El chico se puso tenso, y tenía toda la razón.
- ¿Esa no es una pregunta? – me dijo en tono cortante
- Lo es. – aseguré.- No te he obligado a quitarte la máscara, te pregunté si podías hacerlo.
- ¿Qué ganas con esto?
Lo pensé. Nada cruzaba por mi mente, yo sólo quería ver una vez más su rostro.
- Cuando te arranqué la máscara esa noche... - recordé. – Todo paso demasiado rápido, yo...
- ¿No alcanzaste a ver el hermoso rostro de Erik? – preguntó con sorna.
- ¡Ya deja eso! – le grité
Suspiré exasperada. Erik realmente lograba ponerme furiosa en el menor tiempo posible, a decir verdad, él tenía en récord.
- No entiendo porque quieres que me quite la máscara. – dijo con un hilillo de voz.
- Porque no eres un fantasma, Erik. Creo que al menos, tengo un poco de derecho a ver tu rostro una sola vez. Sabes que ya no eres un fantasma para mí.
- No.
- Ese es tu problema. Convertiste esa máscara en tu disfraz, y el disfraz en tu piel. Ya no puedes vivir sin ella, ¿o sí?
- ¡No lo entiendes! – gritó furioso.
- Entendería si alguna vez tuvieras la confianza para contarme lo que sucedió.
Ambos nos dimos vuelta, dándonos la espalda mutuamente, realmente jamás llegaría a un acuerdo con él sobre la máscara. Me deshice de la manta y la deje sobre el suelo. Me levanté de donde estaba sentada y busqué mi mochila con la mirada, como ya era una costumbre.
- ¿Qué haces?
- ¿No es obvio? – pregunté con sarcasmo – Me voy.
Al instante, Erik giró de su posición, me miró como si con su mirada de cachorrito fuera a impedir que lo dejara.
- Sabes que eso no funciona conmigo.
Cuando encontré la mochila sobre una de las sillas de la mesa de comedor la colgué sobre mis hombros. Me hallaba dirigiéndome a la balsa anclada a la orilla del lago para poder salir cuando sentí una de sus manos aferrando mi muñeca derecha.
- Erik, suéltame. – le pedí
- No lo hagas.
- Debe hacerlo, -fue mi excusa- tengo mucha tarea para este fin de semana. Debo comenzarla de una vez.
- Como si tú alguna vez hicieras tarea
Aquello si que logró molestarme más de lo que me había imaginado. Giré molesta y mi pecho topo con el suyo haciéndome dar un pequeño salto hacia atrás. Como pude me zafé de su agarre, y estaba lista para abofetearlo, Dios, cuanto tiempo llevaba queriendo hacerlo.
Mi mano comenzaba a tomar impulso para impactarse en su rostro pero el la detuvo justo antes de que lo golpeara, en lugar de soltarla la llevo hacia el lado de su rostro en donde se encontraba la máscara y la apretó contra ella.
- Hazlo. – dijo
Soltó mi mano, acaricie por un momento el material con el que estaba hecha la máscara para luego tomar uno de sus bordes y desprenderla con cuidado de su portador. Cuando la saqué por completo, la sostuve en mi mano y la observé detenidamente. Elevé la mirada para encontrarme con Erik, pero el se había dado la vuelta y regresaba a la Mansión.
"Bastardo", pensé.
Le seguí. Arrojé la mochila hacia una silla del comedor, de nuevo.
Erik se había sentado nuevamente frente a la chimenea, mientras que con su mano derecha se cubría la parte del rostro donde antes había estado la máscara. Me senté a su lado izquierdo, giró para mirarme.
Llevé mi mano derecha a la suya, que era fría como el hielo, hice una pequeña presión y el aflojo la suya contra su rostro. Lentamente la quite de su lugar. Él volvió el rostro como un pequeño niño siendo regañado por su madre.
- Erik...
Me moví un poco de mi lugar, coloqué mi mano derecha en su mejilla derecha haciéndolo girar el rostro.
Me miré en sus ojos oscuros, acaricié su mejilla ahora descubierta.
- Sigo sin entender. – le confesé
Pero él no dijo nada, sólo se quedo mirando hacia su máscara que descansaba en mi mano izquierda. Recorrí su rostro con la mirada.
Habría entendido el uso de la máscara si él tuviera alguna deformidad facial, pero en su estado aquello me parecía estúpido. Tenía el rostro más bello que jamás había visto en mi vida entera. Los ojos oscuros, no sabía si eran negros o café muy oscuro, las largas pestañas negras los enmarcaban de maravilla. La piel pálida, pómulos prominentes y la piel más tersa que jamás había sentido, los labios finos de un rosa pálido.
- ¿De qué color son tus ojos? – pregunté acercándome más a él
Él se acercó y mi respiración comenzó a acelerarse.
- Siempre los he visto negros. – respondió
- Es raro que los tengas negros, -susurré – normalmente son de colores cafés oscuros, incluso azules, pero los tuyos... son totalmente negros. Vaya.
- Si sigues acercándote más acabaremos por besarnos.
- Lo lamento. – dije y me separé lo más rápido que pude de él.
- ¿Puedo... - comenzó – puedo volver a ponerme la máscara?
Se la tendí, él la tomó y la observó con detenimiento.
- Piensas que esto es estúpido, ¿no? - preguntó
- Totalmente.
Me miró a los ojos, el corazón casi se me sale del pecho.
- ¿Quieres saber el porque?
- Si eres tan gustoso de hacérmelo saber
Tomó aire, para luego soltarlo en un profundo suspiro.
- Tengo 18 años, así es, sólo dos más que tú.
- Uno.
- ¿Qué?
- Pronto cumpliré 17, así que, sólo un año más que yo.
- Bien. Yo... Tengo padres, la cosa es que decidí jamás volver a verlos, antes de que preguntes el porque, te lo diré. Cuando era pequeño, talvez 6 o 7 años, mi padrastro comenzó a golpearme por... cualquier cosa. Le gustaba tomar, y a mi madre le gustaba que él estuviera feliz, así que no se metía en nuestras riñas...
Okoy, con este capítulo les pediré que comenten acerca de como se sienten con el hecho de que Erik sea bello fisicamente, y no como en las adaptaciones en otras historias del Fantasma de la Opera. Gracias por seguir leyendo, pronto dejare otra actualización.
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Phantom
General Fiction¿Haz escuchado hablar del Fantasma dela Opera? Su verdadero nombre era Erik; una pobre alma torturada y solitaria, debes de haber escuchado sobre el. Se escondia en los sotanos de la Opera Garnier, y atormentaba a una bella y joven soprano llamada C...