Capítulo 8

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-¿Viva?- respondió ella.

Corrí a abrazarla.

-¿Estás bien Kelley?- una voz femenina interrumpió.

No, no estoy bien,estoy enloqueciendo... mamá.

-Si... sólo, luego les contaré.- mentí para luego retirarme.

Subí a mi cuarto, frío, igual de frío tal vez más.

Me tiré en la cama, ya no sé que es real... Annie está jugando con mi mente, y soy demasiado estúpida para hacer algo al respecto.
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-Es un muy buen instituto-
Mencionó mi madre por décima vez.

-Yo quiero ir a otro, esa preparatoria no me agrada- comenté sentándome en un pequeño sillón de la sala.

-Lo siento pero ya te inscribí-

Bien... bien.

Salí de allí furiosa, directo al patio.

La mayoría de mis amigos estarían en el instituto que yo quiero, pero por estar a 15 minutos más de camino que el otro mis padres no me dejan asisitir a ese.

Rendida, me senté en nuestro jardín, el pasto se estaba secando, tanto que molestaba mis desnudas piernas por el short que traía puesto.

Suspiré...

Tengo que tranquilizarme, de otra forma el segundo año de preparatoria será más difícil.

Tracey Damaris

¿Viva?

¿A qué se refiere Kelly con viva?

Es... rara, algo pasa y no me lo está diciendo, pero, algo que aprendí de las personas es que, si quieren decirte algo ellas lo harán, y si no, no tengo que insistir.

Mis ojos se humedecieron al recordar ese momento

-¡Maldita Kendall!- grité lanzando una almohada.

Juré que no volvería a llorar por esto, pero lo estoy haciendo.
Me hice bolita en mi cama, no sin antes cerrar mi puerta.

No me gusta llorar y menos por una estupidéz, odio llorar por amor.

Sin darme cuenta me quedé dormida, lloré hasta que dormí.
Cómo todas las noches desde hace 3 años.

Pasé mi mano por mi rostro acomodando un mechón de cabello, me senté, luego encendí mi nuevo teléfono y puse música, volví a recostarme.
Me quedé mirando el techo blanco... sin importancia alguna en este mundo de mierda, como yo.

Kelly Emily Strudwick.

-Muy bien señorita Strudwick, el lunes 25 de agosto comienzan las clases, la esperaremos con ansias-

Dijo el Señor Adams, el calvo director del plantel.

-Bien, gracias- respondí antes de largarme, es decir, salir de su oficina.

Estaba en la preparatoria ya que mi madre me obligó a venir para ver detalles, horarios etc.
Se veía linda, pero sería perfecta si los maestros de aquí no se vieran tan... ¿Deprimidos? ¿Enfadados?

Vi algunos cerca y no parecían... muy felices pero, sus problemas no pueden ser más grandes que los míos, no pueden serlo, nadie vive con un maldito fantasma.

Suspiré por quinta vez en el día, siempre lo hago cuando estoy estresada, me ayuda a controlarme. Seguí caminando por el estacionamiento, miré hacia el pavimento, observaba mis desgastadas botas color miel, y en medio de esa tranquilidad mi cuerpo chocó contra algo duro y caí al suelo.

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