Recuerda, recuerda.

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Pensaste que dormirías sin parar toda la noche, pensaste que tras aquel ajetreado e increíble día no habría nada que te despertara hasta muy entrada la mañana del día siguiente, pero ya es la tercera vez que ruedas en tu cama, inquieta y casi fastidiada de tu propia incomodidad.

Casi había pasado una semana, te parecía tan lejano, pero hacia solo unos cinco días que todo había comenzado y ahora lo recordabas casi con una confusa nostalgia de lo que había sido tu vida antes de ello. No es que tuvieras miedo de los recuerdos, simplemente no te dejaban de acosar las memorias.

Era la mañana de aquel lunes, como siempre sucede, es en los días mas normales y rutinarios en los que las cosas más extrañas suceden, son extrañas porque no las esperamos, si un día inicia tormentoso y horrible que un homicidio suceda no nos parecería tan extraño, porque ya teníamos en el ambiente ese presentimiento, casi esperamos que suceda algo así, como una lluvia de meteoritos o un hombre presagiando el fin. Pero un día tan normal y casi alegre no nos augura un violento homicidio como el de ese día.

Habías llegado a tu escuela, subido las escaleras con tu mejor amiga mientras bromeaban y conversaban sobre la nueva película de su actor favorito, esas actrices suertudas son unas malditas. Entraron al salón, el mismo de siempre, y siguieron conversando las dos, solas, sin nadie más aun cuando el salón estaba lleno de otros alumnos.

Cuando la clase comenzó ella te dirigió una sonrisa al terminar de hablar, como si aun riera de el último comentario que compartieron, y no podrías olvidar jamás esa sonrisa, porque se veía exactamente igual a todas sus sonrisas, nada nuevo, nada sospechoso, su mirada no era la de alguien que fuera a hacer algo terrible, era la expresión de una chica a punto de sacar su libreta y tomar apuntes ahora que el maestro había llegado saludando a su clase. Pero no fue una libreta lo que saco de su mochila.

-Compañeros... no tengan miedo.- dijo en voz alta.

Algunos rieron creyendo que se refería al examen de ese día, otros no le prestaron atención como de costumbre, y el profesor ni siquiera la escucho desde su lugar.

-No tengas miedo...- te dijo tu amiga con una expresión divertida que a veces usaba para hacerte reír.

Fue lo último que te dijo, fue lo último que la escuchaste decir, entonces sacó una pistola y comenzó a dar tiros a diestra y siniestra, sin fallar los primeros gracias a que, como recuerdas... nadie le había puesto atención, nadie había visto el arma en su mano hasta que fue muy tarde.

Corriste tropezándote para salir del salón, demorando solo unos segundos en entender lo que pasaba y que tu instinto de supervivencia te hiciera alejarte de ahí. Escuchaste gritos y chillidos de los compañeros que no lo habían logrado, el maestro en turno vociferando antes de ser callado con un balazo en la frente, no te ibas a quedar a mirar, corrías con los demás alumnos que no estaban en tu salón, escuchándose disparos que se acercaban.

Era una autentica pesadilla, sentías el cuerpo pesado a medida que corrías, maestros y alumnos saliendo de la escuela y activando las alarmas en caso de un ataque como ese.

Ella te llamaba, pronunciaba tu nombre a gritos desde lejos, pero no te molestaste ni en voltear, corriste fuera de la escuela y directo a tu casa sin aliento, encerrándote junto a tu aterrada madre y pidiendo por teléfono a un pariente, el que fuera, que pasara por ustedes, pues bien sabias que tú amiga sabia donde vivías.

No olvidaras los cuerpos sin vida de tus compañeros, la desesperación de tu maestro antes de morir, todos estos recuerdos estaban frescos en tu mente, y así se mantenían gracias a los policías que te requerían para conseguir más pistas del caso, y sobre todo, del paradero de tu amiga, la cual había escapado antes de que la policía llegara tras la alarma de la escuela.

Oblígame (Hannibal Lecter x Lector)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora