Sentados en esa mesa, ella no hizo más que criticarme, tenía razón pero yo no lo podía evitar. Tengo un ego infinito y Luciérnaga destruye mi orgullo en tan solo cinco segundos, imposible no admirarla. Nadie me había enfrentado como ella lo hacía, así que sonreí.
—Debo admitir que tienes agallas pero, ¿de verdad crees que conseguirás algo de mí tratándome así?
Frunció el ceño y me contestó enojada.
—¿Y cómo quieres que te trate? Señor Secuestrador.
—Te aseguro que si fueras más amable, conseguirías un mejor trato.
Continué alardeando.
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Casada con la oscuridad
Short StoryUna novela en pequeños párrafos donde la oscuridad y la luz contarán su versión de la historia, ¿pero por qué te lo estoy contando yo? Ellos mismos pueden contártelo. Narra Luz. ―La oscuridad, la oscuridad que me persigue, me he casado con la oscuri...