Capítulo XXXV: Funeral

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Aquel fue uno de esos días en los que en el universo hay un caos total y este repercute en la vida en la tierra. Después del disparo, después de un Erik herido y perdiendo las fuerzas y el conocimiento, se llamó a una ambulancia para llevarlo lo más rápido posible al hospital más cercano, lo único en lo podía pensar en esos momentos era que ya era demasiado tarde.

Tanto había sufrido ya por él, pero aún me quedaba un poco de sufrimiento oculto entre todo aquello. No subí a la ambulancia con él. No pude. Me quedé petrificada en donde estaba con Raoul detrás de mí intentando llevarme a algún otro lugar. Nada de esto sucedió, me aferré a ese pequeño sitio de la Academia, sucio y cubierto de sangre al igual que el vestido de novia que llevaba puesto, ya no sentía que hubiera algo por lo que seguir luchando, todo en mi interior se derrumbó como Erik lo hizo ante la bala.

Eso era todo. Mi Fantasma se había esfumado, como se supone que un fantasma debe hacer.

~*~

El vestido que me puse ese día fue el mismo que usé en el funeral de Meg, apenas si fui consciente de mi arreglo. Madame Giry tuvo que ir a mi habitación para llevarme al entierro de mi Fantasma. El día en sí era perfecto, perfecto para un funeral. Al sol lo ocultaban innumerables nubes grises que pronosticaban una fuerte lluvia más tarde, hacía frío, como si el mismo cielo estuviera de luto por Erik.

¿Cómo llegamos a este punto? No paso demasiado tiempo cuando llamaron del hospital al que habían llevado a Erik, la bala lo había atravesado. Estaba con Madame Giry cuando recibió la noticia, y lloré como jamás en mi vida lo había hecho. El llanto se prolongó otra semana en los preparativos de su entierro a manos de su madre adoptiva hasta que por fin fue el día de despedirme por completo de él.

Al llegar al camposanto (cementerio) todo estaba desierto, sólo había cuatro personas a la lejanía a donde se suponía que debíamos dirigirnos. En cuanto estuvimos más cerca pude notar que dos de esas personas serían las encargadas de sepultar el ataúd, la tercera persona era un agente de policía que quería hablar con Madame Giry, y la última persona era un chico a quien yo conocía muy bien. Me acerqué a él.

- ¿Qué haces aquí? – le pregunté

- Alguien debía acompañarte en esto.

- ¿Por qué?

- Porque necesitas a alguien que te ayude a salir de este hoyo en el que te has metido.

- Pero tú odiabas a Erik... ¿Por qué venir hasta su funeral?

El chico apretó los dientes en una mueca.

- Si, odié a Erik pero... vas a necesitar un hombro para llorar después de todo.

- Raoul... - lo llamé. – No tienes por qué hacer esto.

- Si. ¿Recuerdas lo que te dije en el túnel aquella noche?

- ¿Qué cosa?

- Le prometí a Lucas cuidarte en cuanto él se fuera.

- Él debió de estar aquí, no tú.

La mirada de Raoul se entristeció y no volvió a hablar durante el servicio. Al finalizar este, los dos sepultureros bajaron el ataúd a las próximas profundidades de la tierra y comenzaron a cubrirlo de tierra. Al terminar ellos con su trabajo el cielo dejo caer sus lágrimas por Erik, la lluvia cayó a torrenciales obligando a todos a ocultarse debajo del árbol más cercano, y sin plena conciencia del refriado que me daría después de aquello, opté por quedarme de pie frente a la tumba. Llorando junto con el cielo, ya que gracias a la lluvia mis lágrimas se confundían con simples gotas de agua.

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