Un año despues

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Había pasado un año de la partida de Octavio. Un año desde la mejor noche de su adolescencia. Aun lo quería. Siempre lo querría. No había tenido noticias de él. La única vez que se cruzo con su madre la miro con tanto desprecio que no quiso preguntarle nada.

Ese verano había estado obsesionada con Emanuel. El tenía 20 años, era el hijo de uno de los socios de su padre en la empresa de arquitectura y diseño de interiores. Eran un grupo colorido, ella los llamaba hippies capitalistas. Trabajaban duro para ganar dinero pero en el verano los que tenían trajes y corbatas durante todo el año podían ser vistos en shorts y remeras coloridas al borde de una fogata tocando la guitarra. Así había sido toda su infancia y estaba siendo su adolescencia. Amaba esa vida.

Amaba a sus padres. Tan diferentes al resto. Ellos eran divertidos, rockeros, hippies, la apoyaban en todo y le daban las opciones para que eligiera ser ella misma. Por sobre todo admiraban como se amaban. Sus padres se miraban con adoración. Se amaban con pasión y no los avergonzaba demostrar cuando se querían en ninguna circunstancia. Ellos el enseñaron que el amor es lo más hermoso que podía pasarle a un ser humano y que el sexo era la manera más intensa de demostrar amor y pasión. Le enseñaron a escuchar a su cuerpo, a ser responsable pero libre. Por eso cuando ella le dijo a su madre que había elegido a Octavio como su primer hombre no tuvo vergüenza ni miedo. Su madre la apoyo en su decisión. Le dijo que si ella sabía que él era el indicado y que estaba preparada que solo tenía que buscar el momento correcto. Lamentablemente no tuvieron mucho tiempo. Pero fue increíble.

Emanuel era el sueño de todas las chicas del grupo. Su cabello largo de un castaño asoleado casi rubio. Sus ojos verdes cristalinos. Una nariz recta y con carácter y esa boca generosa con sonrisa fácil y seducción mortal. A Libertad le gustaba mucho. Aunque él la trataba como a una nena. Ese verano con 17 años se encargaría de cambiar las cosas. Había trabajado en el gimnasio todo el año. Su cuerpo era firme, curvilíneo y marcado. Esa mañana cuando todos se juntaran a saludarse y a desayunar todos juntos haría su aparición triunfal. El dejaría de verla como a una nena. Se lo había jurado.

Llegaron al bungaló que sus padres tenían en la playa en la madrugada. Limpiaron un poco, sacudieron el polvo rápido y armaron las camas. Se recostaron un rato. Ella se quedo mirando el mar. Amaba el olor del océano. Amaba poder verlo desde su cama. Y odiaba el sol dándole en la cara por la mañana.

Su madre la despertó con un mate dulce.

_ nos esperan para el desayuno en la carpa, amor_ le dijo mientras ella entre dormida daba una larga bocanada al mate. Esa vez se despertó sin protestar. Tenía todo planeado. La bikini color cema con diseños de flores bordadas que había comprado con su madre unos días atrás le dejarían claro a Emanuel que ella ya había crecido. Que no era la virgen tímida del año  pasado cuando había rechazado besarla porque le había dicho que era demasiada chica para él. Lo dijo con dulzura pero lo dijo.

Se probó el bikini. Le gustaba que no fuera como los demás. Tenía el corpiño bordado que se amarraba en el cuello y la parte abajo era sexy pero cubría suficiente. Pero marcaba perfectamente sus curvas y resaltaba su culo perfecto. Se dejo el pelo suelto y revuelto. Cuando bajo sus padres ya estaban en su modo hippie. Su padre abandono el traje por la ropa suelta de lino. Su madre amaba los vestidos batik y abusaba de ellos en la playa. Se amaban como un par de novios. Cuando bajo su padre silbó a modo de aprobación y la abrazo.

_mi chiquita es toda una mujer_ le dijo dándole una gran palmada en el trasero

_ papaaaaa_ grito ella divertida.

Camino hacia su madre para ayudarla con las bolsas de facturas para el desayuno y ella guiñándole el ojo le dijo

_ Si Emanuel no te mira va a ser un gran tonto_

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