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Después de una increíble siesta en la nueva casa, me levanté esperando ver a Roger terminar de arreglar la sala familiar y desempacar, que era lo que estaba haciendo antes de que me durmiera en mi improvisada cama, que eran un par de almohadas y una cobija que había sacado del equipaje de mi padre. 

Al bajar las escaleras me encontré con que ya estaban los muebles arreglados y que habían unos tipos instalando un gran televisor, en una mesa de cristal, que jamás había visto. 

Al no encontrar a Roger decidí buscar una de mis cajas donde estaban mis cosas, pero me percaté de que las cajas que había visto hacía unas horas ya no estaban por ningún lado. Desesperada me asomé en la cocina encontrando a más hombres instalando esta vez la estufa y el refrigerador. 

¿Qué demonios está pasando? 

-¿Te gusta, Elle? -entró Roger haciéndome pegar un salto. 

-¿De dónde demonios sacaste todo esto? -pregunté mirándolo como si estuviera totalmente loco. -¡Cuando llegué la casa estaba vacía! 

El se río como si lo que dije tuviera algo de gracioso. 

-Sabes que soy un hombre de contactos y negocios. -me aseguró como si esa fuera la respuesta a todas mis interrogantes. 

-Papá, la casa está como si viviéramos aquí desde hace años. -le dije incrédula. 

Él bajó los hombros restandole importancia. 

-Quería que te sintieras en casa. -se excusó. 

-Papá, gracias a tu fantástica idea de que tengo que centrarme en los estudios aquí y conocer la vida de universitaria antes de entrar, voy a ir a un internado ¿recuerdas? -le refresqué la memoria. -Eso quiere decir que no tendré tiempo para apreciar tu obra de arte, realmente luce exactamente igual a nuestra casa en Pensilvania. 

Roger volteó los ojos ignorando mi odioso comentario. 

-Tienes que ver tu cuarto. -comentó emocionado. 

-Vengo de allá, estaba bien vacío hace cinco minutos. -exploté su burbuja. 

-Ese era mi estudio, tu cuarto es el de enfrente.-informó mientras empezaba a caminar hacia las escaleras. -Ven. -y no me quedó más remedio que seguirlo. 

Subimos y quedamos enfrente del cuarto donde había estado durmiendo antes, mi padre abrió las puertas y quedó en descubierto el cuarto que habían diseñado a la perfección. Todo era exactamente igual a como era en Allentown, las paredes eran de color carmesí, al igual que el borde de las ventanas. Habían cuadros de imágenes con mamá, con Sarah y con Connor en las paredes justo como en casa, la cama tenía la misma colcha y estaba perfectamente arreglada. 

Había una mesa donde estaba una caja con mi laptop y con mis libros, porque estaba claro que me los llevaría. Había un recuadro con una foto de dos niños disfrazados de batman y la mujer maravilla, Cris y yo, la misma que estaba en casa y que mi padre había sacado de mi equipaje. El guardarropa era de color blanco con rayas negras, no tenía nada adentro, pero mi equipaje estaba a su lado. 

-Wow. -fue lo único que logré decir. -Te esmeraste. 

El me sonrió y pasó un brazo por mis hombros apretándome junto a él. 

-Te amo, Elle. -confesó repentinamente mirando la habitación con tono nostálgico. 

Volteé mi cara para mirarlo con extrañeza, porque a pesar de todo, no era un hombre cursi. 

-Sólo quiero que lo sepas. -me dijo esta vez volteando a mirarme. 

-Lo sé, papá. -le contesté sonriendo. -Yo también. -me dio un beso en la coronilla y me soltó para bajar las escaleras. 

Te Encontré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora