Primeros días de trabajo.

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Cuenta Lía.

Hoy era lunes y por fin empezaría a trabajar. Me encontraba en el despacho de Kingsley, íbamos a ir al despacho del primer ministro muggle. Mi aspecto era diferente, mi pelo era rubio con mechones castaños. Tomamos los polvos flu y los lanzamos a la chimenea.
-Despacho del primer ministro muggle.- exclamé al meterme en la chimenea.
-Buenos días.- me saludó el primer ministro.
-Buenos días.- saludé mientras me levantaba y Kingsley llegaba.
-Primer ministro.
-Ministro.- se saludaron mutuamente.
-Veníamos para que ayuda se a esta chica a conseguir trabajo.
-¿Por qué?- preguntó extrañado
-Señor primer ministro. Quería conseguir trabajo como detective de crímenes variados. He estudiado para este trabajo todos los libros que se podrían estudiar en cualquier universidad del mundo muggle. Además...
-Espera ya le explico yo.- me interrumpió Kingsley. -La chica acabó los estudios con lo que se llamaría en este mundo, con matrícula de honor. Trabaja como auror y empezará como profesora en el colegio más prestigioso de este país. Y se acuerda de las desapariciones y muertes que hubo hace tiempo, cuando vine a avisarle que era el nuevo ministro y que ya no debía preocuparse. Pues esta chica ayudó y fue una de las protagonistas. Además de esos chicos de los que le hablé, el trío de oro, pues ahora son el cuarteto de oro.
-Bien. Te llevaré a la oficina de los detectives más famosos y buenos del país, pero quiero hablar a solas contigo. Tranquilo, está en buenas manos.
Kingsley se fue y nos quedamos solos hablando.

Cuando terminamos nos dirigimos en una limusina al edificio. Este era alto, con las ventanas translúcidas, tenía unas diez pisos, y tendría unas veinte oficinas en cada una. Los guardias al ver la limusina, conocida por ellos, abrieron la puerta para vehículos, y entramos. Alguna persona vestida con traje militar y con muchas medallas, concedidas por la reina a la que conocería mañana, esperaron a la entrada del edificio al primer ministro.
-Será mejor que te pongas una traje más formal.- me aconsejó, pues venía un vaqueros, y una blusa floreada. Con un chasquido me cambié a unos pantalones negros, una camisa blanca, una americana también negra y unos tacones negros. El pelo me lo dejé como antes, pero más ordenado.
-Perfecto, ojalá supiese hacer eso yo, pero bueno no estamos para eso.
-Recuerde que nadie puede saber mi verdadera identidad, aunque usted me conozca desde que era una cría de un año.
-Señor ministro, señorita.- nos atendió el chófer abriendo la puerta trasera de la limusina.
Primero salió el primer ministro y después le seguí yo, aunque su secretaria estaba a su lado desde que salió del coche.
-Bienvenido señor ministro.- saludó uno de ellos. El más mayor, estaba entre más personas pero más jóvenes.
-Buenos días general Chad Scott. Le presentó a la señorita Lía Lily Evans.
-Buenos días señor. Le doy la enhorabuena por haber logrado ser general.
-Gracias.
-Será mejor que vayamos a su despacho para hablar sobre ella. Así tendremos más privacidad.
-Está bien, señor.- se dio media vuelta y el ministro le siguió hablando con él. Yo les seguí un poco más apartada, pero algo más delante que dos personas más que iban con un traje negro, guardaespaldas del primer ministro. Los dos eran enormes, que solo ocupaba medio cuerpo de uno de ellos. Me intimidaron, pero no lo demostré.

Seguimos caminando y entramos en un ascensor y subimos a la última planta. Al llegar nos dirigimos a una oficina más grande que las demás y entramos.
-Chicos, quedaos fuera.- les ordenó a los dos guardaespaldas.
Los dos se sentaron y yo me quedé de pie un poco intimidada por las miradas penetrantes de los dos hombres.
-Tranquila señorita Evans, puede sentarse.
-Gracias señor ministro.
-Bien, ahora vamos a hablar para que dejé mi despacho y vine aquí. Esta chica quiere conseguir un trabajo aquí, de detective de crímenes variados.
-¿Puedo ver su curriculum señorita?
-Lo siento, pero no lo tiene, ella ha estudiado un tipo de cosas que nunca entendería. Solo le digo que se acuerde que hace pocos meses desapariciones y asesinatos extraños golpeaban nuestro país. ¿Se acuerda?
-Así es señor. Pero de repente de un día para otro cesaron y no ha vuelto a haber.
-Pues eso fue, en gran parte, gracias a esta chica. Rastreó todo el país, los encontro y con ayuda de unos amigos consiguieron cogerles y por desgracia los tuvieron que matar a defensa propia.- le explicó de una manera demasiado rebuscada mi experiencia con magos tenebrosos.
-Increíble, todo nuestro personal se puso en movimiento al notar que era extraño que lo que pasaba no era normal, y uno chiquillos pudieron hacerlo antes que nosotros.
-Bueno, yo me voy. Espero que le des un buen trabajo, pero ahora debo irme, suerte señorita Evans.
-Gracias señor.- le agradecí y le hice una ligera inclinación de cabeza.
-Nos vemos.- se despidió y cerró la puerta del despacho yéndose con los guardaespaldas.

Vivir No es Para Siempre  #Wattpad QualityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora