-¿Qué demonios haces aquí Abraham?
-Te escuché muy mal por el teléfono y quise saber si estabas bien
Realmente lo que me preocupaba era que Robert estaba en la casa y Abraham también; si no quería que todo terminase a golpes, tenía que sacar a Abraham de ahí.
-Debes irte.
-Naty, no estás bien. ¿Qué sucede?
-Sólo vete.
Cerré la puerta enfrente de él, Abraham es mi amigo, pero esto es por el bien de los dos. Al darme la media vuelta para regresar a mi habitación, allí estaba Robert. No fue hasta ese momento que fui consciente de que sólo estábamos él y yo en la casa.
-Nathalia, ¿quién era?
-Abraham. Pero ya le dije que se fuera.
-¿Por qué él te busca? ¿No le has dicho que no seguirás bailando? No quiero volver a verlo cerca de ti.
-Papá no puedes simplemente prohibirme que me visite, que sea mi amigo. Debo casarme algún día, quiero hacerlo y tú no puedes quitarme eso.
El rostro de Robert era confusión y furia. No comprendo su expresión, aunque sabía que lo estaba desafiando más de lo que nunca me había atrevido.
-¿Acabas de decir lo que creo que escuché?
-Solo entiende que él no dejará de ser mi amigo y que no será el único amigo que tenga en mi vida. Tengo 17 años, siento que podrías comprender eso.
-Suficiente. Ni él, ni nadie va a acercarse a mi Nathalia.
No entendí si estaba hablando conmigo o consigo mismo. Al momento solo pude ver como sus ojos lujuriosos se me acercaron rápidamente. Me tomó tan fuerte de un brazo, que dolía. Caminaba con grandes zancadas furiosas a través de la casa. No entendía a donde me llevaba. Se detuvo enfrente de su habitación, la cual estaba abierta. Tenía mucho tiempo que no entraba en ella, me hacía sentir muy mal.
Me lanzó en el suelo de su habitación y cerró la puerta con esa llave que siempre lleva colgada en su cuello. Mi delgada espalda golpeó en el suelo, provocandome un punzante dolor en algunas vértebras de mi columna. Robert murmuraba una y otra vez sin parar:
-Nathalia es mía y nunca dejará de serlo.
Veía con asombro cada movimiento de Robert. La furia y la lujuria de Robert se notaba en sus ojos y en el temblar de sus manos.
-¿Qué haces? Déjame ir
-Tú lo quisiste. No me dejas otra opción. Nathalia eres mía, de nadie más.
-¿De qué demonios hablas Robert?
Solo me vió por un segundo y siguió caminando en la habitación de un lado a otro sin verme, sin ver a ningún lado, murmurando y temblando.
-Abre, por favor. Robert, quiero irme.
-No te irás. Estos no eran mis planes, tú sola los has apresurado, tú has querido que esto suceda así.
-¿De qué demonios hablas Robert?
Caminó con determinación hacia donde estaba en el suelo, me tomó por un brazo y me lanzó sobre su cama, antes de que pudiese levantarme, ya él me había lanzado sobre la cama otra vez. Intenté pegarle, él tomó mi mano, la besó, mientras intentaba entender ese extraño gesto, él tomó la otra y las ató al cabezal de la cama. Le lanzaba patadas, intentando lastimarlo. No intenté gritar porque no había nadie más en casa. Tomó mis pies y los ató también, cada uno en un extremo de la cama.
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Mil amores menos uno
ספרות נוערMil amores menos uno, cuenta la historia de una mujer y todos los amores que ha tenido que vivir para encontrar al amor de su vida. ¿O eso es lo que ella cree?