Fríos Zafiros (Versión de la chica)

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No podías recordar nada en absoluto sobre aquel día, la historia que recordabas era haber estado en la escuela un momento y al siguiente estar en el edificio del FBI, no es si no hasta ahora que reaccionas ante el echo de haber sido llevada al FBI antes que a tu casa o una comisaría policial de menor rango, eso debió darte una idea de que algo iba mal, pero no lo hizo.

En soledad y con nadie más interrumpiendo tus pensamientos, las memorias habían ido regresando poco a poco desde ese día, y hasta hoy que has logrado unir lo poco que recuerdas con lo que Lecter parece saber es que te das cuenta de varias cosas que habías pasado por alto.

Lecter te lo había preguntado directamente una vez, y no habías dudado en negarlo agresivamente, cerrando te ante esa posibilidad y volcando tu odio hacia Lecter, el te había mencionado lo buena qué eres para torcer la verdad a tu conveniencia el día que no querías ir con Crawford, tu mente alterada te permite notarlo ahora.

Las memorias del suceso estan confusas y revueltas, la historia en la que confiabas era una sencilla: Tu mejor amiga, una chica de tu edad qué te conoce bien, la cual considerabas normal y no le conocías ningún defecto te tranquilizó un día antes de matar a tiros a nueve de sus compañeros y al maestro.

Pero la vida es confusa y lo fue más al ver las demás hojas bajo los libros de Hannibal esa pasada noche, hojas que había tomado del archivo de la escuela en el FBI, en estas tu nombre estaba señalado con pluma en la lista, y al contrario de lo que pensabas no la tenía para criticar tu desempeño académico, si no para tener una lista ordenada de los difuntos, tras una inspección rápida y nerviosa de tu parte notas lo que tanto quería remarcar en esa hoja. Eras tu la única chica sobreviviente, con esto en mente todas las demas alumnas que estuvieran en el salón en ese momento murieron.

La incógnita era entonces si tu amiga estaba muerta, leíste la lista dos veces, forzandote a recordar a cada uno y... nada, su nombre no se encontraba.

A tus ojos esa chica no tenía defectos ni razones para cometer un homicidio, porque esta chica nunca existió.

Tu mente no quería recordarlo, lo había borrado y había escondido lo que no pudo borrar bajo una señal de alerta qué Hannibal descifró de inmediato la noche que corríste a su habitacion.

Solo entonces, al considerar otra opción que cuadrara, fue que otros recuerdos, súbitos y confusos, regresaban armando un poco más el rompecabezas, aclarando lo que de verdad sucedió.

Ese día habías llegado con miedo, sin mirar a nadie a los ojos, pensando en las series de televisión para distraerte, pensaste en un libro, en un videojuego, en cualquier cosa que te desconcentrára. Te sentaste en tu lugar y esperaste a que los demás se sentarán, no querías mirarlos a los ojos, no querías hablar con ellos, querías centrarte solo en ti.

Con un nudo en el estómago y temblando te dijiste a mi misma que no tuvieras miedo, querías escuchar a alguien decirte que todo estaría bien, aunque fueras tu misma.

Intentaste no temblar, no llorar ni dar signos de alarma, sacaste el arma de tu mochila y disparaste, los primeros tiros no fallaron dado que estaban de espaldas, los demás trataron de correr. Solo querías que todo eso terminará, querías que pasara lo más rápido posible.

Lo siguiente qué recuerdas es correr, correr y no poder, no podías porque la adrenalina qué te causó el estrés y el miedo de lo que hiciste te dio fuerza extra para correr, pero no por mucho tiempo, y los libros que llevabas ese día pesaban como ladrillos en esa situación.

Después viste al guardia, el que te llevo en la patrulla hasta el FBI, aquel que habías prometido no olvidar por la tranquilidad que te brindaba ver a un oficial, un serio y responsable trabajador de la ley, pero no tenias tiempo de entablar una amistad con el, subiste a la patrulla sin preguntar, y ya ahí comenzaste a llorar, con tanta fuerza que tus propios sollozos y gritos te impedían concentrarte en nada más, y cuando ni siquiera tenías fuerzas para seguir llorando te repetiste sin cesar, una y otra vez, que todo estaría bien.

El conductor de la patrulla, sin mirarte, comenzó a decir que detendrian a la causante de todo aquello, qué debían tener cuidado, por más inocente qué esa chica se viera, después, dirigiéndose a ti, te dijo que verías a tu madre.

Toda la historia que habías estado contando, todo aquello que sonaba cada vez más repetitivo y sin dirección había sido agregado a tu memoria durante el shock, los primeros minutos en los que lo que había echo te parecía más que imaginario, aun estando ahí podías incluso sentir que todo aquel infierno había sido de alguna manera una vivida pesadilla de hace días que recordabas.

Lo que siguió fue ir al FBI con tu madre, pasar el día con esos dos policías, con el psicólogo y después con tantos más oficiales hasta llegar, tranquila y confundida a esa silla donde conociste a Hannibal.

Pero no sabes porque lo hiciste, porque fuiste tu quien lo hizo, no eres una mala persona, no lastimarias a nadie, mucho menos cometer un homicidio múltiple.

La única pista que tienes, y que Hannibal desconoce es ese criptico mensaje de texto que había llegado hacia unos días.

Oblígame (Hannibal Lecter x Lector)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora