Capítulo 29

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Alex

- ¿Qué sucede?.-

- Tengo que salir para ocuparme de algo?.-

- Puedo notar tu tensión, tu ansiedad. Es algo personal, ¿verdad?.-

- Elisse me ha llamado.-

- Si sólo fuese una cita para alimentarte, no estarías tan inquieto. ¿Quieres contarme?.-

- No he podido sacarle mucha información, pero está muy asustada.-

- Para ser alguien que trata con vampiros, tiene que ser grave.-

- Necesito ir por ella.-

- Si necesitas un lugar seguro para ella, puedes llevarla a la casa.-

- ¿Estás seguro?.-

- Eres más un amigo que un empleado. Has convertido la casa en un puñetero bunker, para mantener a mi familia segura. Si ella es importante para ti, llévala allí.-

- Mandaré a alguien a cubrir mi puesto.-

- No te preocupes. Cuando recojamos a Aidan en el cole, iremos derechos a casa.-

- Nos veremos allí.-

- Ve tranquilo.-

Caminé por el pasillo escolar hasta detenerme junto a la puerta otra vez. La profesora de Aidan quería mantener aquella reunión hacía tiempo con su madre, pero los últimos acontecimientos no lo habían facilitado. Mira aún seguía insegura en el trato con humanos, pero lo estaba haciendo bien. El estar yo allí, era más para su tranquilidad, que por una existencia real de peligro. Escuché el arrastrar de las sillas, antes de que se pusieran en pié. Al menos aquella reunión había terminado. Cuando Mira salió, su rostro parecía algo más relajado que cuando entró. La acerqué a mi costado, y la di un beso en la cabeza.

- ¿Todo bien?.-

- Sí, parece que sí.-

- Aidan es un niño muy inteligente, y tranquilo. Es un placer tenerle en clase. Con un poco de trabajo en casa, podrá recuperar las horas perdidas.-

Podía sentir la mirada recelosa de aquella mujer. Sí, nuestra historia no era fácil de pasar por alto. En menos de un mes, y Mira había pasado por pasar de casada, a viuda por el asesinato de su marido, a estar de nuevo con otro hombre. Sí, seguramente fuéramos la comidilla de todo el colegio. ¡Qué demonios!, aquel colegio era de los más caros de la ciudad, ellos sólo tenían que preocuparse de cobrar el cheque cada mes, y darle la mejor educación a mi hijo. Mi hijo. Nunca antes había llamado a Aidan así, mi hijo. Pero lo era, desde el mismo momento en que Mira se convirtió en parte de mi vida, su hijo entró también con el paquete. Un hijo humano. Tenía un hijo humano. No sé el papel que Leopold desempeñó en la vida de Aidan, pero yo estaba dispuesto a ser su nuevo padre, si él quería.

- Mi marido y yo querríamos llevárnoslo ahora a casa.-

- Pero... su chofer se lo llevó antes de empezar la reunión.-

- ¿Nuestro chofer?.-

- Sí, dijo que preferían que el niño esperara en casa.-

Noté la ansiedad en el cuerpo de Mira. No, ninguno de los dos envió a nuestro chofer a recoger al niño.

- Es Favio el que siempre ha recogido a Aidan, y hoy le informamos de que lo traeríamos nosotros.-

- Ese chofer, mostró alguna identificación.-

- Pero, si era Max, él le ha recogido infinidad de veces antes .-

- Max.-

Entonces algo encajó en mi cabeza, aquel puñetero humano no podría haber sido el vampiro que mató a Leopold, pero podría haber sido la pieza que nos había faltado siempre, un infiltrado. Y ahora, se había llevado a Aidan sin tener que hacerlo. Aquello me sonaba mal, realmente mal, y no era la única persona.

- Oh, casi lo olvido. Me dejó su nuevo teléfono. Dijo que había perdido el anterior, y que acababa de comprarlo como le pidió.-

Las nubes se estaban oscureciendo cada vez más a nuestro alrededor. Mientras la mujer le tendía una elegante bolsa de papel a Mira, yo ya estaba trazando cientos de acciones a realizar en cuanto esa humana desapareciera de mi vista. Puede que Mira ya sospechara que aquello era n secuestro, y si no, lo sabría en cuanto me viera actuar. Tenía que actuar todo o rápido posible, movilizar a todos mis hombres. Encontraría a mi hijo antes de... antes de que fuera tarde. Tenía que llamar a Byron... no, Byron estaba fuera de juego al menos por un rato largo. Apreté los dientes con fuerza. Aquello cada vez tenía peor pinta. Quien había ideado aquello, era una persona metódica. Tenía que dejar a un lado al macho cegado por las hormonas, en que me había convertido el embarazo de Mira, y ser el frío mestizo que levantó un imperio con su esfuerzo, sacrificio y trabajo. En aquel momento, Mira necesitaba al antiguo yo, al vampiro sin sentimientos, el vampiro sin corazón.

El teléfono dentro de la bolsa sonó, y supe que quien fuese nos vigilaba, y peor aún, que el tiempo se me escapaba.

Soy suya, su "Trufa Blanca" (En pausa, esperando inspiración)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora