Tercera semana de mierda dentro de este infierno.
¿Qué puedo decir?
Varias cosas.
La primera es,que mi condición de anorexia pasó de un nivel que no era preocupante,a uno tan alto que,literalmente mi esqueleto es notorio.
Mi estado de depresión, cada día aumenta más,cada hora me siento más rota,cada minuto más gorda,cada segundo,me siento más débil y estúpida.
Todo este tiempo,Annie ha estado conmigo,es inquietante tener que verla diariamente.
Una voz interrumpió mis pensamientos,una trabajadora me había avisado que tenía una visita.
No tengo idea de quién sea esa persona,mi madre me detesta y Tracey no sabe que estoy aquí,no puede ser nadie de mi familia ¿Quién será?
Desesperada y ansiosa,salí rápidamente de mi cuarto acompañada de un guardia,y me dirigí a la sala de visistas.
Entonces lo vi.
Él debe irse... no debió haber venido.
Él sonrió en el momento en que me vió,pero unos segundos más tarde,observó mi cuerpo y se percató de mi peso,provocando que inmediatamente cambiara su sonrisa por una mueca de seriedad.
Me senté junto a él y me abrazó.
-Hola Gerardo- dije desganada.
-¿Anorexia?- comentó al borde de las lágrimas.
Me separé de él.
-Tal vez...- respondí.
-¿Por qué Kelly?...- dijo con los ojos cristalizados.
Suspiré y miré hacia otro lado.
-Me he vuelto loca y te juro que estoy verdaderamente mal,lo mejor será que te vayas- exclamé inexpresiva.
-No pienso abandonarte- dijo observándome con sus ahora melancólicos ojos verdes.
-Yo si- respondí sonriendo macabramente.
Él iba a contestar algo pero se detuvo,acarició mi fría mano,me miró por última vez y se fue.
Lo perdí,y eso me servirá para cumplir mi meta.
Me quedé en mi cuarto y leí un libro hasta que no pude más debido al cansansio,si bien,no como casi nada,nunca tengo energía.
-Creo que visitaré a tu hermana-
Al escucharla reaccioné.
-¿Qué?- dije caminando hacia ella.
-O a Gerado... ¿A quién amas menos?- preguntó sonriente mostrando sus podrida dentadura.
Parpadeé varias veces con la esperanza de que fuera mi imaginación pero no dió resultado,Annie seguía frente a mí.Retrocedí y me cubrí el rostro con las manos para después pedir ayuda.
Enseguida dos mujeres aparecieron.
-¿Qué ocurré?- preguntaron agitadas por el hecho de haber corrido.
-Annie- susurré.
-¿¡De nuevo con eso!? Habíamos aclarado que ella no existe- hablaron al unísono con un tono de enojo y desesperación.
-¡Bien,ya pueden largarse par de fracasadas!- grité,enseguida me fulminaron con la mirada.
Minutos más tarde decidieron irse.Me dejé caer en el suelo frío del cuarto,y me arrastré hasta llegar a el viejo y desgastado mueble que tenía para guardar mi ropa.
Abrí el primer cajón,introduje mi mano en éste y la moví hasta encontrar ese objeto color plata.Lo tomé,y lo pasé lentamente por mi muñeca izquierda,seguí haciendo cortes,los cuales iban
aumentando su profundidad.
Por supuesto,Annie estaba a mi lado insistiéndome para que presionara con más fuerza la navaja.
-------Luego de haberme cortado,Annie se fue pero me confesó que había asesinado a Tracey ahogándola en la bañera,no sé si eso sea cierto pero,es sumamente probable ya que ella me lo advirtió noches atrás.
No pude llorar aunque tenía demasiadas ganas de hacerlo,literalmente no podía llorar.
Pensé en bastantes cosas y finalmente tomé una decisión,hay algunas personas que estarán en desacuerdo con esto pero,es lo mejor para mí.
Todo este tiempo,estuve tratando de ignorar a Annie,también intenté acostumbrarme a ella y hasta este punto pude darme cuenta de que el esfuerzo que puse para sacarla de mi vida y de la de mi familia,no fue suficiente.
Soy la culpable de que esté ocurriéndome esto,porque no fuí tan fuerte como pensaba que era,no fuí capáz de
hacer muchas cosas que pudieron haber marcado una diferencia,una diferencia que pudo salvar la vida de la niñera y de mi amiga... me culpo por ambas muertes,ya que la única razón por la que sucedió una tragedia como esa...
fue por mí cobardía.
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¡Ayúdenme!
HororKelly,una adolescente que desearía tener una vida normal como las otras... Ella tiene que lidiar con un secreto paranormal,pero,nadie puede salvarla de su condena.