Y llega un día en el que puedes volver a respirar. Eso que te impedía respirar se ha esfumado. Notas el aire entrar en tus pulmones, cada vez más frío. Miras para atrás y te das cuenta de que día a día ibas pudiendo respirar mejor. Las cosas se volvían de color, de rojo sobretodo. Empezabas a sonreír sin motivo, así por así. A lo mejor si que había uno y tú te lo sabias, probablemente con nombre y apellidos. A veces mirabas a ese motivo, y simplemente te preguntabas que habías hecho para merecerlo, y agradecías que te hiciera sonreír, porque después de todo podías y una parte era gracias a ese motivo. Pero eso no viene al caso, puedes respirar y sonríes por ello, las noches se han convertido en tu tiempo de felicidad y los días, los días solo te sirven para sonreír, eres feliz y lo notas. Respiras con ganas, andas con decisión. Y ese aire, ese aire que te encanta sentir dentro de ti, se va haciendo frío y te encanta la idea. Ya tienes un motivo para sonreír aun que no tenga ni nombre ni apellidos. Miras la vida de otra forma, quizás del revés, ahora ves que cada detalle, cada persona o cada cosa te puede hace sonreír. Ves mas allá de lo conocido, vas viendo que los días no son tan grises ni tan largos, que no todos son iguales, y sobretodo vas viendo que tu por tu cuenta puedes ser feliz, y que lo demás va después. Aprendiste a respirar sin culpabilidad de ello.
