Capitulo 7

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-Completamente -dijiste, asiéndote a él, asiéndote al eje sobre el que giraba tu vida- Me retrasé en el período y compré una de esas pruebas que venden en la farmacia. Ha dado positiva. ¿Crees que puede ser incorrecta? ¿Voy al médico antes de que decidamos algo?

-No -dijo Liam-. Así que estás embarazada... Me pregunto cómo ha ocurrido -añadió pensativamente.

Te reíste nerviosamente.

-Es culpa tuya -le dijiste- Eres tú el que tiene que tomar precauciones.

-Y eso he hecho -replicó él- Bueno, al menos tenemos tiempo de casarnos antes de que toda la ciudad se entere de por qué lo hacemos.

Y aquello fue todo. La decisión estaba tomada. Liam se ocupó de todo, evitando que tu sufrieras cualquier pregunta indiscreta, cualquier inconveniente, ayudándote a soportar la decepción que suponía para tus padres.

Una vez más, fue siete años más tarde, cuando te dio cuenta del verdadero significado de sus palabras: «Al menos tenemos tiempo de casarnos antes de que toda la ciudad se entere de por qué lo hacemos». Y, por primera vez, pensaste que tal vez, en otras circunstancias, Liam no se habría casado.

Tú lo habías atrapado. Con tu juventud, tu inocencia, con tu confianza infantil y tu ciega adoración. Liam se había casado contigo porque creía que era lo que tenía que hacer. El amor no tenía nada que ver con el asunto.

El sonido de una llave en la puerta principal te devolvió al presente. Te diste la vuelta. Sentías una extraña calma, un extraño alivio. Miraste al reloj de pared. Eran las ocho y media. Liam no iba a volver a casa hasta varias horas después. Tenía una cena de negocios, te había dicho. Qué burda te pareció aquella excusa, te dijiste sonriendo amargamente y acercándote a la puerta del cuarto de estar.

Liam te daba la espalda. Tú te diste cuenta de la tensión de los músculos del cuello y de la rigidez de su espalda bajo la tela de su abrigo negro.

Se dio la vuelta lentamente y sonrió. Tu observaste su rostro cansado, pálido. Liam miró al teléfono descolgado. Se acercó, dejó la cartera de cuero en el suelo, y levantó el auricular. La mano le temblaba ligeramente al dejarlo en su lugar.

Caitlin debía haberlo llamado. Debía haber sentido pánico al ver que tu te negabas a contestar al teléfono y lo había llamado para decirle lo que había hecho. Te habría gustado oír aquella conversación, pensabas. La acusación, la defensa, la confesión y el veredicto.

Liam te miró, y tú dejaste que te observara durante unos instantes. Luego, sin decir nada, te diste la vuelta y volviste al cuarto de estar.

Era culpable. Lo llevaba escrito en su aspecto. Culpable sin atenuantes

Pasaron algunos minutos antes de que Liam se reuniera contigo en el cuarto de estar. Necesitaba algún tiempo para prepararse para lo que iba a ocurrir. Tú lo esperabas sentada, pacientemente.

Curiosamente, estabas muy tranquila. Tu corazón latía a un ritmo normal y tenías las manos apoyadas relajadamente sobre el regazo.

Liam entró. Se había quitado el abrigo y la chaqueta, y se había desanudado la corbata y desabrochado el cuello de la camisa. No miró te miró y se dirigió al mueble bar para servirse un whisky.

-¿Quieres uno? -te preguntó.

Negaste con la cabeza. Liam no repitió la pregunta, tampoco te miró. Se sirvió una generosa cantidad de whisky .

Dio un largo trago.

-Tienes una amiga muy fiel -dijo.

«Y un marido mentiroso también », pensaste.


Guía para padres (Liam y tu) Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora