- Mantenlos a todos lejos de la habitación, incluso al niño. Si quiere ver a su madre, tendrá que hacerlo conmigo a su lado.-
- ¿Y lo otro?.-
Alex volvió el rostro hacia Byron, lo otro era más difícil de controlar, mucho más difícil.
- De momento no permitiremos a ningún miembro de la raza, mestizo o puro, que se acerque al perímetro. Confío en ti, pero no en nadie más.-
- Yo también puedo olerla, Alex. Es un maldito faro en la oscuridad. Leopold tuvo que marcar con dureza su territorio para conservarla, pero siendo humana, eso no era un desafío como lo es ahora.-
- ¿Crees malditamente que no lo sé.?, he estado en esa habitación los tres días que ha estado luchando por vivir, y notar minuto a minuto como se producía el cambio, no hace que sea más fácil el luchar contra mis instintos más básicos. Conservarla en estos momentos es un riesgo que no necesito, pero tampoco puedo deshacerme de ella con tanta facilidad. Es mi culpa que sea lo que es ahora. No puedo lavarme las manos tan fácilmente.-
- Si estás intentando decirme, que esa cuarta parte tuya humana está dominando tu parte vampiro, puedes ahorrártelo. Soy igual que tú, ¿recuerdas?, así que sé lo que te está arrastrando a actuar así.-
- Entonces harás lo posible para protegerla, porque voy a conservarla, de momento.-
Byron asintió y desapareció de la sala. No quería discutir con él, no cuando su parte animal estaba dominando a su cabeza. Él no iba a dejarla marchar, ningún vampiro, mestizo o puro, dejaría libre una pieza como ella. Existían pocas hembras de la raza que desprendieran un aroma como el suyo, pero ella era más. Tenía un remanente humano de fondo, que hacía a un miembro de la raza salivar con solo percibir su rastro. A medida que el residuo de la sangre de Alex se difuminaba, con la sangre sintética que el doctor seguía suministrándola, la marca de posesión se disipaba. Solo si se alimentaba de Alex con regularidad, y además intercambiaban el resto de marcadores olorosos corporales, el aroma de Alex se fundiría con el de ella. Sería entonces una hembra reclamada, y nadie: vampiro puro, mestizo o humano, podría romper ese vínculo. Pero al igual que ocurre con los divorcios entre la raza, a medida que la sangre y los marcadores dejaban de compartirse, el aroma personal volvía a recuperarse. Byron sólo veía una solución, seguir intercambiando marcadores con ella, así la mantendría prohibida para el resto de machos. Mientras ella no fuera consciente de su situación, todo podría seguir fluyendo con normalidad. Pero llegará el momento en que ella se dé cuenta de todas sus diferencias, y de lo que conllevan. Ser de la raza exigía respetar unas normas de convivencia, y tendría que aprenderlas si no quería resultar dañada o utilizada. La mujer tenía que asegurarse una posición sólida, de lo contrario, sus nuevos congéneres se aprovecharían todo lo posible de ella, hasta destruirla.
Alexander soltó el aire pesadamente, necesitaba controlarse a sí mismo para entrar de nuevo a aquella habitación. Intentaba permanecer a una distancia segura la mayor parte del tiempo, pero no siempre era posible. Si olerla y no saltar sobre ella era difícil, estar cerca y sentir su calor lo era aún más. Tocarla sería una prueba casi imposible de soportar, sobre todo para él, que había probado el sabor de su piel, y había degustado el sabor de su sangre. No, ahora sería peor. Como humana su olor era exquisito, como raza, ella era un pecado celestial. Había un mayor premio que probarla, y era poseerla.
Una fuerte arcada, y los estertores de la asfixia llegaron claros desde el piso de arriba. Alexander corrió hasta la habitación, pero ella no estaba en la cama. Olfateó el aire ya saturado, buscando el olor más fresco. El baño, aunque no le hizo falta seguir el olor, los ruidos de las arcadas volvieron a inundarlo todo. Abrió la puerta del todo, y la encontró medio arrodillada y medio caída sobre el inodoro. Su cabeza luchaba por mantenerse fuera, pero sus brazos casi se habían rendido. En un parpadeo, él se arrodilló detrás de la mujer, y la sostuvo con cuidado y firmeza al mismo tiempo. Los restos del helado se deslizaban por la cerámica, ratificando lo que no quería reconocer; la transformación se había completado. Ningún miembro de la raza, puro o mestizo, toleraba los alimentos procesados. Los más humanos, podían llegar a tolerar líquidos de origen vegetal, como zumos, licuados y batidos de frutas, todos naturales, sin aditivos químicos o azúcares. El alcohol solo lo toleraban los más fuertes, y con estómagos más curtidos. La miel es el único alimento sólido que toleraban, bueno, y algunas carnes crudas, como el steak tartar. Ah, y todo mestizo podía tolerar el agua, era el único alimento que incluso algunos vampiros puros podían ingerir sin rechazarlo. El helado había sido una prueba definitiva. La leche, fuera del periodo de lactancia, era un alimento no tolerado por sus estómagos.
Cuando ella dejó de vomitar, su cuerpo agotado colapsó contra el pecho de Alexander. Él la sostuvo con delicadeza, sosteniendo su cabeza cerca de su clavícula. Pronto sintió algo húmedo y caliente deslizándose por su piel; lágrimas.
- No puedo... no puedo...-
No sabía si quería decir que no podía soportar la carga de ser una de la raza, o si no podía seguir viviendo con la certeza de que era un peligro para su propio hijo.
- SSSShhhh, encontraremos la manera.-
- Tengo que ponerle a salvo, pero no tengo a nadie más, no queda nadie más ...-
- Cuando esté más fuerte, tu hambre no será tan intensa, y te enseñaré a vivir con ella.-
- No puedo arriesgarme, con mi pequeño no.-
- Podrás hacerlo, piensa... en un diabético, se acostumbra a mirar ciertos alimentos, a desearlos, pero no cae en la tentación porque sabe que son veneno para su cuerpo.-
- Pero era tan intenso, el hambre...-
- Lo harás muy bien. Si has podido rechazarlo en tu momento más bajo, cuando estés recuperada del todo, será como mirar una galleta. Si no tienes hambre, no te la comes, y esperas de todas formas hasta la hora de comer para el auténtico alimento.-
- ¿Es lo que haces tú?.-
- Has vivido entre vampiros, ¿Cuántas veces Leopold mordió a tu hijo?.-
- Ninguna.-
- Tu eres una tentación mayor, ¿Cuántos te mordieron a ti?.-
- Sólo tres.-
- ¿Lo ves?, tu hijo seguirá a salvo, tanto o más que hasta ahora, porque podrás defenderlo mejor.-
- ¿Mejor?.-
- Eres un miembro de la raza, el depredador supremo. Ya descubrirás que eso tiene algunas ventajas.-
Mira intentó levantarse, pero su cuerpo estaba demasiado agotado para conseguirlo. Alexander la tomó entre sus brazos con delicadeza, y la llevó hasta la cama.
- Estás pálida, tienes que comer.-
- Entonces aliméntame.-
ESTÁS LEYENDO
Soy suya, su "Trufa Blanca" (En pausa, esperando inspiración)
VampireVampiros. Mito o realidad. Para mí no eran más que historias para asustar a algunos, o para despertar el romanticismo en otros. Hasta que me topé de bruces con su mundo. Mi historia... puedes o no creerla, pero si estás dispuesto a escuchar, prepára...