nos hospedaremos durante nuestra estancia en Italia y yo me fui a la habitación de arriba de todo, esta casa era muy rara, tenía 5 pisos, en el primero estaba el comedor y la cocina con un baño, arriba había una habitación que es la de Miguel, contiene un baño y un despacho, arriba de esta estaba la habitación de Iván que contenía lo mismo que la de Miguel y la de arriba de todo era la mía que era igual que las otras pero con un armario más grande para guardar toda mi ropa. Finalmente al sótano había un gimnasio gigante, con ring y todo.

Los primeros días nos lo pasamos genial, no hacíamos nada, estábamos todo el día de broma, pero llego el día esperado. Mi padre nos dijo que teníamos que ir a investigar a un local donde hacían pactos miembros de los dragones.

-Nos tenemos que preparar, ¡esta noche nos vamos de fiesta!- grité.

-¡Siii!- gritó Iván y empezó a bailar un baile suyo que siempre hacia cuando se ponía contento y yo lo imité.

-No entiendo vuestra forma de ver las cosas, puede que esta noche muramos y vosotros estáis celebrando que vamos de fiesta, a veces pienso que no estáis bien de la cabeza- dijo preparando la cena.

Cuando terminamos de comer lo que cocinó Miguel y de hacer tonterías, llegó la hora de ponerse en serio y comenzar el trabajo.

-A las 10 en punto os quiero a todos preparados en la puerta y tenéis que coger alguna arma pequeña- ordené - si llegáis un minuto tarde os daré una patada en las pelotas y creo que eso no lo queréis, así que... vosotros mismos- terminé.

Sin piedadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora