Y es que te fuiste, y no, no volviste. Pero te digo que ya te olvides de esa idea si alguna vez habitó en tu cabeza. Porque si vuelves el miedo de que te vuelvas a ir volverá contigo junto a todo el esfuerzo en ganar fortaleza. Te fuiste sin despedidas, ni siquiera dejaste una nota en el cristal joder. No dejaste rastro alguno, y mejor, pues de saber que había alguno, en su día lo habría seguido hasta el fin del mundo. En su día joder habría movido cielo y tierra por ti, pero menos mal que te fuiste. Menos mal que me dejaste vivir sin ti, ya era hora de que me acostumbrara a la felicidad. Gracias a ti aprendí a ser feliz yo sola y eso siempre te lo agradeceré. Dicen que el tiempo lo cura todo, y es cierto, cierra heridas como nadie. Pero tu partida, cerró todas de golpe, incluida la tuya misma. Te tengo que agradecer tantas cosas, aún que aveces note el vacío y te eche en falta un poco, gracias por hacerme fuerte, sino por tu presencia, por tu ausencia.