LIBERTAD

Sorprendente propuesta

( en la foto Adam, en el video la cancion que canta Libertad, Black velvet Alana Myles)

El lunes siguiente ninguno de los dos hizo comentarios sobre el viernes. Volvió el buen humor entre los tres y se concentraron en los proyectos. Algunas miradas entre ellos ponían interrogantes pero ni una palabra dejo entrever la tormenta que se vendría en tan solo unos meses.

Dos meses después el proyecto de Vanderbilt estaba terminado. La empresa había cambiado su dinámica y llovían los clientes. Proyectos grandes y pequeños se ponían en marcha y se dieron el lujo de contratar un puñado de nuevos arquitectos que iban con la nueva política de la empresa. El grupo era colorido y divertido. Compraron el tercer piso para convertirlo en un gran estudio que los nuevos arquitectos tomaron bajo su mando. Parecía un caos pero en realidad cuando uno se ponía a mirar con detenimiento en las oficinas había un desordenado orden que cada arquitecto mantenía a su manera. Nunca se perdía un memo, nunca preguntaban dos veces y no había errores. El instinto de Octavio para contratar a cada uno de los profesionales no había fallado ni por un segundo. Formaron un grupo solido, responsable y por sobre todo divertido. La complicidad entre ellos en especial en los momentos más tensos cuando los proyectos se complicaban hacía que todo estuviera en marcha.

Libertad se sentía tensa. Trabajaba tanto que los fines de semana solo la liberaban cantar con la banda y luego dormía todas las horas que podía. Estaba decepcionada porque Octavio nunca se quedaba en el bar. Lo veía con una mujer nueva tomando algo cada viernes pero cuando ella estaba por subir al escenario ya se había ido. No era que le importara. Pero en realidad le importaba.

El lunes tenían la reunión con Adam Vanderbilt. Un genio dueño de la cadena de hoteles H.

El proyecto se trataba de un nuevo hotel, pretensioso, lujoso. Único en el país. A medida de los hoteles de Dubái. Se habían roto la cabeza con el presupuesto pero unos malditos 10 millones entrarían en la empresa con esa cuenta y ella iba a conseguir convencer a ese estirado de la manera más profesional pero con el vestido más espectacular.

Adam Vanderbilt era un playboy. Metro 1,90 ojos grises despiadados y seductores, su pelo castaño claro estaba siempre impecablemente peinado, acostumbrado a llevar del brazo a las mujeres más hermosas y a no tenerlas a su lado más que un par de semanas, quizás días. Se aburría rápido, le gustaban los desafíos.

Cuando Libertad llego a la oficina para ir con Esteban, Octavio y dos de sus mejores arquitectos al coctel todos se quedaron congelados. Libertad llevaba un vestido al cuerpo de seda, color crudo la parte de arriba era un corsé que marcaba su figura de una manera espectacular y pecaminosa, pespuntes en seda negra marcaban las líneas del cuerpo y hacían que sus pechos aunque no estuvieran demasiado expuestos se vieran espectaculares. Su cintura era una mínima expresión que luego se curvaba en su cadera, terminando en una falda que se adhería a sus muslos hasta sus rodillas de una manera elegante y exquisita. Las sandalias de tacón color piel dejaban ver las rosas de su empeine. Octavio reparo de nuevo en la esclava que llevaba en el tobillo. La rosa negra... debía hablar con ella de eso en algún momento. Se coloco una chaqueta color crema sobre el vestido mientras iba caminando lo que le daba un aire más profesional.

Llevaba su pelo planchado en un rodete alto estilo Audrey Hepburn, sus ojos  enmarcados en negro y la boca parecía casi desnuda pero llevaba un tentador brillo color piel.

Se detuvo airosa delante de todos los caballeros que la esperaban en el lobby de la empresa y viendo que nadie reaccionaba dijo divertida

_ Si le causo a Vanderbilt la misma impresión que a ustedes tenemos la cuenta asegurada_ paso riendo entre ellos para entrar en la limosina dejando la inconfundible estela de su perfume a jazmines en el camino. Octavio sabía que ella era perfectamente consciente del efecto que causaba.