Cuarto Capítulo

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Esa mañana fue relativamente tranquila en el instituto. Dos de los profesores habían faltado y habíamos estado leyendo en algunas otras horas. Yo no podía dejar de pensar en el mensaje. Es normal que se envien cosas de ese estilo por WhatsApp, pero ese mensaje era especial. No sabía quien lo había escrito ni quien lo había mandado. Además, la última hora de conexión en WhatsApp de Raúl seguía siendo a las 10 y media del día anterior. ¿Cómo me pudo alguien enviar el mensaje sin que la última hora se viese afectada? Era todo muy misterioso. Decidí entonces contarselo a Paula. Ella es mi mejor amiga, y decidí pedirle consejo a ver que me decía. Ella tampoco pudo darle explicación al suceso.

Sonó la sirena de las 3 y todos salímos apresurados. Mi hermano de otra vez iba cabizbajo y serio. Se veía muy deprimido de nuevo. Seguramente había vuelto a pelear con algún profesor.

-Oye, ¿estás bien?
-Bah.

Tras eso hubo un silencio bastante incomodo. No supe que decirle. Finalmente me decidí a preguntarle sobre su móvil.

-¿Qué le pasó a tu movil?
-Ya te he dicho que se me perdió.
-Ya, pero...¿Dónde?
-No lo sé.
-No tienes ni idea.
-No.

Tras eso hubo de nuevo un silencio incomodo. No volvímos a hablar hasta que llegamos a casa. Allí le esperaba a Raúl mi padre. Esa vez fue mucho peor que la anterior. Yo no sabía que hacer. Mi padre gritaba mientras mi hermano estaba sentado y cabizbajo. Mi madre, de nuevo, sollozaba en la cocina. Al final, mi hermano subió de nuevo a su cuarto y se encerró. Yo no dije nada, solo subí a mi habitación y me tumbé en mi cama. En cierto modo estaba muy preocupada por todo. Por un lado, ese extraño mensaje. Por otro lado, quién se lo había mandado. Y también estaban las peleas entre mis familiares mas queridos. Al final, me quedé dormida. Nunca olvidaré la horrible pesadilla que tuve. Yo estaba en mi cama tumbada despierta. Entonces, un fuerte sonido me hizo levantarme. De pronto, unas largas manos totalmente blancas y fantasmalmente frías, me agarraron las piernas. Yo gritaba y gritaba, pero no me podía liberar de ninguna manera. Finalmente, conseguí salir corriendo como pude. Comencé a escapar como podía de la manera mas rápida posible. Entonces, me tropecé y me caí por las escaleras. No me hice daño, pero preferiría haber muerto antes de ver la horrible imagen que tuve que soportar. El comienzo de mi historia de terror particular estaba a punto de llegar.

El Mensaje: Primera ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora