El contrato de boda

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- Ten, Azucena. - Pérez me tendió un sobre amplio, con papeles importantes en su interior, por lo que pude deducir al observar como lo sacaba de la guantera del Lamborginni con sumo cuidado-Mi abogado se ha encargado de redactar un nuevo contrato segun mi demanda, tengo una fotocopia igual para mí. No tenemos que llegar hasta la cena a casa de mi abuelo Juan Luis, así que podremos empezar a mirar el contrato cuanto antes.

Lo miré extrañada, pero aún así guardé en mi bolso el sobre de color parduzco con el contrato dentro.

- En el coche no podemos tratar ese tema Pérez, estás conduciendo, hay riesgo de accidente y debemos llegar a Madrid para antes de la cena- le indiqué con una sonrisa de burla, mirando hacia él de reojo.

Me miró con el ceño fruncido, intensamente, durante unos segundos que se me hicieron eternos minutos.

Su expresión era misteriosa.
Aparté la mirada, cohibida.

-¿Quién dijo que fuéramos a ir hasta Madrid en coche? - Inquirió, con una sexy sonrisa de medio lado.

Volví mi mirada azul marino hacia él, de nuevo, estupefacta.

Después, una vez asimilé sus palabras, miré hacia los carteles de la autopista que indicaban la dirección que seguíamos.

Íbamos en dirección contraria a nuestro supuesto destino, en lugar de hacia el interior peninsular como debería ser nos dirigíamos hacia la costa por la autopista.

- No me irás a llevar en tu helicóptero privado, cómo Christian Gray a Anastasia ¿verdad? - Comenté a Pérez sarcástica,  pero él en cambio me miró con total seriedad. Sus ojos grises borrascosos no expresaban ni negación ni afirmación, sino una cantidad interminable de interrogaciones, es decir, un completo enigma para mí reflejado en sus pupilas.

Él era capaz de tener helicópteros privados, e incluso algún avión, de hecho era lo mas probable, pero el hecho de que quizás me llevase en su avioncito personal como en mi escena favorita de una de mis películas preferidas solo incrementaba mi intriga de manera considerablemente elevada.

César Pérez volvió la mirada hacia la carretera, que por cierto conducía demasiado rápido incluso para tratarse de una autovía.

Al estar absorto en el tráfico, no temí que me descubriera escrutándolo de arriba a abajo.
Pérez honestamente tenía una figura digna de observar, o retratar, o esculturizar, o describir.
O todo junto y después exponerlo en un museo de arte grecorromana.

Ese día en concreto César Pérez tenía una camisa a rayas azules y blancas, a simple vista de persona más mayor y por ese motivo debería desfavorecerle, por el contrario le quedaba como anillo al dedo.
Aquel hombre vistiera como vistiese, ¡incluso si se probara un burka o un traje de pollito amarillo!, estarba arrebatador.
Sus pantalones claros de traje también lo hacían ver mas atractivo, y su pelo peinado hacia arriba tendría el tacto de la seda muy posiblemente.
Un impulso de tocar tu pelo y sostener un mechón castaño entre mis dedos atentó contra mi cordura durante varios segundos insoportables.

Vamos Azucena, es guapo, todas las mujeres del mundo lo admiten, pero no te lo comas con la mirada más o se acabará dando cuenta. Es un creído y no mira más allá de su negocio, el siempre tan trajeado y tan educado, pero las apariencias engañan, a escondidas compra mujeres mediante contratos ineludibles para que se casen con él. Sin duda es un manipulador. Alguien como él jamás estará escrito en tu destino, solo es un trato que se romperá en algún tiempo, todo sea por proteger la residencia de tus abuelos.
Mi conciencia me habló, y aparté la mirada de Pérez como si despertara de una especie de sopor.
No me dejaré llevar por la belleza de este hombre me dije a mi misma, totalmente decidida, miré hacia los indicadores de la autovía de nuevo, ¿por qué íbamos dirección Cartagena?( Cartagena es una ciudad costera que pertenece a la comunidad autónoma de Murcia, en España)

Contrato de BodaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora