Vigésimo Capítulo

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Me desperté sobre las 9 de la noche. Había pasado cerca de 6 horas durmiendo. El delicioso olor de la lasaña de mi madre entró en mi habitación. Entonces me di cuenta: Mis padres, y por lo tanto mi hermano, habían regresado por fin del hospital. Bajé corriendo y allí estaban. Mi padre se hallaba sentado en su silla de siempre. Mi hermano estaba en el sillón con una venda negra en los ojos. Mi madre se encontraba en la cocina preparando la mesa. La tele estaba encendida, aunque me dio la sensación de que nadie se encontraba viendola. Todos estaban muy serios. Yo entré tímidamente.

-Hola...

-Sientate, hija...

El tono de mi padre era serio y preocupado.

-¿Se puede saber qué estabas haciendo allí y cómo encontrásteis ese cadáver?

-Pues... no sé... estábamos allí y nos asomamos y... Virginia se cayó y encontró el cuerpo...

-¿Y qué se supone que estábais haciendo allí?

Yo no quería contarle la verdad a mi padre, ya que podría preocuparse por mí o simplemente, tomarme como una loca.

-Pues... sólo estábamos dando una vuelta.

-Vale.

El tono de mi padre era muy serio y dejaba ver cierto miedo en su voz. No tenía ni idea de por qué. Justo en ese momento comenzó a sonar su teléfono. Él se abalanzó hacia el para cogerlo y salió al pasillo. Lo escuché cuchichear con un tono de voz muy preocupado, pero no le di mas importancia. Entonces comencé a hablar con Raúl. Le pregunté que qué tal estaba. Me respondió que bien, y que finalmente comenzaría a ver mejor en un par de días. A pesar de la buena noticia parecía estar muy deprimido en cuanto a su tono de voz. Estaba muy triste. Le pregunté y simplemente se resignó a decir que nada con un tono de voz muy apagado. Me acerqué a el lentamente y le quité suavemente la venda de los ojos. Él puso los ojos semicerrados y le pregunté si veía algo.

-Sí, ya distingo las formas y la luz mas o menos.
-Me alegro. -Dije con un tono de voz cariñoso.- ¿Qué te pasa entonces, Raúl?

El agachó la cabeza y puso cara seria y profunda.

-Raúl...
-Estoy harto de todo, ¿sabes? Tanto del instituto, como de los profesores, como de mamá y papá, y como del tema que ya sabes. Además ahora eso del mensaje. A veces pienso que soy sólo una puta mierda y un estorbo. No hago más que traer problemas, y estoy harto.
-Raúl... tú no eres un estorbo...
-Ya, eso dices tu.

Entonces se levantó y se fué a tientas hacia la puerta, para después subir las escaleras y llegar a su cuarto. Ya había estado deprimido antes, pero nunca de ese modo. Creo que era la vez que peor estuvo en cuanto a animo.


El Mensaje: Primera ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora