Capítulo XXII: Bienvenida para el Fantasma

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Al salir de aquel Teatro de Cámara, en el que mi audición se llevó a cabo, un aire frío me azotó el rostro con dureza. Lucas me esperaba afuera con las manos en los bolsillos de su cazadora de cuero marrón y recargado contra la pared. Me miró y una sonrisa iluminó su rostro, le sonreí de vuelta aunque aquella sonrisa no contuviera tantos sentimientos como la que él me dedicaba.

- ¿Y bien?- preguntó con claro interés

- Los directores fueron bastante exigentes. – me encogí de hombros. – Hice lo mejor que pude.

Aquello era la verdad, Erik rondó en mi cabeza durante toda la audición, su voz, su rostro, su máscara y sus labios. Aquellos perfectos labios que me había atrevido a besar por algún impulso primitivo. Esperaba llegar a verlo en algún punto del escenario, escondido entre las sombras o entre los bastidores, pero nada. Como consecuencia use la poca atención que quedaba en mi mente para realizar la audición, a pesar de aquello, me sentía orgullosa de mi presentación.

- ¿Quieres regresar ya a la Academia? – me preguntó el chico.

Asentí con la cabeza, necesitaba hablar con Erik, y que me reprochara por no dar el 100% de mi talento.

Tomamos un taxi de vuelta a la escuela donde apenas si le dediqué un "adiós" a mi buen amigo, corrí al lobby a esas horas desierto percatándome de que la puerta al teatro estaba abierta de par en par. Sonreí suponiéndome que había sido mi Fantasma quien la había dejado abierta para mí. Entré sin pensarlo dos veces, me encontré con el teatro a oscuras en la sección de las butacas destinadas al público, sólo el escenario de madera gastada estaba tenuemente alumbrado con luces de baja intensidad. En el centro del escenario; una pequeña mesa dispuesta con un blanco mantel de encaje, un candelabro con dos velas encendidas en él y dos sillas a cada lado, todo dispuesto para una preciosa velada con cena.

Avanzaba a paso lento por el pasillo lateral izquierdo para llegar al escenario cuando escuché dos voces bastante conocidas detrás de mí, Christine y Raoul. Corrí al escenario para esconderme en la oscura esquina de la escalera izquierda que daba paso al escenario. Observé a la pareja, tomados de las manos con gesto formidable y bello en los rostros: amor. Amor puro.

- Mi bella Christine, – dijo Raoul – como me has hecho dichoso y feliz estas últimas semanas

- Oh Raoul, tú también me haces inmensamente feliz. – dijo la bella soprano – Promete que jamás nos separaremos. Que jamás me dejarás.

Detuvieron su caminar, se colocaron de perfil, Raoul tomó las manos de Christine con dulzura y la miró directamente con sus hermosos y soñadores ojos.

- Te prometo amarte hasta el último día de mi vida. – y acercó su rostro a la chica para besarla, pero ella desvió la cara para que sólo fuera un beso lleno de amor en la mejilla.

¿Alguna vez sería yo capaz de encontrar a quien me mirara como Raoul miraba a Christine?

Rieron por lo bajo con risitas tontas y contagiosas, entonces la mirada de Christine se topó con el escenario.

- ¡Oh, Raoul! – exclamó - ¿Tú has hecho todo esto? ¿Sólo por mí?

- Te mereces mucho más que esto, mi bella Christine.

Juntos caminaron hacia el escenario sin percatarse de mi presencia, sequé una lágrima que había logrado escapar de mis ojos.

"Tonta.", me dije a mi misma, "por supuesto que Erik no prepararía algo así para ti. No te ama. O por lo menos no como ama a su adorada Christine."

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