El extenuante sonido de un despertador me hizo dejar atrás el mundo de los sueños. Lo primero que sentí al despertarme fue un agudo dolor de cabeza gracias a la resaca y la falta de ropa en mi cuerpo.
No llevaba puesto mi pijama favorito de elefantes rosas, tan solo llevaba un conjunto de ropa interior de encaje rojo. Ni siquiera eso, el sujetador estaba desabrochado y apenas tapaba mis pechos.
No había nadie más en el cuarto, me calmé un poco, lo recordaba del día anterior, cuando César me lo mostró, justo delante de esa ventaba gigantesca, me besó.
Apenas se veían las luces del alba.
Aproveché la soledad momentánea para abrocharme con premura el sostén y reflexionar sobre la noche anterior.
Recordé vagamente algunas cosas, varios flashes inundaron mi mente y todo cobró sentido: mi actitud provocativa, el beso, el baile, el instante en el que salimos de la discoteca, y ya no recordaba nada más, ¿César Pérez y yo habíamos tenido relaciones sexuales? Lo último que recordaba era que íbamos a acostarnos.
Me levanté de la cama y no sentí dolor alguno en la entrepierna, ¿pero y si en mi caso era distinto y no tenía porque sentir dolor al perder la virginidad? Forcé mi memoria a recordar pero me era imposible.Tengo que hablar con Pérez.
Me dirigí hacia el aseo y tras hacer mis necesidades fui hasta el cambiador y escogí para ponerme un sencillo y cómodo vestido floral y unas sandalias planas, me recogí el pelo en una cola de caballo y me dispuse a caminar hacia la cocina, de donde provenía un aroma delicioso.
Mis tripas rugieron ante el estímulo y mis piernas mecánicamente se movieron aún más deprisa hacia la planta baja.- Buenos días, borrachilla.
Esas fueron las palabras de César Pérez al verme cruzar el umbral de la puerta.
- Buenos días, soso- Saludé, sintiéndome estúpida por un segundo, ¿de verdad no se me ocurría un mejor insulto?
Observé con gran entusiasmo que César cocinaba crepes de chocolate y tostadas.
- bueno, ¿cómo va la resaca? - Me preguntó mirándome de reojo, sin dejar de ejecutar su tarea de preparar el desayuno.
Masajeé ligeramente mi sien y recordé lo hecha picadillo que estaba.- Regular - respondí, mientras me dejaba caer en la silla más próxima. - ¿Qué pasó anoche? - Cuestioné en voz baja, en el último segundo deseé que Pérez no lo hubiera oído, sentía vergüenza, pero para mi desgracia cuando me miró con una sonrisa irónica, supe que sí.
- ¿No te acuerdas de nada? - Me preguntó, divertido.
- De algo, sí.
- Me suplicaste que te besara, y yo, como buen caballero que era te obedecí, me estuviste perreando después, en la pista de baile, pero cuando íbamos a lo mejor te desmayaste de la cantidad de alcohol que habías tomado. - Vale, no paso nada, suspiré aliviada.
- ¿por qué esta mañana estaba casi desnuda? - Pregunté de nuevo al hombre que me intimidaba, cuando una sombra de duda se paseó por mi pensamiento.
- ¿Hubrías preferido dormir con el vestido de lentejuelas? - me preguntó César, con sarcasmo. Negué con la cabeza, siendo sincera.
Recordé mi sujetador desabrochado y volví a mirarle, decidiendo si me atrevía a preguntárselo o no.
- Y...¿por qué me he levantado con el sujetador desabrochado?
Me miró con seriedad, una seriedad digna de salir en la portada de una revista para mujeres. Tragué saliva cuando él, mientras me miraba echaba el café de la cafetera en sus respectivos recipientes.
- ¿Porque crees que te he puesto el despertador para que te levantaras y no me has encontrado durmiendo contigo Azucena? Se te habrá desabrochado durante la noche y, cuando he notado tu estado, para no practicar necrofilia, es decir, huir de la tentación he salido a preparar el desayuno y a ultimar algunos asuntos que tenía pendientes - me dijo con sus ojos fijos en mi expresión pensativa, a pesar de la distancia que nos separaba podía sentir la tensión que se había creado entre nosotros, miré hacia la mesa, esquivando sus ojos.
César colocó un tazón de café con leche en frente mía y se sentó en el lado opuesto de la mesa para poder verme la cara con su propia taza.
- Gracias - susurré.
- ¿Por qué? ¿Por no haberte violado mientras estabas inconsciente o por el café? - Me preguntó con una leve sonrisa, me sonrojé un poco.
- Por el café - afirmé en un hilo de voz, mientras daba sorbos pequeños al café. Él también bebió de su bebida con cafeína, sin apartar la mirada de mí.
Pérez me resultaba muy atractivo, y de haberlo visto un día normal en mi casa por la tele anunciando un nuevo café en esa misma posición y con ese mismo gesto místico, sin duda lo habría comprado. Al café, no a él.- Te diré que no me gusta practicar sexo con los seres inertes, me resulta aburrido, prefiero que los dos seamos conscientes del placer que recibamos. - dijo César, con una mirada paciente y a la vez insinuante, casi me atraganto con el café. Dejé que el líquido bajara por mi garganta con torpeza, cierto contenido salió por mis vías respiratorias, tomé una servilleta bruscamente y me la coloqué sobre la nariz, a pesar de la velocidad supersonica poco frecuente en mí en la que evité que lo viera, Él pudo verlo y enarcó las cejas conteniendo una sonora carcajada.
El timbre sonó.
- Abro yo. - Dije automáticamente levantándome de la silla, intentaba escapar del estúpido comentario sexual de César Pérez y evitaba el posible comentario grosero que pudiera salir de su boca tras el episodio del café saliendo por mi nariz.
Asintió, dando el último sorbo a su café y empezando a comer una tostada.Salí, y por un instante deseé que toda la parafernalia de la boda y el hecho de que ese día fuera mi unión con un magnate al que no amaba fuera una broma pesada e incluso un sueño.
Pero la suerte al parecer no estaba de mi parte.Cuando abrí la puerta de entrada un enjambre de mujeres, de mi familia y de la de César, se colaron a la casa casi abatiendome con sus cuerpos como un enjambre de abispas furiosas, aunque mostraban de todo tipo de emociones menos furia.
- Mi niña, hoy es tu día - soltó mi madre eufórica tomándome del brazo y arrastrándome junto con el resto de mujeres hacia el salón.
- Qué emoción - dije sin ganas, dejándome guiar.
Se pusieron a husmear por toda la casa rebuscando objetos de interés para mi puesta a punto.
Incluso escuché a mi tía Nieves echar a Pérez de la cocina, y hasta de la casa, diciéndole que no podía ver a la novia hasta el altar, y amenazandolo con el hecho de que le convenía que no me hubiera quitado mi virtud o Dios nos castigaría y además ella le daría una patada en los cataplines, no oí la respuesta de César Pérez pero el sonoro portazo que dio al salir ante la actitud mandona de mi tía me hizo llegar a la conclusión de que se había ofuscado un poco.------------#######------------######---------
N/A: bueno chicas, se que os esperabais un capítulo más largo y que incluyera la boda, pero esque al comenzar la universidad y por el hecho de conocer gente nueva ya que estoy en primer año, no me ha dado tiempo ha escribir demasiado, espero que este capítulo os guste y seguiré escribiendo siempre que pueda, aun así no puedo prometer una fecha porque no quiero fallaros.Un beso enorme, sois las mejores, todas vosotras, y os dedico a todas absolutamente a todas, mis lectoras, este capítulo, gracias por todo, esta historia toma fuerza porque estáis ahí! Todas tenéis un papel imprescindible aquí. ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥
![](https://img.wattpad.com/cover/46305706-288-k295524.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Contrato de Boda
RomanceAl acabar la universidad solo quería ser feliz con el amor de mi vida, ir de vacaciones con mis amigas y encontrar un trabajo que no me alejara demasiado de mi familia. Nada salió según mis planes: me engañó el que se suponía que tenía que ser el am...