Capitulo 28

443 11 0
                                    

-Entonces, ¿qué es lo que estás haciendo?

-Pues la verdad ... -dijo Liam, y suspiró con desconsuelo-, La verdad es que no sé qué estoy haciendo -confesó-. ¿Vas a ir al curso?

-¿Vas a hacer de marido dominante impidiéndome ir si quiero hacerlo?

-¿Me vas a hacer caso si te pido que no vayas?

-No.

-Entonces, no merece la pena que lo intente -dijo Liam encogiéndose de hombros y luego salió del salón.

Tu te quedaste allí sentada, furiosa y con una sensación de impotencia. Pero, sobre todo, con un intenso desamparo. Porque tanto si discutías como si hacías el amor con él, todavía te sentías desamparada cada vez que Liam se separaba de ti.

«Tu problema, _____, es que llevas tanto tiempo viviendo para él que ya no sabes vivir para ti»,te dijiste y aquélla fue la razón por la que decidiste asistir al curso cuando Kevin te llamó para decirte que todo estaba preparado.

Liam no dijo ni palabra. Pero tu supiste su opinión cuando abandonaste la casa un par de semanas después para asistir a la primera clase. Y cuando volviste, no esperó a que anocheciera para compartir la cama matrimonial, sino que, en cuanto apareciste por la puerta te agarró de la mano y te llevó a la habitación. Sin embargo, después de hacer el amor, sintieron una amarga frustración, porque, aunque te precipitaste con él en el ardiente camino de la sensualidad, Liam, de nuevo, alcanzó solo las puertas del cielo. Lo que no dejó satisfechos a ninguno de los dos.


Tu talento para la caricatura emergió a lo largo del curso. Incluso Liam se rió con las que hizo de toda la familia.

Kevin te animaba mucho. Nunca hacía ningún comentario personal en clase, pero después, cuando se dirigía con los alumnos a tomar algo al pub de al lado, siempre se sentaba a tu lado. Tu tratabas de ignorar el evidente interés de Kevin. Querías aprender de su talento, y temías, si él se ponía demasiado insistente, verte obligada a abandonar sus clases.

Llegó diciembre y tu te viste inmersa en los preparativos de las Navidades. Fuiste de compras muchas veces y te aprovisionaste para preparar comidas adecuadas para la ocasión. La casa se llenó de actividad.

Liam estaba todavía más ocupado y más preocupado también. Su única concesión a la necesidad tuya de ser considerada como algo más que su esposa era salir contigo regularmente. Iban al teatro, al cine, salían a cenar, a bailar. Tu te compraste más ropa elegante, aunque normalmente seguías vistiendo como siempre. Mantuviste tu corte de pelo porque te gustaba y porque era más cómodo que la melena.

Pero la tensión de tu matrimonio se manifestaba en otros detalles. Te cansabas con facilidad, te irritabas por pequeñas cosas y, a veces, te echabas a llorar sin motivo aparente, lo que dejaba a tu familia sumida en la preocupación.

Una tarde, tu coche no arrancó cuando te disponías a ir a clase. Liam estaba en Liverpool y no volvería hasta muy tarde. Pattie estaba cuidando a los niños. Caía aguanieve y tu contemplaste con desgana tu casa, que acababas de abandonar, sabiendo que debías volver a entrar para llamar un taxi, pero sin la menor gana de hacerlo.


Te sorprendiste al darte cuenta de que contemplabas tu casa como si fuera una especie de prisión.

Diste un profundo suspiro, te subiste el cuello del abrigo y bajaste la calle para tomar el autobús.

Llegaste a la facultad calada hasta los huesos, con el pelo empapado y aterida de frío. Con una exclamación, todos los alumnos se precipitaron para ayudarte a secarte. Alguien te secó el pelo con una toalla de papel y otro te quitó las botas y los calcetines.

-¡Vaya! -exclamó alguien- La dama lleva calcetines de hombre.

Todos rieron, y lo mismo hiziste tu. Te sentías alegre y libre por primera vez en mucho tiempo. Tenías la blusa empapada. Kevin te ofreció su suéter negro de lana. Te quitaste la blusa y te lo pusiste mientras las demás mujeres de la clase formaban una pantalla para protegerte de las miradas de los hombres.


Guía para padres (Liam y tu) Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora