Capítulo I

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En la foto, Naty

     Al huir tanto de mi papá conocí mucha gente, buscaba siempre una excusa para quedarme cerca del colegio, de mis amigas, cualquier otro sitio que fuese lejos de él.

     Podía pasar horas en la calle caminando con mis amigas, solo para no irnos a casa. Uno de esos días de vagancia, conocí a Enrique, un hombre no muy guapo, ni simpático, ni mucho menos encantador. Pero me hizo reír. Tenía un mes conociendo a Enrique cuando me hice su novia, y aunque tenía 13 años, nuestras conversaciones eran un poco subidas de tono.

     Al primer mes de este noviazgo, descubro que Enrique me engañaba con una amiga de la infancia, descubrí un mensaje de texto en el teléfono de ella. Dejé a Enrique y me alejé de ella. Me parecía lo más lógico en ese momento.

     Gabriela, mi "amiga", se me acercó un día en el colegio, me dijo con una cara que nunca había visto y con voz temblorosa:

-No es como crees, no fue mi culpa, lo siento.

     Esas palabras no lograron conmoverme en lo más mínimo, así que decidí darme media vuelta y dejarla allí con sus lágrimas en los ojos.

     Pasaron unas pocas semanas para que Enrique y yo volviéramos, aunque habíamos tenido muy poco tiempo juntos, yo estaba convencida de que me casaría con él y tendríamos hijos y un buen futuro.

     Nunca llevé a Enrique a mi casa y él tampoco nunca tuvo interés en eso. Nuestro tiempo juntos consistía en unos besos apasionados, quitarme la ropa, que él me diera unas caricias y yo lo detuviese. Me sorprendió la paciencia que Enrique me demostró a pesar de su fuerte carácter.

     Los primeros meses del noviazgo fueron absolutamente banales. Aunque yo le diera mi alma y mi cuerpo, él era amante de mi cuerpo. Muchas personas me advirtieron que nuestra relación no llegaría a nada. Que éramos totalmente diferentes.

     El día de mi cumpleaños 14, mis padres decidieron llevarme de viaje con mi familia materna. Recibí montones de mensajes de mis amigos, aunque yo no estuviese con ellos, se acordaron de mi. Familiares, amigos, conocidos y desconocidos me felicitaban, menos Enrique. No me llamó ni me escribió en todo el día. Cuando pude conectarme al Facebook lo vi conectado y le pregunté de inmediato:

-¿No se te olvida algo? ¡HOY ES MI CUMPLEAÑOS!

     Resolvió todo colocando en mi perfil el vídeo de Pxndx Feliz Cumpleaños. Aún así yo pensaba que me casaría con él y tendríamos muchos hijos. Realmente me gustaba imaginar donde viviríamos, como sería nuestra casa, nuestros hijos. Esa ilusión cambió el día que recibí un mensaje de Enrique que decía:

-Ayúdame. El unicornio negro me persigue.

     Este mensaje me llegó aproximadamente a las 2am, y no pude comprender nada. Inmediatamente mandé un mensaje preguntando qué pasaba, si todo estaba bien. Él no contestó durante varias horas, hasta que recibí un mensaje:

-Discúlpame, estaba drogado y aluciné con un unicornio negro. Para mí significa la muerte y realmente le temo.

     Enseguida me eché a llorar. Llamé a mis dos mejores amigas Valentina y Alejandra. En lo que Valentina contestó supo que algo estaba pasando y llegó lo más rápido que pudo a mi casa con Alejandra. Yo seguía en pijamas, no tenía ánimos de nada. Volví a confiar en un hombre y me falló.

     Como solíamos hacer, nos encerramos en mi cuarto y Valentina preguntó enseguida:

-¿Qué pasó con Enrique?

     Bajé la cabeza y le conté a las dos todo lo que había pasado. Lloré demasiado. Lágrimas me faltaron para sacar todo el dolor y la decepción que sentí en ese momento. Valentina nunca quiso a Enrique, nunca le pareció suficiente para mi. Por eso me animó:

-Vamos, deja de llorar, eres hermosa y ese tipo nunca te ha merecido.

     Valentina y yo habíamos tenido innumerables peleas por Enrique, ella no podía comprender por qué a pesar de que lo descubrí engañándome yo seguía con él.

     En medio de mi tristeza, me convencieron de llamar a Enrique para terminar lo que fuese que quedara entre nosotros. Lo llamé, intentando no llorar, le expliqué que no podíamos seguir juntos y me dijo:

-¿Estas con Valentina? Hablamos después.

     Colgué el teléfono y no le conté lo último a mis amigas, ya que las haría molestar aún más. Alejandra me levantó de la cama,después de un fuerte abrazo. Me dijeron que no podía seguir así por él. Me peinaron, hicieron que me cambiara la pijama, hasta me maquillaron.

     Al irse de mi casa, Valentina me advirtió:

-No quiero que vuelvas con ese tipo.

     Agaché la cabeza y asentí. Lo intentaría.


Mil amores menos unoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora