Capitulo 26

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Levantaste la cabeza y viste la expresión cínica de Liam y entonces, otro velo cayó de tus ojos confiados. Liam se dio cuenta y su mirada se ensombreció.

Siempre habías aceptado que él y Caitlin no se llevaban bien, sin preguntarte por qué. Al saber la razón, te sentiste muy mal.

-Los hombres siempre deben desconfiar de una mujer a la que han rechazado -dijo Caitlin-. Después de todo, es una de nuestras pequeñas armas.

-Y tú la has usado con sabiduría, ¿verdad? -repicó Liam-. Apuntando directamente al punto más débil.

-A propósito, ¿cómo está _____? ¿Tiene la pobre alguna idea de lo pronto que has sustituido a Selena?

Tu ya habías oído bastante.Te separaste un poco de Liam y te volviste para mirar a la que en otro tiempo fuera tu mejor amiga.

A Caitlin se le mudó el color de la cara y, sin decir una palabra, se dio la vuelta y se alejó.

Tan pronto Liam y tu hablaron salieron del club y comenzaron andar hasta el coche.

-¿Cuánto tiempo? -le preguntaste una vez en el interior del coche.

-Años -respondió, avanzando entre el tráfico londinense.

-¿Y alguna vez se te pasó por la cabeza acostarte con ella? -preguntaste y observaste que Liam apretaba el volante con fuerza. Aquella pregunta ofendía su dignidad, pero tu tenías derecho a hacerla.

-No, nunca -respondió.

-¿Por qué no?

-Me deja frío.

-Entonces, ¿por qué no me lo dijiste?

-Porque confiabas en ella -dijo Liam, cruzando contigo una mirada sombría- Nunca oculté el hecho de que no me gustaba -te dijo.

-Pero tampoco hiciste nada para abrirme los ojos -dijiste-. Bastaba una palabra, Liam, una sola palabra. Con decirme que me estaba utilizando para conseguirte, habríamos evitado la pequeña escena de esta noche.

-¿Sabiendo lo mucho que te habría dolido la verdad? Sólo un canalla habría hecho algo así.

Al llegar a casa, te dirigiste directamente a las escaleras, sin molestarte en ir a saludar a Karen.

-Me duele la cabeza -le dijiste a Liam, lo que no era mentira- Por favor, pídele disculpas a tu madre de mi parte.

Todavía no te habías dormido cuando Liam entró en la habitación después de llevar a su madre a casa, pero fingiste que lo estabas. Fuiste consciente de cada movimiento de él, que se metió en la cama desnudo, como de costumbre. Se acostó boca arriba, cruzó los brazos por detrás de la cabeza y se quedó mirando al techo, mientras tu yacías muy quieta a su lado. Deseabas con toda tu alma que el destino los cubriera con un velo y borrara las últimas semanas de tu existencia, como si nunca hubieran ocurrido.

Pero el destino no fue tan amable de responder a tu súplica y siguieron allí acostados largo tiempo. La tensión era tan evidente que tu empezaste a sentirte sofocada. Entonces, Liam dejó escapar un suspiro y apoyó una mano sobre tu cuerpo. Tu no pudiste evitar volverte y echarte en sus brazos. Probablemente, necesitabas lo que iba a ofrecerle tan desesperadamente como él. Se amaron con un frenesí casi tan insoportable como el silencio anterior.

Selena te visitó una vez más, y justo cuando creías que, por fin, ibas a liberar tus reprimidos deseos, te pusiste muy tensa, en el mismo punto que en las noches anteriores. Liam se dio cuenta y se quedó muy quieto viendo cómo luchabas contra los demonios que te amenazaban y luchabas con todas tus fuerzas. Cerraste los ojos para contener las lágrimas, besaste a Liam para detener el temblor de tus labios y apretaste las manos sobre sus hombros para no estremecerte.

Cuando lograste alejar a Selena de tu mente, pensaste que habías superado otro obstáculo. Luego, con un suspiro, besaste a Liam.

-_____-susurró él al penetrarte.

Susurró tu nombre una y otra vez, como si quisiera decirte que había compartido contigo la batalla que acababas de vencer y que sabía que lo habías hecho por él. Sólo por él.

Sin embargo, cuando estaban a punto de llegar al clímax y, aunque sus cuerpos se movían al unísono, sólo Liam alcanzó el orgasmo y tu te quedaste al borde, sin llegar, sintiéndote perdida y vacía. Fue un fracaso tan grande que ni siquiera te atreviste a pensar en él.

Liam volvió a estar muy ocupado con la compra de una nueva empresa y tuvo que pasar muchas noches fuera, porque las negociaciones tenían lugar en Liverpool. Tu aceptabas sus excusas sin hacer preguntas, lo que dejaba a Liam tenso y lleno de frustración. Tu te quedabas en casa sentada, atormentándote con sospechas que bien sabías que eran injustas. Liam, a cambio, no te comentaba ninguno de sus negocios porque había decidido que no tenía por qué justificar ante ti todo lo que hacía. En pocas palabras, te estaba pidiendo que confiaras en él. Pero tu no podías, lo que sólo servía para poner tu matrimonio en la cuerda floja. Y la vida se hacía más insoportable a medida que iban pasando las semanas.

Entonces, una tarde, cuando estabas hojeando el periódico local, que te enviaban semanalmente por correo, viste algo que te aceleró el pulso.

Aquella misma noche, Kevin Evans daba una charla sobre su obra en una facultad de Arte que había cerca de allí. La entrada era libre.

Liam estaba fuera de la ciudad, pero, si su madre podía cuidar de los niños, ¿qué daño podrías hacer a nadie si asistía a la charla?

En el fondo, sabías que sólo estabas cediendo a la necesidad de herir a Liam donde más le dolía.

La culpa la tenía él, pensabas para justificarte mientras aparcaba tu coche en un sitio vacío delante de la facultad. No debía haberse mostrado celoso de una persona como Kevin Evans. Sólo gracias a esos celos estabas allí.

Te sentaste en la parte de atrás de la sala de conferencias.


No esperabas que Kevin te viera, y en caso de verte, sería difícil que te reconociera, al fin y al cabo, sólo os habíais visto una vez.

Pero sí te vio, y te reconoció al instante. Se acercó al estrado, miró sonriendo a la audiencia, te vio, se detuvo, volvió a mirarte, y logró que te sonrojaras al sonreír tan abiertamente que todo el mundo se dio la vuelta para ver a quién concedía el orador su atención tan abiertamente.

Tu le devolviste una tímida sonrisa y te ocultaste tras el cuello de tu abrigo azul pálido con el deseo de desaparecer cuanto antes.

Pero, en cuanto Kevin comenzó a hablar, volviste a relajarte. El ingenioso e inteligente discurso de Kevin atrapó tu atención. Estaba relajado y no dejaba de sonreír mientras contaba cómo se las arreglaba para captar las debilidades de sus víctimas.

En muchas ocasiones, te sorprendió riendo con el resto de la audiencia. Al verte, te guiñaba el ojo. Hacía mucho tiempo que no te sentías tan halagada.

Al terminar, Kevin se acercó a ti, agradeciendo alegremente las muchas felicitaciones que recibía de los asistentes.

-_____... -dijo estrechando tu mano- Me alegro mucho de que hayas venido.

-y yo me alegro de haberlo hecho -replicaste, sintiendo de nuevo una gran timidez- Ha sido muy interesante.

-¿Vienes a clase a esta facultad?

-Oh, no -respondiste, sonrojándote ligeramente porque jamás habrías esperado semejante pregunta. Luego pensaste en el aspecto que debías tener, con unos vaqueros viejos, el abrigo azul y sin maquillaje.  


Guía para padres (Liam y tu) Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora