Capitulo 25

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Aquella vez, Liam ni siquiera se levantó para saludar a quien os interrumpía, una pareja de mediana edad que se había detenido junto a él. Ni siquiera te presentó . Se limitó a cumplir con la más estricta cortesía, dejándoles claro que no quería ser interrumpido.

-Ahora ya sabes por qué no me gusta traerte a estos sitios -dijo-. Nos van a estar interrumpiendo durante toda la noche.

-¿Y qué tiene de malo? -preguntaste ofendida porque veías la irritación de Liam como un signo de su reticencia a presentarta como su esposa.

-Porque, cuando salimos, me gusta tenerte para mí solo -respondió y volvió a mirarte como antes, con aquella mirada oscura y posesiva que te hacía un nudo en el estómago.

Pero tenía razón. Volvieron a interrumpirlos al menos otras tres veces durante el curso de la cena. Finalmente,Liam te ofreció la mano para ayudarte a levantarte.

-Vamos -dijo-, podemos ir a bailar. Al menos, mientras estemos bailando, la gente no se atreverá a interrumpirnos.

Te llevó de la mano a través de las mesas hasta unas puertas cerradas que se abrieron al empujarlas con la mano. En aquella sala había menos luz. Desde la entrada, apenas se distinguía el otro lado, donde había una barra y un pequeño estrado donde una orquesta tocaba una pieza de jazz muy tranquila.

Liam te llevó hasta la pista de baile y te tomó entre sus brazos. Al instante, tu te viste asaltada por una extraña sensación de incertidumbre, como si él fuera un extraño. Un extraño alto y castaño que apelaba a tus sentidos y hacía que te sintieras como una mujer.

Pero no era ningún extraño, sino Liam, pensabas mientras comenzaban a moverse al ritmo de la música. Ningún extraño, sino el hombre con el que llevabas casada siete años.

Sin embargo, aquel Liam era extraño para ti, y no sólo porque estuvieras compartiendo con él una noche en su mundo. En realidad, era un extraño para ti desde hacía pocas semanas.

No pudiste evitar un suspiro lleno de tristeza. Él debió darse cuenta, porque apretó la mano que tu apoyabas sobre su pecho y te atrajo hacia el con la mano que apoyaba en tu cintura. Pero se detuvo al instante. Una repentina quietud los asaltó cuando la mano de Liam rozó tu espalda desnuda.

Tuviste que cerrar los ojos, estremecida por una oleada de sensaciones. Trataste de combatirla y moviste la cabeza para respirar otro aire que no fuera el que impregnaba el olor del cuerpo de Liam. Pero él te detuvo apoyando en tu nuca la mano que tenía la tuya agarrada.

-Déjate llevar -susurró. Tu diste un respingo. La primera vez que bailaron juntos tu llevabas una camiseta cortada por encima del ombligo y él metió la mano por debajo. Aquella vez llevabas una chaquetilla de terciopelo, algo mucho más sofisticado, pero tuviste la misma reacción ardiente y torrencial, que siseaba como el agua sobre el carbón ardiente.Te palpitaba el corazón y te estremeciste al notar que Liam recorría tu espalda.

«No», te dijiste, «no dejes que te haga esto».

Todo el vello de tu cuerpo se erizó en respuesta a las caricias de Liam. Cerraste los ojos y arqueaste un poco el cuerpo, de modo que rozaste con los senos en su pecho. Él se puso rígido y luego se agitó, presa de una necesidad tan vieja como el tiempo y dejaste escapar un suspiro.

-No ha cambiado ni un ápice, ¿verdad? -dijo-. Seguimos teniendo el mismo efecto el uno sobre el otro.

Tenía razón, te dijiste. Y con un último suspiro, que provenía de lo más profundo de tu interior, te dejaste llevar e hiziste lo que estabas deseando hacer tan desesperadamente y lo besaste.

Fue la primera vez desde hacía semanas que te acercabas a él intencionadamente. Liam respiró profundamente y dejó escapar el aire poco a poco.

-Vámonos a casa -dijo con voz ronca- No es esto lo que quiero que hagamos.

-Yo ... -dijiste. Estabas a punto de ceder. Te sentías como si ya no tuvieras nada que reprocharle. Pero entonces, otra persona les interrumpió, con una voz burlona y familiar, y aquella sensación se hizo añicos.

-Vaya, pero si es el mismo Don Juan en persona. y con una nueva conquista...


Tu cerraste los ojos. Al reconocer aquella voz, apoyaste la cabeza sobre el hombro de Liam, que se había puesto rígido como una tabla.

-Sabes que está casado, ¿verdad, querida?

Obviamente, Caitlin no te había reconocido.

-Lleva casado siete años, nada menos -prosiguió-. Con una chica preciosa, aunque un poco sosa que, en estos momentos, estará sentada en casa cuidando de sus tres hijos mientras su querido marido seduce a todas las mujeres que se le ponen por delante.

-A todas no, Caitlin -replicó Liam fríamente- A ti siempre me ha resultado muy fácil rechazarte.

¿Es que Caitlin había andado detrás de Liam?


Guía para padres (Liam y tu) Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora