Capítulo 30

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La piel se me erizó cuando atravesé la puerta del dúplex, otra vez. No tenía buenos recuerdos de aquel lugar, y en ese momento estaba creando el peor de ellos. Estaba sola, como pidió la voz al otro lado del teléfono. A Alex no le gustó nada, pero tenía que ser así. Tenían a mi pequeño, y haría cualquier cosa que me pidiesen con tal de recuperarle, aunque a Alex le reventara la carótida por hacerlo.

Inhalé el aire viciado. Hacía mucho tiempo que no se ventilaba aquella casa. Pero aún así, reconocí el olor de las dos personas que había junto al gran ventanal del fondo, antes incluso de notar su presencia en la penumbra.

- Acércate, pero no mucho.-

- Quiero ver a mi hijo.-

- Para. Sé que puedes oír su corazón desde ahí.-

Sí, podía oír el pausado ritmo de su pequeño corazón. La claridad de la luna me permitió ver mejor ambas figuras. Helena tenía a mi pequeño pegado a su pecho, como si fuera un escudo. Sabía que estaba vivo, lo sabía, pero verle derrumbado inerte sobre ella, era algo que me gritaba que fuera hasta ella y lo arrancara de sus manos. Sentía el apremió en mi sangre, había un animal dentro que rugía frenético por ser saciado. Tenía que matarla. Pero conservar la vida de mi hijo me contenía, y ambas lo sabíamos. Aún así, aquella maldita perra quería jugar conmigo. Subió el cuerpo de Aidan un poco más hacia arriba, llevando su cuello más cerca de su boca. Sus brillantes ojos no se apartaron ni un segundo de mí, ni cuando su nariz se deslizó sobre el pausado palpitar de su yugular.

- Ummm, huele bien. Lleva la genética de su madre. Cuando sea mayor será otra joya, como tú.-

- No te atrevas a...-

- ¿A beber de él?. Ambas sabemos que no tendría suficiente ni dejándole seco. No, él es sólo el medio para conseguir lo que quiero. A ti.-

- Ahora soy una vampiro, no puedes poseerme.-

- No, tienes razón, eso complica mucho las cosas. Pero siempre he conseguido lo que he querido, y una puta conversa no puede interponerse.-

- Ya estoy aquí, has ganado. Déjalo ir.-

- Ah, no. No es tan fácil. Tenías que complicarlo todo vinculándote con el bastardo de Leopold, por eso tuve que reorganizar mi plan. Se suponía que con su muerte podía llegar a ti con facilidad, pero no lo fue. ¿A ti también te sorprendió que tuviese un hijo, verdad?.-

- Tú lo mataste.-

- Tenía que pagar por lo que hizo.-

- Te refieres a...-

- Un puto vampiro lisiado no puede sodomizar, a una hembra pura sangre como yo. Tengo un linaje impecable, una mancha así no puede ser perdonada.-

- Pero nadie sabía eso, solo...-

- Sólo las personas que estaban allí. Él, yo y por supuesto, tú.-

- Entonces esa es la razón por la que me quieres, para que no revele lo que pasó.-

- ¿Por qué otra cosa creías que te quería, por tu sabor?. Bueno, así saciaré dos necesidades de un tiro. Te drenaré hasta matarte. Es una manera muy satisfactoria de conseguir lo que quiero. ¿No te parece?.-

- Eres un...-

- Vampiro, pequeña zorra. Egoístas, insaciables y fríos, esa es nuestra definición. A estas alturas ya tenías que saberlo.-

- Alexander no es como tú dices, y también es un vampiro.-

- Mestizo, no te confundas. Ese bastardo, cuya existencia escondió Lopold del mundo, no es más que un subproducto, una aberración entre especies.-

- Me ofende que digas eso.-

La voz de Alex llegó clara desde el techo. Ella tuvo que alzar su cabeza para verlo, aferrado a la viga sobre su cabeza. Bueno, casi, porque sus dedos se había soltado, y su cuerpo caía hacia ella con todo la velocidad que le confirieron los músculos de sus piernas, las que utilizó como trampolín. Aquella fracción de segundo, mi instinto de madre se hizo con el control, y se lanzó sobre Helena para recuperar a mi hijo. Ella lo estaba elevando hacia arriba, interponiéndolo al ataque feroz de Alex, olvidando que yo también era un peligro para ella. Aferré a mi pequeño milésimas antes de que Alex llegara a ella con toda su furia. Tiré de él, y lo llevé tan lejos como pude. Escuché el chasquido de un hueso al romperse, el grito de Helena, y el rugido de Alex. No necesité mirar para saber lo que ocurría, yo tenía a mi pequeño a salvo entre mis brazos, lo demás no importaba. Porque sabía que Alex acabaría con ella.

Soy suya, su "Trufa Blanca" (En pausa, esperando inspiración)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora