Capítulo XXV: Petición

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Mi grupo de teatro me recibió con entusiasmo fingido; todo el mundo quería escuchar mi versión de la historia, cosa que me negué rotundamente a hacer. No sabía por cuánto tiempo más podría seguir mintiéndole a las personas que me rodeaban.

Aquel ensayo fue el más extraño en el que jamás había estado, las luces se apagaron un total de cuatro veces durante un lapso de media hora; las vías de tramoyistas rechinaban y se balanceaban amenazando con desplomarse de un momento a otro. Y cada vez que lográbamos arreglar un desperfecto, otro nuevo surgía. Quería obligarme a pensar que todo aquello era simplemente técnico, pero por más que lo intentará un único nombre flotaba en mis pensamientos: Erik.

- Me parece que nos iremos temprano el día de hoy. – habló el director de la obra cuando las luces se apagaron una quinta vez.

Sin embargo, esa quinta vez no fue ordinaria. Una potente voz se alzó desde las entrañas de la oscuridad de los palcos, una figura envuelta en una larga capa emergió de entre las columnas y, una sola máscara brilló en medio de toda aquella oscuridad como un faro de costa a media noche.

- ¡El Fantasma! – gritó alguien detrás de mí.

Los demás comenzaron a cuchichear sobre aquella figura. Yo, por mi parte, abrí los ojos tanto como pude mientras lo observaba fijamente.

- ¡INSOLENTES SEAN TODOS! – gritó Erik desde los palcos.

- ¡No aquí! – la voz de Christine se alzó de entre todas. - ¡No ahora!

- ¡Christine, pequeño demonio! ¡Tú has causado todo esto! ¡Acepta las consecuencias!

- ¡Ella no tiene que hacerlo! – Raoul se enfrentó al Fantasma

- ¡Sufrirán! – gritó para luego desvanecerse.

Meg intentó consolar a Christine, pues esta entró en un estado de intenso llanto al resurgir la luz, los demás integrantes del grupo parecían comenzar a intentar comprender la última palabra del Fantasma, sin embargo el director fue quién impuso autoridad a todos los presentes mientras nos obligaba a salir del teatro.

No podía creer lo que acababa de pasar; Erik se había hecho visible después de estar tanto tiempo escondido en la oscuridad del teatro, su teatro. ¿Y para qué? Para darle a Christine un ataque de histeria. Eso debía de acabar. No le profesaba afecto alguna a aquella chica, que lamentable había caído en las garras de mi Fantasma, pero debía protegerla de él. Debía salvarla como no había podido salvarme yo. Debía alejarla de la influencia de aquel quien sólo le causaría dolor, pero a pesar de eso, no quería volver a adentrarme en el Laberinto debajo del teatro.

~*~

Al llegar a mi habitación lo primero que hice, después de lanzar mi bolsa a un rincón, fue asegurar la puerta y el cerrojo de la ventana, para luego correr las cortinas. ¿Por qué?

Miedo.

Tenía miedo de que Erik se apareciera por allí, ¿cómo iba a lidiar con él? Debía de hacerlo, sí, en algún momento, pero aún no sabía cuál sería el adecuado. Por lo pronto, tenía que alejarme lo más posible de Erik, tal vez así mis sentimientos hacia él disminuyeran.

Tomé mi celular para enviarle un mensaje a Lucas.

« ¿Libre?» escribí.

No contestó sino hasta casi 15 minutos después.

«Práctica de baloncesto.»

« ¿Cena en la cafetería?» pregunté.

« ¿Ahora si tienes tiempo para mí?»

«Lucas... no salgas con eso.»

«No.»

« ¿No qué?»

«Quede con alguien para la cena.»

« ¿Te olvidas de mí?»

«Tú fuiste la primera en olvidarse de mí. No me reclames. Ve con Erik. Tal vez él quiera cenar contigo. O tal vez no. Tal vez sólo quiera terminar de estrangularte.»

- Vaya... - dije para mí. No respondí el mensaje. ¿Qué debía decirle?

Dejé el celular en la mesa de noche al lado de mi cama, y con toda la resignación que me fue posible encontrar en mi cuerpo, me dirigí a mi mochila y la arrastré hasta mi pequeño escritorio. Haría mi tarea, ya que. Saqué todos mis cuadernos de la mochila al unísono, varias hojas sueltas cayeron al piso. Dejé los cuadernos sobre el escritorio y me arrodillé para recoger lo caído. Muchas de las hojas eran dibujos del teatro hechos en clase cuando perdía el interés en lo que decían los profesores, lo cual era... todo el tiempo. Por lo que tenía demasiados dibujos. Repentinamente algo llamó mi atención entre todas aquellas hojas. Un sobre color sepia.

Me senté en el suelo. Y tome el sobre conteniendo la respiración. Tenía mi nombre escrito elegantemente de un lado. Del otro se hallaba sellado con una calavera en cera roja.

Rompí el sello con rudeza. Y saqué la hoja que había adentro, doblada por la mitad. Leí:

"Mi Musa:
Te ví al llegar a la Academia, me gustaría que habláramos. Todo ese juego de luces en el teatro fue para poder dejar esto en tu mochila, realmente espero que lo leas, ya que si no, será un verdadero desperdicio de papel y tinta, recursos que, como sabes, tengo muy limitados. Así que por favor, si leer esto y en verdad espero que lo leas, sal al balcón del tercer piso del edificio principal al anochecer. Te estaré esperando.
Si no te presentas, sabré que o bien no leíste esta carta o que ya no quieres volver a saber nada de mí, y respetaré tu decisión. Si alguna pequeña parte de tu mente te dice que me busques y eso haces, aclararemos todo lo que tú quieras.
Por favor, te necesito. Necesito verte.

Atte.
Erik, ya no soy ningún Fantasma o un Ángel de la Música para ti"

Me quedé mirando aquel pedazo de papel lo que yo sentí como una eternidad. Después de eso me levanté y me dirigí a la ventana, descorrí un poco la cortina solo para observar como el sol comenzaba a descender por el oeste.


¡HOLA! Espero les guste este capítulo, lo hubiera subido hace varias horas pero comenzó una pelea con mi hermana en la que ella exigía matar a nuestra protagonista para que Christine se quedara con Erik... Incluso "secuestró" una imagen mía de Benedict Cumberbatch y amenazó con romperla si yo no mataba a la protagonista, al final yo recuperé mi imagen... rota.

En fin, creo que... Olvidemos esto. 

¡Comenten! Voten y gracias por seguir apoyándome en esto. Gracias a ustedes Phantom ya superó las 4,000 leídas y eso me hace sentir asdgfsdjgafadsjksdldfñk, ¡Mil gracias! ¡Vamos por más!

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