Capítulo XXXIII: Incendio

765 72 27
                                    

El telón se abrió y la luz de los reflectores me cegó por completo aunque fue sólo por un veloz instante. Los aplausos del público me hicieron reaccionar y recordar en dónde estaba y qué era lo que estaba haciendo allí.

Suspiré y conté mentalmente hasta el diez mientras me paseaba por el escenario, todas las miradas sobre mí. Llegué hasta proscenio y me senté en la banca de madera antigua que habían montado allí. Piernas cruzadas, las manos sobre mis rodillas. Espalda recta, era de la nobleza.

- Amor mío – dije en voz alta. -, has decidido dejarme. Marchar e ir a la guerra por nuestra patria. Oh, amor mío, ¿por qué no pudiste llevarme contigo? Ay, amor mío. Debí de haber perecido contigo en batalla, debí estar a tu lado cuando el soplo divino de la vida se te escapó de los labios. – un suspiro de inmensa tristeza. – Desearía haberme ido contigo. Ahora que ya no estas todo se ha vuelto turbio, la oscuridad me envuelve por las noches y la luz del sol, nuestro sol, pretende quemarme por las mañanas. A quien encargaste mi cuidado ha confesado su amor hacia mí. Yo no le amo, te amo a ti. Pero, ya no estás. – lágrimas. - ¿Por qué la muerte que fue a por ti no viene a buscarme a mí también?

Entrada de efectos de audio, la historia ya ha comenzado. Más actores comienzan a salir a escena para simular un mercado medieval, por el rabillo del ojo vi a Christine acomodando uno de los puestos, poniendo tela y algunos vestidos en exhibición. Me levanté del banco y me mezclé con los demás para poder salir de escena y cambiarme la ropa.

~*~

Puedo decir que todo estaba saliendo a la perfección, y no me refiero a que la policía había atrapado a Erik, ni que Christine y Raoul pudieron sanar aquellas heridas que mi Fantasma había causado, ni que yo había salvado el día. No. Porque nada de eso había pasado, aún. La obra se desarrollaba a la perfección, varios agentes de policía estaban escondidos entre los camerinos y las piernas del escenario, había algunos otros entre el público y otros más en las entradas y salidas del teatro.

Toda la compañía nos habíamos preparado para que en el momento más inesperado algo saliera mal; las luces, las cortinas cayendo del cielo, las vías desplomándose sobre el escenario, pero nada paso hasta casi el final de la obra. Me encontraba ya dentro del vestido de novia esperando mi escena cuando la música que escuché la noche que conocí a Erik comenzó a sonar. Nadie pareció notarlo, pues irónicamente quedaba a la perfección con la escena.

Tomé el ramo de rosas rojas y caminé hasta el centro del escenario esperando la llegada de Jean para la escena final, en la que el amor triunfa sobre todo y la pareja al fin puede estar junta a pesar de todas las adversidades que tuvieron que enfrentar.

Desde donde estaba podía ver a mis compañeros de teatro viendo la obra, escondidos entre las piernas. Al parecer podríamos concluir la obra, de reojo pude ver cómo quienes estaban entre las piernas se abrían paso para dejar que Jean saliera al escenario. Había cambiado su vestuario, ahora llevaba algo muy parecido a lo que Erik solía usar casi siempre. Un traje de etiqueta, con sombrero de ala ancha y una capa. Al verlo, corrí hacia él y me lancé a sus brazos en un abrazo llenó de amor y pasión, él lo correspondió escondió su rostro, cubierto por la máscara, entre mi cabello y me llevó cargando hasta el centro del escenario. Al separarme le miré y la sonrisa se borró de mi rostro.

Los ojos verdes de Jean no estaban allí, aquellos que me miraban era de un color azul oscuro, casi negro, mi respiración comenzó a acelerarse y me sorprendió que mi corazón no se me saliera del pecho en ese instante.

- Lo has logrado. – le dije, aquello no estaba en el libreto. – Has conseguido lo que querías.

- Por ti, amor mío, haría hasta lo imposible y más.

PhantomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora