capítulo XXI

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La universidad era una cosa muy distinta en comparación a la academia a la que solían asistir en Londres. Ésta a diferencia de la otra, era gigante. Con más de diez edificios en los que los alumnos se hospedaban y además, el colegio en sí, que eran los planteles en donde se impartían las clases. Había también una biblioteca que contenía todo tipo de obra literaria, una cafetería enorme, un estacionamiento, piscina que sólo abría de viernes a domingo y los demás edificios que era para ciertos maestros que se hospedaban ahí por igual ya que no tenían lugar más cercano que la misma academia.

¿Y qué era The Royals Academy en comparación de esto? Pues lo mejor que Harry había vivido.

A pesar de las malas experiencias que vivió ahí durante el último año, las vivencias anteriores no pasaban desapercibidas; en ese lugar había aprendido decenas de cosas: Ballet, cantar, tocar instrumentos, las materias que tomaba, y sobre todo ello a amar con el corazón.

Esa misma era la razón por la que tanto se aferraba a que si había llegado hasta América era porque lo merecía después de tantas caídas por la vereda que cruzaba. Y en cierto modo no se arrepentía de estar ahí, puesto que con el paso de las semanas se dio cuenta que el espíritu que llevaba dentro, aquel al que tanto le gustaba bailar por todo mundo, brincotear e ir tarareando canciones de sus bandas favoritas, no se cansaría jamás de desarrollar sus capacidades artísticas. Y pensó que incluso podría dedicarle su vida completa.

Esa fue una de las demás razones que lo impulsaron a un nuevo comienzo y una nueva vida.

De Louis no había sabido nada porque la carta que le envió jamás tuvo respuesta. No se enteró alguna vez de a qué universidad había aplicado y tampoco se enteró si quiera si su carta le había llegado. Había días en los que ciertamente quería llamarle a Liam y preguntarle por él pero según lo que Zayn le había dicho, el chico no estaba pasando por un buen momento y por ello mismo no recibía ningún tipo de mensaje. Harry quiso pensar que su mejor amigo, claramente Louis, le hacía compañía y era por eso por lo que no había respondido nunca.

Lo que no sabía era lo equivocado que estaba.

Por otra parte, su relación con Zayn había fracasado completamente, pero ninguno de los dos se veía con la fuerza suficiente para acabarla, debido a la compañía mutua a la que se habían acostumbrado. El moreno no dejaba que el rizado mirase los mensajes de su teléfono y mucho menos que lo tocase al menos. No compartía muchas cosas con él, pero por otra parte, sí que le exigía contacto físico, tanto como besos, caricias e incluso toques más allá de lo que acostumbraban.

Además le había anticipado, -dos meses antes para ser exactos-que había comprado un vuelo redondo para dirigirse a Londres. Dejando a Harry sin más opción que aceptarlo.


-XX-


Esa noche, las luces de la habitación estaban apagadas, el aire corría denso y hervía al mismo tiempo al contacto con sus cuerpos. En medio de la oscuridad, apoyados contra la fría pared que comenzaba a empaparse de sudor, estaban Harry y Zayn. Gimoteos salían de sus labios por medio de sus besos.

-Déjame tocarte, Harry. -susurró el moreno, con la voz gruesa y rasposa. Provocando ansiedad en el chico ruloso de largos cabellos.

Tiempo atrás se hubiera negado a aquella súplica, pero en la actualidad la lujuria se había apoderado de su cuerpo, y lo único que quería era llegar más y más lejos, sin detenerse a pensar, puesto que si lo hacía, su mente lo llevaría al mismo lugar de siempre: Louis.

the red shoes • larry stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora