the red shoes • larry stylinson

capítulo XVIII

"Primero quieres ir a la izquierda y luego quieres girar hacia la derecha. Quieres discutir todo el día y hacer el amor toda la noche. Quieres ir arriba, luego abajo y luego a medias. Oh, realmente quiero saber qué quieres decir"

Muchas cosas habían pasado desde entonces. Los exámenes finales de ese semestre estaban concluidos, el periodo de vacaciones había finalizado. Incluso el cumpleaños de Louis, y navidad-que no habían tenido nada de especial realmente-habían pasado. Y es que como bien dicen, hay más tiempo que vida.

Ahora bien, la primavera había comenzado. Algunos pájaros se posaban en los ventanales de la casa de los Tomlinson y canturreaban una corta cancioncilla hasta que entonces decidían que era momento de irse. El cumpleaños de la pequeña Scarlett estaba próximo, y a diferencia de su propio cumpleaños, éste sí que le emocionaba al oji-azul.

Aquel día era sábado, y por fuera de lo común, ése sería el día en el que llevaría sus papeles de solicitud a la oficina de la universidad a la que había decidido aplicar.

Marshall University además de traer buena pinta, no exigía las mejores calificaciones del mundo, ya que con un trío de B y un par de A bastaba para estar dentro. El semestre concluido Tomlinson había obtenido tres A y dos B. Al inicio sus padres creyeron que su hijo había modificado sus resultados y tuvieron una plática bastante seria al respecto. Comúnmente Louis llegaba a casa con notas más bajas a -D y por esa misma razón lo cuestionaron hasta que enojado les confesó que realmente deseaba alejarse de tanta mierda creciente en Londres.

Al final, terminaron aceptando que su hijo estaba luchando por lo que quería por primera vez e incluso lo felicitaron por sus buenas notas. Él ni siquiera había agradecido por ello. Simplemente había asentido con la cabeza y había salido en su auto con una cajetilla de cigarros en mano.

Los días que habían pasado desde que vio la reacción de Harry al escucharle en el festival de navidad le dejaron bien en claro que el chico de hermosos rizos chocolate ya no estaba interesado en él. Era de imaginarse, Louis tampoco perdonaría su nivel de estupidez.

Salió de la casa con un cigarrillo encendido. Últimamente había retomado el hábito de fumar una buena cantidad de éstos. Era una manera de relajar su estrés, así como liberarse y sentirse más tranquilo. Liam se preocupaba por ello, le recordaba lo sano que se veía cuando lo dejó, pero no hacía el más mínimo caso.

Con Zayn, ni siquiera se había vuelto a topar, y estaba seguro de que él lo hacía a propósito por pena a mirarle a los ojos. Y extrañamente, Louis añoraba su compañía. Liam lo hacía de igual manera. Le había comentado que se estaba viendo con alguien más -que por cierto, jamás dijo nombre puesto que le juró no le conocía - y ambos eran felices.

Louis estaba seguro que ese alguien era Harry. Y su corazón dolía con gran intensidad al pensarlo.

El centro de oficinas de la prestigiada universidad quedaba a no más de cinco kilómetros de su casa. Se tomaría algo de tiempo en llegar, pero la verdad era que no le enojaba. Louis disfrutaba conducir solo a cualquier hora.

La húmeda mañana lo recibió con los brazos extendidos al salir de aquel lugar e instintivamente dio una calada al arma mortal que llevaba en manos para guardar un poco de calidez en el interior de su cuerpo. En su opinión ese sería un buen día, así que decidido subió a su auto y lo encendió. Colocó la radio y una canción que había escuchado en alguna parte más no recordaba su nombre sonaba. Era buena y por lo mismo subió más el volumen.

Sin prisa fue recorriendo las calles que correspondían y fue entonces cuando ante la tranquilidad de su fría soledad se percató de lo rápido que el tiempo había pasado. Recordó el taller de danza, el cual dejó al iniciar el último semestre en The Royals Academy. Los buenos momentos le perseguían al recordarlo y lo extrañaba. Juilliard se había negado a dejarlo ir cuando se enteró que le abandonaría, juraba que su alma era el complemento de la de Harry y viceversa. Tal vez lo era, tal vez no, pero nada podría hacer para reparar el sufrimiento que el chico de dulces ojos verdes había sentido.