Reprimenda.

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Despiertas con un ligero dolor en el cuello, gracias a la mala postura en la que dormiste, y con la sensación de querer darte un baño inmediatamente, sientes el cuerpo polvoso y recuerdas, aun sin abrir los ojos, la mala noche que habías tenido y cuanto habías tardado en conciliar el sueño gracias a esos pensamientos que solo podrías catalogar como "terrores nocturnos".

Vaya forma de desperdiciar la noche, piensas al sentir los efectos de no haber descansado como es debido, y abriendo de una vez los ojos para salir de tu cama en la casa del doctor Lecter los recuerdos vuelven a ti de golpe: Esa no es tu cama, es el sillón de la sala frente al televisor, te sientes sucia porque sin querer te echaste el tazón de galletas encima, llenándote de migajas y pedacitos de chocolate, y habías adoptado una posición incómoda al dormir debido a que, como temiste por un segundo antes de mirar a tu lado, habías estado acurrucada toda la noche reclinada sobre Hannibal, el cual seguía dormido, sentado en donde ahora recuerdas, lo habías dejado antes de que la película terminara por aburrirte y el sueño por vencerte.

Deberías tomar un baño en seguida antes de que una marabunta de hormigas te lleve, también buscar como quitarle las migajas al sillón de Hannibal, pero estas muy ocupada, sin moverte, viendo a Hannibal dormir, en piyama... incluso hay migajas en su ropa, te tomas unos largos segundos en admirarlo un poco, no sabes si es gracioso o muy lindo verlo así, como un hombre normal y descuidado. No es que quisieras que él fuera un hombre normal y desordenado, solo era interesante no verlo con su traje impecable e imponente presencia.

Ahora, debes de moverte sin hacer ruido ni molestarlo, levantarte de tu lugar sin despertarlo para poder hacer todo eso, limpiar el sillón sin que vea que has hecho un tiradero de migajas cuando él no quería darte tantas galletas...

-Buenos días.- lo escuchas gruñir antes de suspirar y abrir los ojos para verte.

-¿Tienes alarma de movimientos integrada?- le preguntas tras dar un pequeño salto por el susto.

-No...- te responde sacudiéndose las migajas y levantándose. –Estaba despierto desde hace un rato.-

Maldita sea, estaba consiente ¡y tu mirándolo con ojos somnolientos y sonrisa infantil!

-¿Por qué no lo dijiste? ¿Por qué no me despertaste?- le preguntas sacudiéndote tu también. Te será difícil barrer todo ese collage de pedazos de galleta.

-No quería despertarte... parecías cómoda- te dice sonriendo en espera de tu reacción.

¿Estaba... provocándote? Por supuesto que lo hacía pero... ¿lo hacía con ese objetivo?

-Pues no lo estaba...- le dices cortante. –Me duele el cuello.- al decir esto te sobas la nuca y el cuello, no era un dolor insoportable, pero si constante.

-Pues yo te veía sonreír- parece querer seguir tentándote y molestándote, pero no le darás el placer y lo dejas para ir a buscar la escoba y limpiar.

Tras dejar el sillón tan limpio como te fue posible pudiste al fin sentarte a desayunar con él, no quieres volver a ver una galleta en toda la semana.

-Salchichas, hace tiempo que no comía de esta variedad.- dices para hacer conversación como todas las mañanas, en tu casa siempre desayunabas cereal, leche y lo que podías comprar en la tienda cercana con monedas sueltas. –La última vez que las probé fue...-

-¿Odiabas a tus compañeros de clase?- te pregunta de pronto.

Lo miras confundida, esa pregunta en verdad había salido de la nada, si alguna vez te preguntaba algo sobre el asesinato era cuando mencionabas algo... ni siquiera comprendes la pregunta. No estabas preparada para hablar de ello tan temprano.

Oblígame (Hannibal Lecter x Lector)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora