El coche gris pasó. Ella iba dentro y él se enamoró.
Un amor fugaz.
Un amor de un segundo.
Un semáforo en rojo, luego ámbar, luego verde.
Después humo y se esfumó.Ojos oscuros y pelo ardiente,
piel pálida,
pestañas largas y los labios tapados con su mano diestra.
Le pareció tímida.Cruzaron las miradas hasta que no pudieron seguir girando el cuello,
el ángulo de visión que tenían les imposibilitaba seguir con ello.Había una bolsa de deporte,
unos ojos castaños y un pelo oscuro,
más alto que fuerte,
por supuesto allí había más gente.Los negros y castaños bailaron, pero sus labios no.
Y ya está.
Terminó.
Terminó como las cosas veloces acaban.En otro segundo, y sin despedirse.