Vivir No es Para Siempre #Wattpad Quality

Capítulo 10.

Cuenta Sirius.

Cuando había pasado media hora y mis dos ahijados no volvían decidí ir a por ellos.
-¿A dónde vas?- inquirió Remus.
-Debo ir a ver por qué tardan tanto.
-Te acompaño.
-Voy con vosotros. No dejaré que les pase nada.
Nos aparecimos en el lugar de batalla y vimos a Rookwood desangrado. Nos pusimos a buscar. Tonks estaba desesperada, buscaba por todas partes, cuando se arrodilló y empezó a llorar.
-¿Qué...? ¡Harry!- le cargué, estaba pálido, el pulso era muy irregular, se estaba muriendo.
-Me tengo que ir. Harry está muy mal.
-Te acompañamos. Lía, tiene una herida de bala en el abdomen y está sangrando.
Nos aparecimos en el Hospital San Mungo y llamamos a unas enfermeras que se los llevaron a una parte privada.
Llamamos a las personas de la Orden y todos llegaron preocupados.

Llevamos dos horas aquí.
Entonces salió un medimago.
-¿Familiares de los señores Potter?
Todos nos levantamos, pero al final solo dimos un paso adelante Remus, los señores Weasley, Ginny, Neville y yo.
-Vengan conmigo. Deben dividirse para entrar, pues están en habitaciones diferentes.
-Los familiares del señor Potter que vengan por aquí.
Remus, Ginny y yo nos dirigimos al lugar que nos guiaba el medimago.
Entramos en una habitación y Harry estaba en una cama con muchos cables, el pulso era bajo y aquello nos preocupo.
-Señores, el señor Potter ha recibido una fuerza desconocida y no sabemos si se volverá a levantar.
Ginny empezó a llorar y la abracé consolando a la novia de mi ahijado mientras yo también soltaba lágrimas.

Cuenta Neville.

Sirius, Remus y Ginny se fueron a ver a Harry y los señores Weasley y yo fuimos a ver a Lía.
-Señores, la señorita Potter acaba de despertar.
-¿Qué tal estás, Lía?- preguntó el señor Weasley.
-Bien, gracias tío Arthur.
-Menudos sustos nos dais, cariño.- añadió la señora Weasley.
-¿Cómo que dais? ¿Quién está aquí?
-Tu hermano, mi amor. Él estaba contigo.
-Pero... no.- soltó en un susurro.
Se levantó como un rayo y se fue corriendo a la habitación de Harry.
-¡Lía!- grité para seguirla.
Corría detrás de ella y al final llegamos a una habitación que tenía la puerta cerrada. Ella entró y soltó un grito.

Cuenta Lía.

Entré a la habitación en la que noté la presencia de mi hermano, lo vi pálido.
-¡No!- grité. Me acerqué a él y le acaricié la mano.
-Señorita, debería estar en reposo, todavía no está totalmente recuperada.
Pero yo no hice caso al medimago. Empecé a comprender lo que había pasado. Me alejé con cara desfigurada, no me lo podía creer, yo era el peor ser del mundo. Me aparecí en mi casa y allí Kreacher salió corriendo.
-Señorita, ¿qué...?
-Tengo que pedirte que avises a los demás elfos que lleven a la familia real a su verdadero hogar, la guerra ha acabado. Cuando termines ven a mí habitación.
Subí corriendo las escaleras y me encerré. Me tumbé en mi cama a llorar. No podía creer que hubiese sido así, no debía haber echo eso, esto no debía haber pasado.
No sé en qué momento me dormí, pero la voz de Kreacher me despertó.
-Señorita, le traje tila para que estuviera mejor.
-Gracias Kreacher, debo contarte una cosa. Voy a ir al hospital a visitar a mi hermano.
-Claro señorita, pero por qué está así. Kreacher está muy preocupado.
-No pasa nada. Solo no quiero ver a ningún humano por un tiempo. Me voy, llegaré antes de la hora de la cena.- lo abracé y me aparecí en la habitación de mi hermano.
-Pido que todo el mundo se vaya y me deje sola.
-Lía... que...
-Fuera. Ya.
Todos se fueron y me acerqué a Harry.
-Harry, te pido perdón. Puede que esto te duela, pero no puedo hacer nada más.
Puse mis dos manos en su pecho y toda la fuerza negativa que había llegado a su cuerpo por mi culpa desapareció y se metió a mi cuerpo desapareciendo.
Ahora tardaría en despertar, pero sabía que lo acabaría haciendo.
Le dejé una nota en la mesa con un sello del símbolo de mi casa creada.
Me aparecí en mi casa y no saldría.
-Kreacher.
Un plop se escuchó y mi elfo apareció.
-¿Sí, mi señora?
-Te pido una cosa. No dejes que nadie entre en esta casa. Pondré hechizos, pero si alguien quiere entrar no le dejes, y si insisten, te autorizo a hacerles aparecer en sus casas.
-Claro señora. Kreacher la quiere.- le sonreí cálidamente.
-Y yo a ti, Kreacher.
Mi pequeño elfo se fue y yo me concentré.
Con cinco minutos ya estábamos totalmente protegidos por un potente hechizo Fidelio. Así no me encontrarían.