Cap.18 Trazos

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Me dejo en mi apartamento y se fue no sabia si para siempre pero algo dentro de mi palpitaba tan fuerte que no pude evitar escurrir unas lagrimas por mis ojos, unas lagrimas mas que saladas con un sabor a amargura todo mi cuerpo y entrañas querían y exclamaban correr por él perseguirlo pero mis piernas por mas que hacia el esfuerzo, mis piernas cansadas se negaban a correr por el a seguirle el paso en esta absurda historia.

Aquella noche a las doce la despedida de el afuera de mi departamento fue tan amarga que no me imagino una escena igual en alguna mala película como nuestra pésima historia solo se que enfrente a él, aquel chico que me quiso y fue mi delirio en una mala temporada de mi vida aquella noche pasando mi puerta no lo iba a volver a ver en algunos años y que tal vez esos años marcaban un olvido seguro, no tuve palabras para despedirme de Kyan ni para desearle un buen viaje, por que era obvio que le encantaría como unos cigarros su estancia en Inglaterra, digo dejaría todos sus recuerdos atrás, todas las personas que alguna vez él quiso, me dejaría a mi muerta de frió.

No le dije nada porque solo si mencionaba algo las lagrimas no tardarían en asomarse de mis ojos , él lo entendió y solo me dijo unas palabras que no le sirvieron a mi cuerpo para consolarme.

-Creo que hasta aquí llegamos, te quiero, cuídate por favor.

Y me dio un beso en la frente y se marcho.

No quede de bastada solo que cerrando mi puerta me senté en el piso a llorar.

Llore unas lagrimas que jamas regresarían a mi que no me pertenecían si no que esas lagrimas tenian que ser lloradas en frente de Kyan, así por lo menos le hubieran dicho algo mis ojos lo que no pudo decir mi boca pero no fue así.

Pasaron los minutos las lagrimas cesaron me propuse a prepare un café para pasar esa noche de invierno, fría pero en lo mas profundo de mi podía sentir algo cálido y eso me hacia que me calmara y tuviera un poco de fuerzas.

Pasaron dos horas y no paso nada.

Estaba tan tranquila la noche, que cualquier sonido se podía escuchar en aquel momento.

De repente en la penumbra del momento se escucharon una botas pesadas subiendo las escaleras, no se me ocurrió nada hasta que estaban tocando mi puerta.

Fue un movimiento brusco de mi algo impulsivo, corrí y abrí la puerta de madera que del otro lado me tenia a la persona mas importante de aquel entonces era Kyan a las tres de la mañana en mi puerta en mi departamento, otra vez solos, solo la noche era nuestra cómplice.

No se ni siquiera como fue, tan espontaneo todo, solo se dio de un momento a otro fue tan natural pero a la vez tan expuesto.

-Rose, No quiero dejarte ir....

-Cállate

Lo mire fijamente a los ojos, aquellos ojos que me transportaban a los lugares en donde lo mire y en donde me hizo feliz a su manera tan sigilosa pero notable y él me miro a mis ojos vacíos que solo tenían su reflejo, lo bese me beso da igual nuestras bocas se empezaron a tomar fue un beso cálido.

Nos fuimos tomando, apropiándonos de nuestros cuerpos.

Tenía muy poca edad a comparación de Kyan no sabia nada de la soledad que te dejan después de tener sexo y tampoco sabia que era un orgasmo ni mucho menos el placer, mi placer.

Era virgen, Kyan fue quien marco mi principio en el mundo de la penetración, aquella noche en el sexo llore y gemí como nunca. Era tan inocente y tonta en esos momentos que agradezco que fui de Kyan.

Nos besamos sus besos eran como estar en los lugares en donde estuvimos estaba llorando gritando a la vez en la que me lastimaba, haría todo por él y lo peor es que el lo sabia.

Me empezó a recorrer la cintura al mismo tiempo que me quitaba la ropa despacio, me beso y pude sentir su calor, sus manos trazando el recorrido de mi cuerpo trazando cada unos de sus movimientos, trazando mi cuerpo, me hizo suya en cuerpo y alma jamas me había entregado a nadie así y nos largamos a la cama después de unos besos, cuando nos dimos cuenta ya estabamos en la cama.

Me sedujo tan bien que parecía una gata que lo eligió a él para hacerme sentir distinta al resto, era su juguete nuevo.

Me agarro del cabello me puso boca abajo y hizo lo que jamas a podido hacer otro, me hizo sentir lo mejor del mundo, que no le dije nada, no lo detuve porque me gustaba lo que estaba haciendo conmigo.

Kyan estaba jugando tan bien, tocando y experimentando con mi cuerpo y todo los besos las lamidas su saliva, los roces y juegos me fascinaron.

Después de un rato de jugar con mis labios me empezó a rozar su pene en mi vagina yo estaba tan lubricada que solo sentía un pedazo de carne caliente recorriendo mi mojada vagina, lo mire a los ojos y como una señal le ordene que me penetrara.

No lo dudo dos veces, estaba besándome y agarrando todo lo que podía, y yo atrasada pero intentando seguirle el paso sin éxito alguno gemía y gritaba... me penetro por primera vez.

Sentí mis fluidos y los de él, su pene frotando, saliendo y metiéndose en mi vagina, empece a sentir un dolor como si se estuviera rompiendo algo dentro de mi las lagrimas y gritos no tardaron en aparecer, pero a pesar del dolor no quería que parara por que por primera vez me hizo sentirme viva, aquella noche fue cómplice de lo mas hermoso de mi vida, la vez en la que descubrí tal vez tarde no lo se que Kyan me podía curar y desgarrar lo mas profundo de mi siempre que el quisiera.

No sabia que llenar el vació entre dos personas...es tan agradable.

Fue mi luna, mi sol, mi mundo, el tiempo, mi todo, mi secreto mas profundo, mi fe, mi espíritu, mi cielo y mi infernó aquella noche Kyan pudo tocar mi corazón con un simple pedazo de carne.

Como Dios me trajo al mundo desnuda Kyan me tenia ahí donde o podía arrepentirme fui suya, el momento empezaba ahora, a partir de aquí, mi mente estaba en blanco pero a Kyan no le importo, sus manos me estaban tocando, mis labios estaban abiertos, estábamos sudando y perdiéndonos entre el placer, solos con nuestros deseos y almas.

Kyan no podía detener cada vez era mas brusco pero no le importaron mis gritos, él no paro y eso a mi no me importo, y pensar que primero fueron caricias de niño bueno que se subieron de tono y ahora aquí estábamos, desnudos y sin ganas de dormir.




Una Sumisa Del MontonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora