Tercer Capítulo

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"Mil días han pasado desde aquel momento, mi sufrimiento no cesa y no hace más que aumentar, al igual que mis ansias de venganza y que mi maldad. La muerte no es mala, los humanos son los malos, los humanos que producen la muerte de otros humanos inocentes, ellos dan la muerte y en ella encuentran la paz, mas no creas que la muerte te libra de los problemas, pues es la propia muerte quien más te los puede agravar. Me llamo Laura, y ahora mismo estoy detrás tuya. Ahí mismo seguiré a no ser que pases la maldición de este mensaje a 15 personas en un máximo de 15 minutos. En tu mano queda elegir, o tomar la muerte o darla para ser libre."

Este es el mensaje que me envió Raúl. No tenía ni idea de lo que significaba y de por qué me lo había enviado. Justo después de eso, él se asomó a mi puerta y me preguntó que qué me quedaba para estar preparada. Yo no le pregunté acerca del mensaje, y directamente comencé a vestirme y a prepararme.

Aproximadamente 20 minutos después estaba preparada. Ese era, para mi sorpresa, el día en el que la mañana estaba más tranquila. Raúl no discutió en ningún momento con mamá ni con papá. Aún asi, se percibía cierto mal estar en el ambiente. Sobre las 8 y veinte salimos hacia el instituto. Por alguna razón no quiso llevarme en su moto, así que ese día fuimos caminando al instituto. Eso me emocionó ya que hacía casi 1 año que no iban andando al instituto. Me entusiasmé pensando en aquellos viejos tiempos. Sin embargo, no fue así como pasó esa vez. Raúl estaba frío y distante, y su mirada estaba perdida en el horizonte. Entonces, creí que era el momento perfecto para hablar acerca del misterioso mensaje que le había mandado.

-Oye...
-Qué.
-¿Qué era ese mensaje?
-¿Mensaje? ¿Qué mensaje?

En ese momento me extrañé mucho, ya que no sabía nada acerca del mensaje que el mismo me había mandado.

-Ese mensaje que me has mandado esta mañana.

Él me miró con cara de sorpresa.

-¿Cómo que un mensaje? ¿Cuándo?
-Esta mañana, Raúl, tu me lo has pasado.
-No... yo no.
-¿Cómo que tú no?
-Es que... el teléfono se me perdió ayer, por favor no se lo digas a papá.
-Entonces... ¿quién me ha pasado ese mensaje?
-No tengo ni idea.

En ese momento, escuchamos el sonido de la sirena del instituto. Empecé a correr para no llegar tarde, sin embargo mi hermano se quedó atrás. Yo me giré y lo vi a lo lejos caminando cabizbajo. Entonces, continué corriendo hasta llegar al instituto. Entré con muchas dudas acerca de lo ocurrido esa mañana. No tenía ni idea de qué era ese mensaje ni de quién me lo había enviado, pero había algo detrás de lo ocurrido que me daba muy mala espina.

El Mensaje: Primera ParteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora