Circo de Marionetas

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Caminando por ahí divisé a lo lejos un grupo de personas que reían y aplaudían en lo que parecía ser la plaza del lugar; al acercarme, vi que estaban alrededor de un escenario pequeño viendo un show de marionetas. ¡Eran muy lindas y divertidas, en verdad! Se movían por el escenario con muchísima destreza, tanto que me llamó la atención.

Cuando el show terminó, las marionetas se despidieron con una reverencia y una, que parecía un príncipe, saltó hacia el público con un sombrero viejo en la mano aceptando las colaboraciones de la gente; al llegar mi turno, fue cuando mis sospechas se volvieron más profundas: ¿cómo era posible que marionetas caminasen por sí solas, sin hilos ni nada?

"Magia" pensé, con una sonrisa.

Me quedé vagando cerca de allí hasta que todos se hubiesen ido, y, antes de que los extraños muñequitos también se fueran, uno de ellos me vio y alertó a los demás:

- Esa chica nos está observando- oí que decía un tanto nervioso, contagiando el sentimiento a las demás. Estaban a punto de escapar cuando la de cabello rubio, aquél que parecía príncipe, me reconoció:

-¡Señorita!- exclamó alegre- ¿qué hace aún por aquí a éstas horas?

- No quería asustarlos- exclamé, tratando de tranquilizar a los ojos que tenía clavados en mí- sólo quisiera hablar.

Luego de un rato tratando de convencerlos de que no era una titiritera ni coleccionista de rarezas, finalmente se calmaron y me invitaron a pasar a su guarida, un tanto grande para marionetas.

-Madre llegará pronto- exclamó uno

- ¿Quiere un poco de té?- exclamó otro.

Las diez vocesitas me ofrecían y traían cosas, todos a la vez; y eran tantas que pensé que iba a quedar atascada entre ellas. En ese momento la puerta se abrió:

- ¡Madre!- gritaron las voces

- ¡Niños, niños!, ¿cómo nos fue hoy?

Se trataba de una mujer adulta, morena, con un gusto particular por las joyas grandes.Mientras sus "niños" le mostraban las monedas recolectadas, su mirada se clavó en mí.

- Una nueva amiga, supongo- yo sólo sonreí.

En la mesa eramos ahora doce "personas"; la comida volaba de un lado a otro, ya fuesen carne o verduras, los niños se alcanzaban las cosas lanzándoselas entre sí, como niños traviesos que eran. En eso, la extravagante mujer me susurró:

- Sé lo que está pensando. "¿Marionetas, comiendo?, ¿Cómo es eso posible?". Pues sí, es posible.

- Es ud. una hechicera, ¿no es cierto?- la mujer se me quedó mirando un tanto sorprendida y confundida.- He visto muchas como ud.; he visitado lugares y he visto personas inimaginables, aún más extravagantes que ud. Pero lo que sí no entiendo- susuré, siendo totalmente ignorada por los demás- es, ¿por qué la llaman "Madre"?

"Madre" observó a sus marionetas jugando y comiendo juntas, y luego me hizo señas de que la siguiera. Me llevó hasta un jardincito de flores blancas y allí nos sentamos a hablar.

- No puedo tener hijos- me dijo- y no puedo crear a un ser vivo de la nada, así como tampoco revivir a nadie, ¡lo tengo prohibido!; pero sí puedo darle vida a un objeto inanimado.

<< La gente no sabe que soy hechicera, podrían tomárselo mal o asustarse, quién sabe;así que para mantener el perfil bajo y "ser como los demás" decidí hacer muñecos hermosos y vendérselos a las niñas, pero una vez creados no podía dejarlos ir, especialmente a Prince- dijo señalándo a la marioneta rubia, aquella que parecía príncipe (que estaba levantando el desastre que habían hecho sus hermanos en la cocina)- él es mi príncipe; al que le di primero la vida, mi "primogénito".

<< Como necesitaba dinero, una vez que todos habían "despertado" ya, a cada uno lo doté de un talento en particular, algo que lo diferenciara de los otros. La verdad es que mis niños son hermosos y únicos, pero son muy frágiles, no son juguetes para niños ni titiriteros locos.>>

- Esto es realmente increíble- susurré, boquiabierta. Esta historia era tan cercana a Pinocho que ni yo misma podía creerla.- Pero aún siendo marionetas, parecen muy humanos...Tu magia parece ser muy poderosa.

- ¿Es por lo que comen? También duermen, pero no lo necesitan como nosotros; sólo imitan a los de su alrededor, creo que sólo quieren encajar.

Me dejaron pasar la noche allí, aunque no dormimos prácticamente nada: estuvieron mostrándome sus talentos (ya que no había visto todos) y luego me pidieron que contara historias de los lugares y gentes que conocí hasta ahora, dejándolos atontados del asombro. Al día siguiente, el Circo de Marionetas también debía partir, pero en dirección contraria a la mía, así que allí nos despedimos.

- ¡Señorita, espere!- gritó Prince-¡Aún no sabemos su nombre!.

- ¡Mi nombre es Arabella, pequeño príncipe!

- ¿Nos volveremos a ver, señorita Arabella?-mientras la carreta del circo se alejaba, pude ver las cabecitas y bracitos de todos asomándose por las ventanas del coche, saludando y llamándome.

- Claro que sí- exclamé cuando la carreta ya había avanzado lo bastante como para verse pequeña.


La Coleccionista de Historias©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora